Concierto 1 del Municipal de Santiago: Una apuesta artística arriesgada… que resultó

La Filarmónica capitalina -después de un receso oficial de casi tres meses- nos regaló una línea musical bien hilada a través del programa escogido (el cual incluyó partituras de Tchaikovski, Prokofiev y Schnittke), en un desempeño orquestal que captó la atención de su público, desde el inicio hasta el final. En días de la inmediatez, de la agonía de revisar constantemente el teléfono celular, una presentación docta en la cual los organizadores se la juegan por seducir al espectador, entrega la esperanza de que aún se puede disfrutar de este tipo de eventos masivos.

Por Luis Felipe Sauvalle

Publicado el 8.3.2019

La presentación de obras de compositores rusos se ha convertido en un hecho común en la Orquesta Filarmónica de Santiago, en particular desde la llegada del maestro Konstantin Chudovsky como director titular de la agrupación en la temporada 2013. Por lo general los programas de cultura buscan el balance entre lo clásico y lo contemporáneo –se viene una adaptación de ballet de la novela La casa de los espíritus de Isabel Allende– intentando apelar a las nuevas audiencias, o siquiera no quedarse atrás y ser considerados obsoletos.

Sin embargo, nadie puede reinventar la rueda, el canon musical sigue escrito en piedra. Así las cosas, la temporada 2019 del Teatro Municipal de Santiago abrió con todo. Dedicada a los compositores rusos –la Marcha eslava de Tchaikovski, la Suite Romeo y Julieta No. 2 de Prokofiev, y la suite de las Almas muertas de Alfred Schnittke–, la presentación del jueves 7 de marzo cautivó de principio a fin: primero por su épica, hacia el final por su desenvoltura estilística y sonora.

 

La Orquesta Filrmónica de Santiago durante su presentación del jueves 7 de marzo en el primer concierto de la temporada 2019

 

Un poco de historia

Sabemos que Rusia llegó tarde al concierto de naciones de Europa. Solo con el zar Pedro el Grande el ahora Imperio Ruso da los primeros pasos para salir del mundo feudal en el que se encontraba inmerso. Con su nueva capital ubicada en San Petersburgo, con la avenida Alexander Nevsky convirtiéndose en el primer espacio público, Rusia abraza la cosmovisión de Occidente. En cada ámbito de las ciencias y de las artes prima la idea de triunfar ya sea en las metrópolis de Europa (Florencia, París) o bien en el ámbito de las mentalidades. Se miran a sí mismos a través de los ojos de esta Europa a la que quieren pertenecer. Ya lo decía el novelista Nikolái Gógol, quien durante sus largas estadías en Italia gozaba de: “poder ver a Rusia toda una, para así poder abrazarla”.

Es este el recorrido por la historia de los rusos que la Orquesta Filarmónica de Santiago nos invitó a realizar. Un Tchaikovski que tenía los ideales musicales de la Ilustración asimilados, un Sergei Prokofiev que debe plegarse a la épica y a la crudeza de la Revolución Bolchevique, un Alfred Schnittke que siendo ruso-alemán, opta por el romanticismo en su suite de Almas muertas. Justamente el punto alto de la jornada lo marcó ese divertimento final, en el que se finge un descalabro sobre el escenario (el pianista habría olvidado su pieza, el director le pregunta al primer violín si sabe tocar el piano, éste dice que no). El pianista es “expulsado” del proscenio durante el desarrollo de la obra pero regresa con la partitura aprendida tras bambalinas, entregando una interpretación sólida, con la complicidad del público asistente (y entusiasta).

A mi juicio la apuesta –pues poner en escena dos propuestas distintas para destacar el contraste es siempre una apuesta– da resultados. Tenemos a un Tchaikovski pétreo, monumental, y tenemos también a un Schnittke más chasconeado. Al margen de surgir de distintos gérmenes musicales, la Filarmónica nos regaló una línea musical bien hilada que captó la atención de principio a fin. En días de la inmediatez, de la agonía de revisar constantemente el teléfono celular, un concierto en el cual los organizadores se la juegan por seducir al espectador entrega la esperanza de que aún se puede disfrutar de este tipo de eventos masivos.

La próxima presentación de la Orquesta Filarmónica de Santiago (concierto 2 de la temporada oficial 2019) se encuentra programada para los días miércoles 13 y jueves 14 de marzo, cuando a las 19:00 horas, y sobre el escenario del histórico recinto de la calle Agustinas, la agrupación docta ofrezca un repertorio basado en obras de los compositores Ludwig van Beethoven, Ciro Vila Castro y del creador húngaro Béla Bartók, todos bajo la dirección y la batuta experta del maestro chileno y Premio Nacional de Artes Musicales, Juan Pablo Izquierdo Fernández.

 

Luis Felipe Sauvalle Torres (1987) es un escritor chileno que obtuvo el Premio Roberto Bolaño -entregado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, y que reconoce las obras inéditas de jóvenes entre los 13 y los 25 años- en forma consecutiva durante las temporadas 2010, 2011 y 2012, en un resonante logro creativo que le valió ser bautizado en los ambientes literarios locales como “El Tricampeón”. Asimismo, ha participado en múltiples ocasiones en la Feria del Libro de Santiago de Chile, así como en la de Buenos Aires y ha vivido gran parte de su vida adulta en China y en Europa del Este. Licenciado en historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile es el autor de las novelas Dynamuss (Chancacazo, 2012) y El atolladero (Chancacazo, 2014). También es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

Una imagen de la ejecución de la difícil Suite «De las almas muertas» de Alfred Schnittke en el Concierto 1 del Municipal de Santiago, temporada 2019

 

 

Dominique Thomann Etchegaray, subdirectora administrativa de la Orquesta Filarmónica de Santiago y una de las responsables intelectuales del alto nivel interpretativo que ofrece hoy en día la agrupación

 

 

Luis Felipe Sauvalle

 

 

Tráiler:

 

 

Crédito de las fotografías utilizadas: Marcela González Guillén, del Municipal de Santiago, Ópera Nacional de Chile.