«Réquiem por el sueño americano»: El documental basado en los estudios de Noam Chomsky

El poeta y juez chileno toma como excusa las reflexiones políticas del pensador estadounidense —vertidas en este largometraje de no ficción de 2015 y debido a los realizadores norteamericanos Peter D. Hutchison, Kelly Nyks y Jared P. Scott— con el fin de deslizar ideas y observaciones en torno a la bullente realidad chilena y su demanda de permanentes cambios sociales y estructurales al actual modelo de desarrollo.

Por Víctor Ilich

Publicado el 8.9.2020

Lo complejo no se abre con una sola llave. ¿Quién conoce lo que hay en el corazón del ser humano? ¿A cuántos caprichos llamamos necesidad? Y si no puede dar una viña higos, ni un olivo duraznos, de dónde surge esa tendencia tan natural de negar o torcer lo evidente, aquello que es manifiesto en las áreas de la vida. Es cierto que nuestros sentidos nos pueden engañar, así lo ha comprobado la neurociencia, y los falsos recuerdos estudiados por Elizabeth Loftus no ayudan a esclarecer los hechos, pero así como hay sueños que se logran hacer realidad, también es posible conocer la verdad: nuestra verdad.

Alguien dijo que conocer la verdad nos haría libres. Y como muchos no se sienten esclavos, no necesitan conocer ninguna otra verdad distinta a la que ya han atesorado. Y si es verdad que no se puede servir a dos señores: el amor al dinero y al poder que conlleva perpetuará servidores en un culto irracional. Ya que servir a un dios que cambia de precio en la bolsa de comercio, en vez de dar seguridad hoy, malogra nuestra paz y manifiesta su aparente e inestable influencia.

¿Y acaso la avaricia es racional, sabiendo que moriremos? ¿Combatirlo? Solo si hace daño a otro. Cada uno es dueño de estrellarse en su propio muro y si se arrienda para tales fines, que conste que le advertí que saldrá más caro.

Luego de ver Réquiem por el sueño americano (2015), un documental basado en las observaciones y estudios de Noam Chomsky, me resultó inevitable pensar en mis sueños. Y en nuestros sueños como familia. Imagino que usted sueña también. Reconozco que hay sueños que he abandonado y a otros los he dejado morir.

Usted también sabe que no todos nuestros sueños son generosos y altruistas. De allí que quitarle el oxígeno a nuestro egoísmo pueda ser un acto de piedad, ya que parece cruel prolongar artificialmente la vida de lo ahogado, aquello que tampoco piensa en el oxígeno de los demás y que nace condenado a la soledad.

Y recordé el Réquiem, de Mozart, y el de Fauré, específicamente, aquella parte de la liturgia llamada Dies Irae; y si realmente existiese un Creador que fuese juez, pensé: ¿acaso es incapaz de hacernos justicia?

Y si es cierto que Mozart murió endeudado, no hay grandeza alguna que asegure por sí sola saber administrar incluso nuestros sueños. Y poder estar despiertos frente a los sueños ajenos, para que estos no se transformen en nuestras peores pesadillas, suena prudente.

Son tiempos difíciles, usted lo sabe. Siempre lo han sido, pero no se confunda, hay una ley inevitable que nunca ha sido derogada, ni perdido su eficacia; no se sustenta en ninguna teoría, la confirma su evidencia histórica. Es cosa de mirar el pasado, y también nuestro pasado y tener paciencia y soportar un poco la espera del futuro: lo que uno siembra, lo cosecha, y en esto no hay diferencia alguna entre las personas, ni clases sociales, tipos de sangre o capacidad económica. Es un ejercicio de igualdad en su máxima expresión.

Y si la verdad histórica fuese un objeto, visualizarla como un dodecaedro —figura geométrica de doce caras— no sería tan descabellado, ya que siempre la verdad es posible de observar y apreciar de diferentes lados o perspectivas, lo relevante es que de donde sea que la miremos se ajuste a la realidad de lo observado, aunque sea un fragmento, y si los matices son variaciones de un mismo color, el color como referente es uno.

Por ejemplo, mantener un nivel de vida cómodo o, mejor dicho, con ciertas comodidades con sueldos bajos y productos cada vez más caros, implicará endeudarse. ¡Qué verdad! Y tener un sueldo alto no será garantía de no endeudarse, ya que si el nivel de vida al cual se aspira obedece a un estatus social elevado, aquello también conllevará al consumo de bienes cuya banda de precios sea de alto costo, y a fin de vivir aquel espejismo del reconocimiento social de tinte económico, el crédito se alzará como el estandarte de la aparente libertad. ¡Otra verdad! Y una gran cantidad de personas, sean pobres o con un mejor pasar, terminarán esclavizadas a las tres, seis o doce cuotas sin interés. Porque el único interés real es que no salga del círculo del consumo. ¡Qué matiz!

En este contexto, es paradójico que, por una parte, se promueva constantemente el consumo, basta ver la abundante publicidad en todos los medios de comunicación, plataformas digitales e incluso en las aplicaciones o Apps. Y por otra, se promueva en nuestro país el ahorro previsional voluntario (APV), sabiendo que una pensión equivalente al 70 por ciento de nuestro último sueldo requeriría, en el mejor de los casos, ahorros cuantiosos durante un prolongado periodo. Evidentemente, hay intereses contrapuestos. Manifiestamente, alguien gana a costa del resto o, en otras palabras, el flujo de caja fluye solo en una dirección.

