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[Cuento] En torno a la fiesta de los ángeles custodios

Bonifacio (lo llamaré así) es un estudiante brasileño flaquito que llegó a Pamplona con sus 18 años a inicios de septiembre para hacer la carrera en la Universidad de Navarra. Un amigo común nos lo presentó a David y a mí hace unas semanas y nos pareció muy simpático.

Por Juan Ignacio Izquierdo Hübner

Publicado el 2.10.2021

Los ángeles tienen gran presencia en el cine, la literatura y también en nuestro día a día. Pienso en la famosa película de Frank Capra, It’s a Wonderful Life, en la que un ángel bonachón cae del cielo para ayudar a un padre de familia a recuperar el sentido de su vida, mostrándole cómo hubieran sido las cosas si él no hubiese existido.

Es un largometraje encantador, animante y optimista, que aun siendo de 1946 —lo digo para los escépticos del cine en blanco y negro—, está calificada con ¡8,6! en IMDB.

Vamos, es un clásico del cine navideño que se queda en la memoria de su audiencia como la miel en la despensa: siempre puedes volver a ella para saborearla, con la memoria o dándole otra vez al play (aunque cuidado, que no le pase como a mi amigo Francisco, un friki de Capra que ha visto esta película dieciséis veces).

Y además del cine, también hay ángeles entre nosotros, caminando tranquilamente por la ciudad. Mi amigo David me contó una historia que lo confirma.

Bonifacio (lo llamaré así) es un estudiante brasileño flaquito que llegó a Pamplona con sus 18 años a inicios de septiembre para hacer la carrera en la Universidad de Navarra. Un amigo común nos lo presentó a David y a mí hace unas semanas y nos pareció muy simpático.

Es verdad que habla poco, abusa de la sonrisa para hacer como que entiende cuando le hablan en español y está con cara de sueño (por lo visto, a sus compañeros de piso les gusta poner música hasta altas horas de la noche), pero a pesar de estas contrariedades temporales, es un joven sencillo y alegre.

Al acabar la primera semana de clases, esto es, el primer viernes de septiembre, Bonifacio estaba sentado en una banca de la Plaza de los Fueros, dictando una nota de voz al móvil con cara de angustiado. David, por esas casualidades de la vida, pasaba por ahí y lo reconoció:

— ¿Sucede algo? —le preguntó.

— Bueno, sí —respondió Bonifacio en un español cauteloso— no consigo entrar en la cuenta del Banco por internet. Todavía no tengo tarjeta y se me acabó el efectivo. Estoy hablando con mi madre para ver qué puedo hacer para conseguir dinero con el que sobrevivir este fin de semana, al menos hasta que consiga resolver lo de la cuenta.

— Hombre, la tienes difícil.

— ¿Cómo?

— Que deberás esperar al lunes para resolver tu problema, ahora el Banco está cerrado.

— Ah, sí…

— ¿Y cuánto pensabas sacar del cajero?

— Emm, 30 euros.

— Entiendo —David sacó su billetera, extrajo tres billetes y se los entregó—. Ya me los devolverás cuando puedas. Y si necesitas más, me avisas, guarda mi contacto.

— Wow, David, muchas gracias. ¡Eres como mi ángel de la guarda!

David siguió su camino, contento y al rato se encontró conmigo.

No pudo dejar de contarme esta historia: “Quizá te la publican en torno a la fiesta de los ángeles custodios”, me sugirió.

 

***

Juan Ignacio Izquierdo Hübner es abogado de la Pontificia Universidad Católica de Chile, licenciado en teología de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma) y alumno del máster en teología de la Universidad de Navarra (España).

 

Juan Ignacio Izquierdo Hübner

 

 

Imagen destacada: It’s a Wonderful Life (1946).

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