[Crítica] «Estado de Derecho y revolución legal»: Luces para comprender la contingencia

No hay en el libro de Iván Aróstica —expresidente del Tribunal Constitucional de la República— recetas, prescripciones ni abracadabras que nos den la solución, pero como dice un apotegma de las matemáticas, un problema, mientras no se formule, jamás puede tener una solución, y en estas páginas su autor ofrece una lúcida exposición del diagnóstico.

Por Pablo Errázuriz Montes

Publicado el 4.9.2023

La producción intelectual de nuestro medio criollo, hay que decirlo, es bastante flaca. Es verdad que las grandes editoriales y universidades estimuladas por aportes de foundations, financian, publican y publicitan, con abundancia atosigante, libros de línea progresista, la mayoría de los cuales vegetan en los anaqueles de las librerías.

Cantidad obviamente no es calidad y menos producción genuina de inteligencia. Los diarios levantan autores siguiendo los dictados de lo políticamente correcto, muchos de los cuales oscilan entre la inanidad, lugares comunes y redacciones abstrusas que pretenden ocultar lo que son: galimatías.

Así, con la excepción de Carlos Peña, en alguna medida Alberto Mayol, y muy poco más, el progresismo criollo carece de autenticidad intelectual que merezca la pena. La derecha en tanto, padece de confusión mayúscula. Axel Kaiser con sus mediáticos opúsculos sobre economía, social cristianos como Daniel Mansuy Huerta, Hugo Herrera y Pablo Ortúzar y muy poco más. Plagados de lugares comunes, no ofrecen herramientas para alumbrar el laberinto donde nos encontramos.

A favor de ellos, hay que decirlo, no es nada fácil nadar contra la corriente progresista hegemónica. Y porque es flaca esa producción intelectual, se valora especialmente el esfuerzo del autor del libro que comento, que sí ofrece orillas donde dirigirse en este naufragio.

De Iván Aróstica Maldonado (1957) solo conocía su tarea como ministro y luego presidente del Tribunal Constitucional. Sabía que era académico, y que, por sus vínculos, era políticamente conservador. Inducido por un amigo común, asistí al lanzamiento de su libro y quedé gratamente impresionado de sus palabras. Una elocuencia académica pero apasionada, recordándonos que, sin pasión, la producción intelectual nada vale.

Su condición de actor y testigo privilegiado de nuestra realidad político y jurídica, que él bautizó como Revolución Legal, y su elocuente discurso, me pareció podía ofrecer luces para comprender la contingencia, en la cual colisionan, expectativas generadas en una caótica sociedad de consumo, cambios tecnológicos sorprendentes, y una revolución post marxista, sazonada con utopías globalistas debidamente aceitadas, con dinero de foundations.

La lectura del libro me ha confirmado mi impresión inicial: el autor abre cortinas y puertas para aquella mejor comprensión de nuestra accidentada realidad contemporánea.

 

Los dramáticos dilemas que vive el Chile contemporáneo

Su libro se compone de cuatro capítulos basales. Los dos primeros, digestivos para lectores familiarizados con el derecho, la filosofía y la historia. Suscribe una genealogía del pensamiento contemporáneo, con la cual no coincido exactamente, y otra genealogía de los acontecimientos históricos de Occidente que es consecuencia de la concepción del mundo por él desarrollada. Hasta ahí, nada muy nuevo a lo ya escrito.

Pero en los dos últimos capítulos, Aróstica nos interpela, con la descripción del Chile que él vivió desde su experiencia pública. Siendo portador de una sólida formación académica clásica, le ha permitido dicha experiencia, absorber, comprender, procesar e interpretar esos acontecimientos del Chile contemporáneo de manera lúcida y diría yo, novedosa.

Hay que decirlo: esa capacidad de vuelo intelectual aquilino, es muy escaso entre jueces, burócratas, empresarios y políticos de nuestro medio, que más podrían asimilarse a esas aves de corral que emprenden vuelos cortos pesados y azarosos.

Ortega y Gasset sostenía, que la super especialidad es uno de los grandes enemigos de la sociedad contemporánea y el gran vehículo de la masificación. En nuestro Occidente, los actores en roles de responsabilidad y poder, saltan desde la universidad, a la carrera de cada cual, y la urgencia e intensidad de los problemas que les atañen, absorben su inteligencia de una forma perversa.

A tal punto que, esos actores super especializados, carecen de una perspectiva amplia, condición necesaria para tener un juicio cabal de la circunstancia que le rodea. La super especialidad impide tener altura para observar el contexto de los acontecimientos.

La experiencia de la pandemia, donde no hubo desatino y estupidez que no se cometiera, dejó en claro, que, si dejamos el mundo en manos de los super especialistas, nos extinguiremos como los dinosaurios. Robert McNamara personaje central de la política norteamericana de post guerra, reconoció al final de sus días en una entrevista, que muchas de las decisiones en que participó —que a veces costaron vidas de muchos seres humanos— fueron estúpidas por culpa de su sesgada perspectiva de ingeniero.

La clase empresarial, política y judicial es un ejemplo evidente de este fenómeno: es de tal intensidad el esfuerzo de trepar y sostenerse para ser elegido presidente, senador, juez, diputado, director de empresa o gerente de megaempresas, que gran parte de esos dignatarios, son analfabetos funcionales que poco o nada entienden respecto de lo que se encuentra en juego en el Chile contemporáneo, y, lo que resulta azorante, se encuentran a cargo de nuestros destinos colectivos.

Iván Aróstica asume un cargo que absorbe intelectualmente como pocos (ministro y presidente del Tribunal Constitucional) pero ya hombre maduro, dotado de una cultura y perspectiva del mundo, que le permite interpretar los acontecimientos.

Y nos ofrece entonces, en los capítulos tres y cuatro de su libro, reflexiones y juicios que le inspira aquella experiencia en la judicatura, y nos somete a la tensión de cuales son, los dramáticos dilemas que vive el Chile contemporáneo.

No hay en su libro, recetas, prescripciones ni abracadabras que nos den la solución. Pero como dice un apotegma de las matemáticas, un problema, mientras no se formule, no puede tener solución. Aróstica ofrece una lúcida formulación del problema.

Los abundantes pies de página, que a algún lector pudiesen distraer y perturbar, personalmente los considero como el gran aporte de la obra al igual que la bibliografía citada. Dan cuenta de un trabajo de una profundidad muy escasa en nuestro medio.

Como el chileno lee poco, me atrevo a una sugerencia al autor: que, en una nueva edición, se entreguen los dos últimos capítulos en exclusiva. Deformación profesional de nuestra profesión de abogados, es no dejar cabos sueltos en un discurso.

Además, Aróstica es académico, y ese prurito por la precisión se potencia en la academia. Pero para el gran público, es posible que los dos primeros capítulos pueden ahuyentar a lectores que podrán sacar un provecho de los dos últimos capítulos, provecho que me parece urgente, para disipar en algo la niebla que oscurece la contingencia nacional.

 

 

 

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Pablo Errázuriz Montes (1958) es un abogado chileno, que prepara la publicación de su primera novela, inspirada en la Guerra del Pacífico.

 

«Estado de Derecho…» (Editorial Tiran lo Blanch, 2023)

 

 

Pablo Errázuriz Montes

 

 

Imagen destacada: Iván Aróstica.