Chomsky advierte sobre la concentración de la riqueza y el poder. En otras palabras, advierte sobre aquellos que velan solo por sus propios intereses, la tentación de pensar siempre en uno mismo es coherente con ser discípulos del consumo.

Y si el socialismo fracasó, como sostienen algunos, a la luz de la evidencia de aquellos países que creyeron en él como un mantra, y también el capitalismo ha sido manifestación de nuestros defectos, ¿cuál puede ser el modelo económico a seguir?

No lo sé, pero seamos realistas en algo, aún siendo una paradoja: la naturaleza humana siempre ha necesitado creer en algo o en alguien. Y una esperanza desorganizada es una balsa a la deriva y en medio de una tormenta, naufraga.

Es de justicia que nadie tenga el derecho de matar nuestros sueños, pero eso no impide saber que nosotros mismos podemos dejarlos morir, porque para que nazcan nuevos sueños, es necesario abandonar aquellos que llaman propio a lo ajeno o dulce a lo amargo. ¿Cómo distinguir el mejor camino? Dicen que observando los resultados en principio. Acumulando la evidencia. Probando los frutos, se reconoce el árbol.

Hace unos días una mamá me compartió la preocupación por su hijo, quien estaba bajo presión y endeudado, ella reconoció lo perverso de algunos aspectos del sistema. Encontró la evidencia: si hay carroñeros rondando, la presa está cerca. Quizás Chomsky hubiese celebrado el advertir la perversión, pero advertir cualquier manipulación para someternos que implique fabricar modelos, cualesquiera sean, para finalmente marginarnos y no participar en su corrección… en qué nos convierte.

En el reino de lo perverso aún lo aparentemente inofensivo resulta dañino o, en el peor de los casos, letal, y si amoldarnos a lo perverso tiene el potencial de pervertirnos, buscar otros moldes no parece tan insensato. Es así como al participar de la insensatez, lanzar la primera piedra contra alguien resulta demasiado ingenuo. Y convengamos en que hay sueños que tienen mucho de ingenuidad.

En definitiva, guardar un minuto de silencio por los muertos es loable, pero reconozcamos que es poco tiempo, si permanecer muerto es un periodo extenso, y es aquí donde cobra sentido ser transformados en piedras vivas del memorial permanente para el réquiem de un hombre vivo o de un hombre despierto. «Nacer de nuevo o morir en el intento», también puede ser una vieja consigna para un nuevo movimiento.

 

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Víctor Ilich nació en Santiago de Chile en 1978. Egresado del Instituto Nacional y de la Escuela de Derecho de la Universidad Finis Terrae, en la cual estudió becado. Abogado y juez de garantía en la Región de O’Higgins. Autor de más de una docena de obras literarias. Algunas de ellas han sido prologadas y comentadas por destacados académicos, escritores y críticos como Hugo Zepeda Coll, Thomas Harris, Andrés Morales, Alfredo Lewin y Juan Mihovilovich.

Entre sus obras se puede citar Infrarrojo, poemario presentado por el académico, escritor, poeta y miembro de la Academia Chilena de la Lengua, Juan Antonio Massone del Campo, quien le ha antologado, Réquiem para un hombre vivo, poemario dedicado al poeta Juan Guzmán Cruchaga (presentado por el ministro de la Corte Suprema y escritor Carlos Aránguiz Zúñiga y el ex ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Juan Guzmán Tapia), La insurrección de la palabra, Arte de un ocaso vital, Baladas de un ruiseñor (poemario erótico romántico), Dragón, escorpiones y palomas, Hojas de té, La letra mata (un texto que resucita la palabra), El silencio de los jueces, un texto para sazonar el corazón, prologado, en su primera edición, entre otros, por Sergio Muñoz Gajardo, quien fuese presidente de la Excelentísima Corte Suprema de Justicia (2014-2015), Disparates, poemario relativo a la libertad de expresión y los prejuicios (2016), Cada día tiene su afán (2017), que procura motivar en la lucha en contra del cáncer, presentado por Haroldo Brito Cruz, quien también fue presidente del máximo tribunal del país, con ocasión de la celebración del Día Internacional del Libro.

Y, además, ha lanzado el poemario titulado Toma de razón, en coautoría con Roberto Contreras Olivares, poeta y ministro de la Corte de Apelaciones de San Miguel, presentado en Hanga Roa, Isla de Pascua, en agosto de 2017. En abril de 2018 junto a otros tres jueces penales publicó el libro Duda, texto fruto del taller literario que impartió, al cual luego de terminar denominó “Ni tan exacto ni tan literal”. También, en octubre de 2019, en pleno estallido social, público Venga tu reino, poemario prologado por Felipe Berríos, S..J. y Alfredo Pérez Alencart, poeta y docente de la Universidad de Salamanca.

Por último, en marzo de este año 2020, publicó el libro Al derecho y al revés, que recopila las columnas de opinión y crítica literaria escritas bajo el alero del diario El Heraldo de Linares, quien patrocinó su cuidada edición, en un libro prologado por Lamberto Cisternas Rocha, quien fuese vocero de la Corte Suprema.

 

 

 

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Víctor Ilich

 

 

Imagen destacada: Noam Chomsky en Requiem for the American Dream (2015).