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[Ensayo] «Paranoid Park»: El retrato vivo de un adolescente

Nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2007, el realizador estadounidense Gus Van Sant se acerca a la rutina de los skaters y de los jóvenes sin rumbo de la ciudad de Portland, con esta bella y minimalista obra audiovisual, y la cual se encuentra disponible en la plataforma de streaming de Centroartealameda.tv.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 31.1.2021

 

«Cuando el niño crece tiene un lobo en su vientre».
Proverbio alemán

Sentir adolescente

La adolescencia, esa desconcertante etapa de vida en la que nacemos al mundo adulto. Un periodo a menudo difícil tanto para quien lo pasa como para los mayores que se relacionan con esa chica o ese chico que ya no es sólo un niño.

Van Sant nos ofrece una joya audiovisual —otra más en su excelente filmografía— que es un bello retrato de un adolescente con problemas. Y lo hace sumergiéndonos en su vivir logrando que sintamos tal cual siente ese chico. Nos regresa a esa ambivalente etapa a través de Álex, el protagonista de esta historia interpretado brillantemente por Gabe Nevins —elegido como el resto del reparto en un casting de actores no profesionales—.

La cámara —hay maestría en la fotografía de Christopher Doyle y Rain Kathy Li— a menudo son sus ojos, se desenfoca cuando él no está atendiendo a quien tiene delante y se recrea en aquello que le interesa. Y paralelamente el audio —excelente banda sonora— son sus oídos que transforman esas palabras que prefiere no oír en música.

Se nos muestran numerosos primeros planos del rostro desconcertado de Álex y escenas de su deambular por los pasillos de su escuela enfatizando su soledad, un chico aparentemente como tantos y entre tantos.

Así, nos es fácil empatizar con ese adolescente que se esconde de todos encerrándose en sí mismo, especialmente después de vivir una dura experiencia que no sabe cómo gestionar.

Antes de proseguir debo advertir que el análisis que sigue contiene inevitablemente spoilers.

 

Desafíos

Álex es un skater, pasión que comparte con su amigo Jared. Los vemos en acción junto a otros chavales en distintas zonas de su ciudad, muchas de esas imágenes han sido tomadas a pulso por ellos mismos.

Son chicos que vuelan en sus monopatines desafiando las estructuras duras y el mobiliario urbano como forma de canalizar sus ansias de libertad y su rebeldía frente al mundo adulto.

Un día deciden ir al Paranoid Park, una zona bajo puente habilitada para practicar skateboarding. En ese lugar se reúnen diversos grupos de jóvenes de todas las edades, algunos de ellos son marginados que “viven” allí.

Uno de esos chicos mayores convence a Álex para que suba con él a un tren de mercancías, nuestro protagonista se siente satisfecho como polizonte transgresor junto a un joven “experimentado”. Pero un guarda de seguridad los ve e intenta forzar que se bajen, Álex lo empuja y el hombre cae a la vía siendo arrollado por otro tren.

 

«Paranoid Park» (2007)

 

Soledad y encierro

Todo un impacto para Álex —y para nosotros— el ver agonizar al guarda con el cuerpo seccionado: ¿Qué hará ahora?, ¿a quién pedirá ayuda?

Porque el compinche lo deja solo allí. Nada nuevo para nuestro protagonista, la soledad es su compañera más íntima. Porque aunque Jared es su mejor amigo e incluso tiene una novia (Jennifer) no comparte con nadie su sentir más profundo.

No comparte con los de su edad y mucho menos con los adultos, los padres están divorciándose y se muestran incapaces de entrar en lo que le pasa realmente a su callado hijo, tampoco él se lo pone fácil en su habilidad para esconder sus sentimientos.

Sabemos que ese esconderse, ese encerrarse en uno mismo es propio de los adolescentes. Algunos tienen la fortuna de tener cerca a alguien —más experimentado, habitualmente adulto— que sabe observarlos, que oye a pesar de sus silencios…, pero desafortunadamente no es lo común ni es el caso de Álex.

Él sólo se muestra en su diario. Allí escribe lo que le ocurre y cómo se siente. Escribe en casa y escribe especialmente en la playa. Muy bellas las imágenes de Álex sentado en un banco solitario —cómo no— rodeado de vegetación salvaje junto a la arena.

En el diario confiesa que no quiere acostarse con su novia porque eso supondría convertir lo suyo en “más serio”. Y expresa su frustración por la situación familiar, especialmente por lo mal que lo pasa su hermano menor.

Y en ese diario relata su tormento tras el impactante suceso, de como su mente debatía sin parar y su cuerpo quería desaparecer. En una de las mejores escenas del filme lo vemos duchándose tras lo ocurrido, cómo se cubre el rostro dejándose caer con el agua y el sonido de esa lluvia mezclado genialmente con el trinar de pájaros: la imagen de su querer desaparecer del mundo.

 

¿Liberación?

Y de hecho desaparece más que nunca, se escabulle y consigue que nadie sospeche de él. Nada detectan ni Jared, ni los atareados padres ni el policía que investiga el caso creyendo que están implicados algunos de esos skaters marginados.

Sólo Macy —una amiga bien despierta— se da cuenta de que algo le pasa. Las chicas acostumbran a ser más intuitivas que los chicos, aunque Jennifer —muy centrada en sí misma— tampoco se percata del peso que carga su novio.

Y Álex acaba cortando con ella, nada le aporta esa chica —genial la escena en la que se lo dice con el tema musical «La gradisca e il principe» de Amarcord de Fellini substituyendo las palabras, entiendo como forma de plasmar la farsa de su relación—.

Pero Macy es otra cosa, le escucha con la cercanía e interés necesarios para que él confíe y pueda salir de su encierro. Ella sabe que su amigo tiene un problema que no puede explicar y le aconseja desde su limitada experiencia adolescente.

Le dice que ella escribiría una carta a la persona que ofendió pidiéndole disculpas o a alguien en quien confíe —y se ofrece—: “Así podrías sacarlo fuera y te liberarías del estrés, te sentirías aliviado”. Y añade que la carta la puede guardar, entregar o quemar.

Así lo hace y en la noche la quema junto a las hojas incriminatorias de su diario en una hoguera en su playa de soledad.

Con esas imágenes y las de los skaters practicando por la ciudad concluye la película. Un final abierto a interpretación, ¿será suficiente esa quema para liberar tanta carga?

A mi entender, es difícil que sea así. El consejo de Macy es bueno para sacar todo lo que esconde pero no es lo mismo quemar palabras que pronunciarlas a oídos empáticos. En una situación así es cuando más se necesita alguien “sabio” capaz de escuchar y entender sin juzgar.

La falta de ese alguien referente en la vida de Álex —Macy no tiene tablas— impide que el muchacho pueda liberarse realmente recibiendo apoyo y consejo.

La carencia de Álex —como ya se ha dicho— es desafortunadamente común en nuestra sociedad. Qué bueno sería que los adultos —padres o no— fuéramos capaces de ser referentes para las nuevas generaciones haciendo real el sabio mensaje de Hodding Carter: «Dos legados duraderos podemos dejar a nuestros hijos: uno, raíces; el otro, alas».

 

***

Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Jordi Mat Amorós i Navarro

 

 

Imagen destacada: Paranoid Park (2007).

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