[Crítica] «Lenguas de obsidiana», de David Shook: Porque todo es el sur

El volumen del poeta estadounidense (Los Perros Románticos, 2019) se inscribe como una cartografía múltiple, una lectura heterodoxa, que salta en el tiempo y espacio, y que llega a nosotros para pensar una vez más nuestra propia identidad bifurcada hacia la región austral del río Bravo.

Por Francisco Marín–Naritelli

Publicado el 11.1.2021

“Mi lengua es un manojo de salvia, oh. / Salvia salvaje, recogida del sendero / donde las abejas anidan después de trabajar /con las flores, donde las abejas anidan /después de sus bailes y fiestas”.
David Shook

David Shook es poeta, traductor y editor estadounidense que divide su tiempo entre el norte de California y el norte de Irak. Ha traducido más de quince libros del español, incluyendo obras de Mario Bellatin, Tedi López Mills, Jorge Eduardo Eielson y Pablo Jofré. Justamente este último traduce Lenguas de obsidiana para Los Perros Románticos (2019).

Con portada de Nicolás Brino, la edición chilena nos muestra un poemario universal, toda vez que atrae, centrípeto, dentro del longitudinal espectro de las lenguas, cuyo sentido es la construcción de lo común, dislocando la separación entre lo externo y lo interno, lo local y lo global.

Aquí nos encontramos con dioses aztecas, santos católicos, lugares como El Paso (Texas), el río Balsas, la Academia Bautista del Estado de México, Kostanái en Kazajistán o el Museo de la Música de Teherán, urdiendo raíces también en lo ignoto, lo prehispánico, junto a la inclusión de variados intertextos (Eduardo Lizalde o Francisco Hernández).

“Nuestras lenguas no son cucharas/ ni flechas. Ni pétalos de flor/ ni hojas. Nuestras lenguas son/ lenguas de obsidiana” (pág. 7).

“Te alabo por no confundirnos con los moros, /por admitir que esta piel no es cuero de desierto, /que nuestros corazones no son como sus pequeñas piedras /como cuescos de dátiles o de damascos” (pág. 20).

Al fin de cuentas, los sufrimientos de lo moderno son algo propio, más allá si somos peruanos, chilenos o norteamericanos. Todos habitamos ciudades, grandes capitales y metrópolis, donde “hay más antenas parabólicas que árboles”. Entre fronteras y policías. Con angustia y recelo. Con fragilidad y sudor por la falta o exceso de trabajo.

“Los últimos meses la he mirado con lástima. / Estoy en el décimo piso e incluso aquí escucho el zumbido/ de las máquinas perforadoras, el susurrar de los autos y/ los gañidos de perros que se niegan a morir” (pág. 8).

“El teléfono no deja de sonar. Otros nos llaman desde / cementerios lejanos y verticales” (pág. 52)

“Abajo hay policías, limpiabotas, enfermeras, enanos, ladrones. /Las llamas saltan de las ventanas y el aullido de las sirenas anuncia /el reinado de la violencia” (pág. 26).

“(…) Últimamente he estado haciendo /doble jornada, desde que Luis se emborrachó. / El trabajo está en nuestra sangre (ensangrentado, como decías)” (pág. 23).

Hay un aspecto interesante a resaltar que es el espíritu festivo, asociado a los brebajes y las hibridaciones, en clara alusión al sentido carnavalesco bajtiano, sin dejar de lado la criticidad poética, pero distante de monsergas puramente aciagas y altisonantes.

Allí también comparecen lo propio de estas tierras, tantas latitudes e historias. Volviendo a la lengua, a través de las lenguas, como movilización. La figura del afta sería, en este caso, su doblez, o sea cuando la lengua es lengua muerta.

“Te alabo por el mezcal, el tequila, la cerveza, /los licores sin nombre en desteñidas botellas de plástico” (pág. 20).

“Que vengan ajíes. Que salten choclos y berros. / Que ciruelas y mangos bajen de sus árboles” (pág. 47).

“Los poetas son apedreados y están solitarios / o están solitarios y son apedreados y tal vez el zorzal fue alguna vez un pájaro” (pág. 58).

“¿Quieres ganar? David es igual a ti. Se tira el día navegando en /internet, /escribiendo poemas. Olvídate de la paz en el mundo, / el dinero es lo que funciona, perro” (pág. 44).

En definitiva, Lenguas de obsidiana se inscribe como una cartografía múltiple, una lectura heterodoxa, que salta en el tiempo y espacio, y que llega a nosotros para pensar una vez más nuestra propia identidad bifurcada al sur del río Bravo. Porque todo es el sur.

 

***

Francisco Marín-Naritelli (Talca, Chile, 1986), además de periodista y de magíster en comunicación política (titulado doblemente en la Universidad de Chile) las ejerce también como profesor en la Universidad Andrés Bello y como un prolífico escritor nacional, cuyas últimas publicaciones son el libro de cuentos Interior con ceniza (Ceibo Ediciones, 2018) y el volumen experimental de El perfecto transitivo (Filacteria, 2019).

Igualmente fue el director titular y máximo responsable editorial del Diario Cine y Literatura, entre agosto de 2017 y mayo de 2020.

 

«Lenguas de obsidiana», de D. Shook (Los Perros Románticos, 2019)

 

 

El traductor, Pablo Jofré

 

 

Francisco Marín-Naritelli

 

 

Imagen destacada: El poeta David Shook.