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Yoko Ono, Dream Come True: Las fibras de los espectadores

Esta muestra retrospectiva expone obras emblemáticas de la artista en torno a temáticas como el amor, la paz, la contemplación y la mujer y su esencia. Agustín Pérez Rubio, director artístico de MALBA y co-curador junto a Gunnar B. Kvaran, director del Astrup Fearnley Museum, en Oslo, han seguido instrucciones específicas acerca del modo en que debía estar expuesta la producción que muestra más de 40 años de trayectoria.

Por Isabel Torres Macchiavello

Publicado el 26.08.2017

Cuando pensamos en arte conceptual, ¿qué entendemos? Es un arte complejo, donde la idea predomina por sobre un objeto producido con un fin estético. Es el arte de las ideas que surgió a comienzos de los años ’60 respondiendo a la inconformidad del rol femenino en la sociedad, la Guerra de Vietnam, el formalismo, entre otras, es la necesidad del artista de invitar a la acción reflexiva y no solamente a la contemplación.

Dentro de esta corriente existen muchas expresiones como el Performance, Land Art, Arte Povera, Body Art, etcétera. Las que tienen una condición principalmente efímera, donde el artista despoja el sentido instrumental de los objetos y los descontextualiza, abre un diálogo directo con el espectador, generando nuevas ideas sobre un objeto. Este arte propone una relación directa entre obra y visitante, quien es provocado a la reflexión y donde este comúnmente es invitado a participar como co-creador de las obras, como es el caso de esta gran muestra donde las piezas se intervienen en una experiencia estética.

Yoko Ono, artista conceptual, nacida en Tokio en 1933, mundialmente conocida por haber sido la esposa de John Lennon durante once años. Y después de experimentar esta exposición puedo entender por qué es considerada una artista más allá de su relación con el ex Beatle. Su obra me ha conmovido profundamente ya que toca fibras muy sensibles del mundo femenino contemporáneo mundial y no sólo en relación a lo femenino, fibras humanas. Se podría decir que su concepto va más allá de lo contemporáneo, son ideas primarias de lo que significa ser mujer y persona en este planeta.

Esta muestra retrospectiva expone obras emblemáticas de la artista en torno a temáticas como el amor, la paz, la contemplación y la mujer y su esencia. Agustín Pérez Rubio, director artístico de MALBA y co-curador junto a Gunnar B. Kvaran, director del Astrup Fearnley Museum, en Oslo, han seguido instrucciones específicas de cómo deberían estar expuestas las obras que muestran más de 40 años de trayectoria.

Entrar a esta exposición en un principio fue desconcertante, pues existe un vacío, que a medida en que uno se va adentrando en la obra, logra llenar con reflexiones propias sobre las ideas expuestas en frases encima de las murallas. Se ven reflejadas claramente sus raíces japonesas minimalistas, que invitan a la meditación. El poder de sus ideas radica en la necesidad de mostrar el poder del ser humano en su esencia y lo inhumana que puede llegar a ser la realidad. Tener el espacio de silencio donde podamos reflexionar en torno a temas como el uso y el derecho de aguas, la esclavitud y el abuso y las frustraciones es tan importante y válido, que me siento agradecida.

Fue definitivamente una experiencia psicomágica donde la artista te invita a realizar actos de liberación en relación al yugo de los estigmas, sobre todo el femenino. Ser mujer hoy no es fácil, ya que siempre estamos, como mujeres, sometidas al cuestionamiento publico y a nuestros propios juicios, en factores que nos definen en relación a la propia auto percepción.

Esta exposición me impresionó intensamente, especialmente la obra colectiva «Resurgiendo», basada en la convocatoria hecha por la artista y CorpArtes a las mujeres chilenas, en la que se les pide un escrito anónimo, un testimonio sobre algún daño del cual hayan sido víctimas por el sólo hecho de ser mujeres, acompañado el escrito con una foto de sus ojos, el objetivo es iniciar un camino hacia la auto sanación. Todo este material será compilado en un libro y la convocatoria estará abierta hasta el 8 de octubre, a través de la pagina web de esta fundación. «Resurgiendo», así, es un proyecto de Yoko Ono que se inició el año 2013, en el cual ha podido recopilar miles de relatos de mujeres de todas partes del mundo. Se exhibió por primera vez en la 55° Bienal de Venecia, en el Palazzo Bembo, como parte de la muestra Personal Structures. “Escucha a tu corazón, respeta tu intuición. No hay límites, ten coraje, ten rabia, estamos todas juntas. Sigue tu corazón, usa tu intuición, manifiestate, no hay confusión», escribió la artista.

No me considero feminista, pero como la gran mayoría de las mujeres, me siento sumamente en desventaja por este hecho. Desde que somos niñas vivimos aceptando una serie de consecuencias de la discriminación de género. De ser consideradas objetos, seres inferiores, vulnerables, y que cuando se nos ocurre la fatídica idea de expresar nuestro descontento somos tildadas de brujas, locas, paranoicas, exageradas, lateras y uff, un sin número de adjetivos que nos menoscaban aun más. Sí, estamos expuestas desde muy temprana edad a este estigma, cuando en realidad somos el elemento que contiene la vida.

Me hizo recordar un hecho que se hizo muy público, hace un tiempo atrás, donde un cantante muy conocido torturaba y maltrataba a su pareja y toda la controversia y el diálogo que este acto generó y como ella fue cuestionada y por sobre todo el hecho de leer a otros personajes conocidos del mundo de la música nacional como la cantante Camila Moreno y la carta pública que escribió en relación a todas las veces que se había visto violentada y abusada. Se abrieron diálogos con mujeres y descubres cómo cada una de nosotras ha sido víctima de abusos de distinta índole, sólo por el hecho de ser mujer. En conclusión, fue evidente constatar, que en el fondo, lo que hacemos las mujeres en general es callar, por no exagerar, por no traicionar, por no dar explicaciones, porque sabemos que es más fácil ceder y guardar secretos. Esta invitación de la artista es profunda y es a exactamente eso, a no callar, no debemos callar aunque molestemos, aunque muy probablemente seamos quemadas en la hoguera, no debemos callar por nosotras, por nuestras hijas.

Considero tan valioso darse la oportunidad de visitar esta exposición porque, ya seamos hombres o mujeres, debemos otorgarnos la instancia de tener estas reflexiones como seres humanos contemporáneos. Vivimos en un país donde durante treinta años el aborto terapéutico estuvo penado por ley. Vivimos en un país en el que el agua y las riquezas naturales les pertenecen a privados y bueno hasta cuándo nos quedaremos callados…

Definitivamente Yoko Ono, sus obras e ideas, logran mover de una manera muy delicada, sin embargo profunda, las fibras íntimas de los espectadores.

CorpArtes 660, del 23 de junio al 22 de octubre de 2017

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