[Crítica] «La madriguera»: Un matrimonio que sobrevive

La elevada categoría de la actuación protagónica de Nathalia Aragonese y los virtuosos detalles del diseño integral y de la puesta en escena en su conjunto, devienen en los principales baluartes artísticos de esta versión nacional de la obra del dramaturgo estadounidense David Lindsay-Abaire —galardonada en su momento con un Pulitzer del género—, y la cual se exhibe hasta el próximo sábado 1 de julio en el Teatro Zoco de Santiago.

Por Enrique Morales Lastra

Publicado el 25.6.2023

En un montaje que está lejos de defraudar alguna expectativa previa, La madriguera es una obra dramática que despliega una calidad escénica que la ubica como de lo mejor que se ha estrenado durante este primer semestre de 2023 en la cartelera teatral santiaguina.

Así, una de sus mayores sorpresas lo constituye la actuación protagónica de Nathalia Aragonese, quien se revela como una intérprete de tablas de ligas mayores en esta producción del Teatro Zoco, y dirigida por Pablo Halpern.

Los registros de Aragonese, además de apropiados para expresar los sentimientos que estimula el relato dramático, le imprimen un sello particular y distintivo, lo cual hace que la actriz resplandezca con luces propias en el desarrollo de este montaje, que de casi dos horas de duración, se extinguen brevemente, gracias a la agilidad de su puesta en escena.

Nathalia Aragonese tiene un dominio de sus movimientos y de las variaciones de su contenida voz, en una perfección tal, que su personaje de Becca —una mujer que frisa los 40, y la cual se endurece para esconder la fragilidad que le deja la accidental muerte de su hijo pequeño—; termina por esconder en la memoria a la imagen que teníamos de ese rol, gracias a la versión que nos entregara de aquel, Nicole Kidman, en el filme Al otro lado del corazón (2010), uno de los grandes estrenos de inicios de la década pasada en el país, y también un hito en la carrera de la actriz de origen australiano.

En ese sentido, quizás podríamos achacarle a la dirección de Pablo Halpern que su adaptación queda a medio camino entre el guion de hábitat estadounidense, y la traslación a términos o palabras de la cotidianidad chilena, como lo son el pay de limón, por ejemplo.

De esta forma, esa mezcla de usos idiomáticos genera cierta extrañeza en el imaginario de los espectadores, que deben atender al hecho de que una pareja que vive a las afueras de Nueva York, consume diariamente esa tarta o postre, pero de semántica nacional, lo cual se contradice con el extendido uso que se hace de las botellas norteamericanas de la popular cerveza Budweiser en su puesta en escena, o de las nociones geográficas estadounidenses que se enuncian en los diálogos del mismo y adaptado guion.

 

Más allá de la tristeza

El diseño integral de Manuel Morgado, en efecto, se asienta de excelente manera en la territorialidad entregada por el escenario del Teatro Zoco, al representar en un lenguaje estético claro el fuera de campo tan importante en este montaje, pues gran parte de los hechos trascendentales de su argumento, jamás los observamos, y acontecen más allá de nuestra mirada y de la intimidad fracturada de ese matrimonio, incapaz de superar la dura pérdida en común, imposibilitados siquiera de divorciarse, y hasta de engendrar a otro niño, inclusive de tener sexo hace ocho meses, salvo de sobrevivir juntos.

Valiéndose de un único set decorativo, desplegado a través de distintos niveles de espacio y de alturas, Morgado hace visible la totalidad de esa hermosa y ficticia casa, en un ejercicio estructural lúdico y también de máximo aprovechamiento de las condiciones materiales del moderno Teatro Zoco, a fin de envolver la sensibilidad de la frágil Becca (Aragonese), en un diseño que evidencia con elocuencia estética, el profundo simbolismo del título de la obra: La madriguera.

Un refugio, una guarida imposible de abandonar, ante un exterior hostil, irreconocible e hiriente para los personajes, luego de su devastadora pérdida. En contraposición, la casa es el único lugar de acogida frente a lo ignoto de ese extraño «al otro lado de».

El actor Emilio Edwards, en tanto, si bien comienza su interpretación de menos a más, opacado por la luz que resplandece y emana desde Aragonese, luego repunta y constituye a un personaje como Howie, que adquiere un cierto contrapeso a la figura omnipresente de Becca, no solo para contenerla, sino que además con el objetivo de alzar su persona y su privado sentir, frente a la descendencia extraviada y la imposibilidad de trascender en el tiempo, de una forma tan vital y masculina para un hombre, como lo es la perpetuación de una progenie familiar.

Otro aspecto a destacar es la música de Ignacio Pérez, que demarca los tiempos cronológicos que separan a los distintos actos del montaje, con una recordable y nostálgica melodía, que apacigua la desazón y la tristeza inherentes a la muerte y a la lucha de un amor y de una relación, que batalla por no extinguirse en los reproches y en la constatación de la mutua culpa y de los errores compartidos.

Finalmente, queda la ternura y la compasión de unos espectadores por la responsabilidad moral mutua de Becca y de Howie, por simplemente persistir y sobrevivir juntos.

La madriguera se presenta hasta el próximo sábado 1 de julio en el Teatro Zoco de La Dehesa, en funciones que parten el día jueves, a las 20:00 horas.

 

 

Ficha artística:

Dramaturgia: David Lindsay-Abaire | Dirección: Pablo Halpern | Elenco: Nathalia Aragonese, Emilio Edwards, Norma Ortiz, Valentina Campos y Manuel Castro | Asistente de dirección: Sofía Elizalde | Diseño de escenografía e iluminación: Manuel Morgado | Diseño de vestuario: Zorra Vargas | Música: Ignacio Pérez | Fotografías: Daniel Corvillón.

Temporada desde el 3 de junio hasta el 1 de julio de 2023, en funciones de jueves a sábado, a las 20.00 horas. Entradas a la venta en Punto Ticket.

La madriguera es una producción de Teatro Zoco, Av. La Dehesa 1500, Lo Barnechea, Santiago.

 

 

 

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La escenografía de Manuel Morgado profundiza la nostálgica espera de un golpeado matrimonio por una nueva oportunidad vital

 

 

 

Crédito de las imágenes utilizadas: Daniel Corvillón.