[Crónica] La puesta a prueba de lo común en dos votos

Camila trabaja en una heladería y nos conocimos en la playa, yo me cubría del sol con una revista y ella estaba ahí paseando con su quiltro que rescató del basural, nos acercamos y de repente me oí hablándole como solía hablarle a Tania cuando yo no entendía nada, cuando leía las estaciones para inventar el día con su cuerpo: hoy votaremos juntos.

Por Darwin Rodríguez Suazo

Publicado el 21.11.2021

«Usted que es entendido en fieras sabe el secreto. ¿De qué se sorprende entonces?».
Alfonso Alcalde

«En este día se resuelve si Eurípides vive o muere».
Aristófanes

De pijama Tania no usaba ropa y yo sucumbía por su espalda y ella susurrándome palabras lobas…

No éramos pololos. Tampoco amigos. Creo haberle dado cosas de mí que ni yo sabía que podía dar. Y ella me contó aún más. Me contó todo. Y de repente nos separábamos días completos, semanas.

Años después yo me había cambiado de universidad y estudiaba en Concepción, pero seguía yendo a Temuco. Una cosa que atraía de mí a Tania era mi discografía política. Ella era una mujer política, aunque en vez de intentar hacer poder, Tania lo deshacía.

 

La magia de imaginarte después de mí

Camila trabaja en una heladería. Nos conocimos en la playa. Yo me cubría del sol con una revista y Camila estaba ahí paseando con su quiltro que rescató del basural, nos acercamos y de repente me oí hablándole como solía hablarle a Tania cuando yo no entendía nada, cuando leía las estaciones para inventar el día con ella. Hoy votaremos juntos.

Por supuesto llevamos un libro, uno reciente: La puesta a prueba de lo común (2014). Sus autores son investigadores independientes de la región del Biobío.

—¿Lo vas a leer completo?, me pregunta Camila mientras escoge un lápiz para llevar.

—La verdad, la verdad… después de todos estos años intentaré al azar, el capítulo se llama: ‘La articulación como problema en sí mismo’.

—Voy a votar con lápiz rojo, me dice Camila.

—Yo te llevo la réflex, le digo abusando de las señales.

Venimos hasta la escuela de Cerro Navidad donde me toca votar.

—Ya, no te hagas el inocente, ¿de qué va el libro?, me dice Camila.

—Me parece que se preguntan cuál sería el sentido común de lo colectivo. Y para dar una respuesta consideran indispensable extraer la comprensión de agentes locales al respecto. Logrado eso, ellos intentarían cotejar tales comprensiones con su propia perspectiva de lo colectivo.

—Eureka.

—Sí, podría ser. Sin embargo el sujeto colectivo es el objeto de investigación. La estrategia consiste en indagar cuánta reflexión manifiestan tales agentes en las relaciones que esos mismos agentes vivencian.

—Son como naturalistas.

—No alcanzo a captar si acaso el observador está, y si es que está, cuánto tiempo pretende pasar mirando la caja.

—O narradores omnívoros.

—Esto me gusta: la lista del análisis, estaría en los momentos de mayor intensidad política del colectivo.

—Diáfano.

—Cito: Lo ‘político’ dice particularmente relación con el deseo y el propósito de tomar distancia con respecto a los modelos hegemónicos de la práctica artística.

—A ver, préstame eso.

Camila me saca el libro de las manos. Enseguida dice:

—¿Y qué tiene que ver esto con el arte?

—No, si el apartado no es sobre arte, es sobre el compromiso con la escena. Mira: la predisposición a compartir experiencias y exponerlas a la reflexión, así como también en la capacidad de interactuar en torno a esos objetivos.

—¿Los objetivos del colectivo?

—Tendría que ser.

—A ver, sigue.

—… intentamos averiguar si para estos agentes locales existe una conexión entre las investigaciones y producciones que desarrollan de forma individual, y aquellas actividades y acciones que tienen cabida dentro de espacios de carácter colectivo.

—Ya entendí. Te toca votar.

Camila me apura tras recibirme del secreto de la urna. Le digo:

—La producción de lo común tendría como condición de posibilidad el compromiso de la práctica artística con su contexto y con su época, esto en contrapeso a lo que R. & M. denominan lo tradicional: la autoría como marca registrada.

Camila sonríe:

—El tap stroke, claro, son la época y el contexto en que vivimos, que exigen a cualquier producción, ora colectiva, ora individual, poseer valor de cambio.

—O invocar la magia de imaginarte después de mí.

 

***

Darwin Rodríguez Suazo (Tomé, Chile, 1988) estudió sociología en la Universidad de Concepción y es magíster en literatura hispanoamericana contemporánea por la Universidad Austral de Chile. Desde las posibilidades de la narración breve, su quehacer también abarca la indagación literaria y la reflexión sobre la comunicación de masas.

 

«La puesta a prueba de lo común» (Plus Ediciones, 2014)

 

 

Darwin Rodríguez Suazo

 

 

Imagen destacada: Plus Ediciones.