[Crítica] «Leer mata»: En las entrañas mismas de nuestro ser

Podría estar horas comentando este ensayo de la autora española Luna Miguel, el cual a pesar de la brevedad, dejó en mí una serie de reflexiones y sensaciones, y en cuyas páginas agradecí la gran cantidad de referencias, notas al pie, ideas poéticas y amorosamente fabricadas.

Por Melissa Morales Bonich

Publicado el 26.10.2023

Me devoré este ensayo narrativo como si la lectora bulímica se apoderara de mí. Hace tiempo quería leer algo de Luna Miguel Santos, escritora madrileña nacida en 1990, que divisé un día en Instagram y, como todo perfil que me parezca interesante, seguí al instante.

Luego averigüé su trayectoria escritural y quedé encantada con los sugerentes títulos: El arrecife de las sirenas, Caliente, El funeral de Lolita, El coloquio de las perras, La tumba del marinero, entre otros. Todo mi cuerpo necesitaba leerla.

A partir de un acto amoroso llegó a mis manos Leer mata y ahí se confirmó el flechazo. Se trata de un ensayo narrativo que gira en torno al acto de leer. Leer sobre leer. Una autoficción que revela cómo la protagonista del ensayo cambia o evoluciona respecto a su propia autopercepción como lectora.

De esta forma, entrañable resulta la identificación con las distintas lectoras en sus distintas versiones, respondiendo a diversos tránsitos, cavilaciones y sentimientos que la socavan. De la fascinación al hartazgo, en el caso de la lectora sumisa; en la pasión y el vicio que comparte con el amante, en la lectora amorosa; en la batalla épica de querer pasarlo todo por la mirada, con ansias, en el caso de la culposa lectora bulímica.

Mucho se habla respecto a la escritura, pero la autora ha decidido revelar mediante ciertas fórmulas lo que ocurre en el acto de leer. De noche, de día, por obligación, por evasión, en el metro, en un café, después de llorar, en el baño, en el bus, para despistar, para posar, para olvidar. No sé lo que soy, pero sé lo que he leído.

¿A qué responde la composición de la autobibliografía? ¿Será que uno escoge los libros por gusto, o ellos nos escogen a nosotros porque los necesitamos?

Interesante resulta un libro de la autora chilena Julieta Marchant Poemas somos que otros escribieron. Pues como si de un collage se tratara, los fragmentos de cada verso leído, de cada imagen que nos recreamos en el espacio de lo significativo, queda resonando por días en nuestro rumiante pensamiento que se va adhiriendo cual humus en las entrañas mismas de nuestro ser.

 

Una suerte de encantamiento

En palabras de Luna Miguel: «la lectura es un acto sencillísimo: poner los ojos sobre el papel e ir pasando páginas; pero al mismo tiempo esa sencillez esconde una sucesión de pensamientos, de mundos y de laberintos que la llevan a una, a apropiarse de otras vidas». Que nos llevan a ser aquello que logramos aprehender; impostores o autodidactas de la vida.

Como si de cualquier vicio se tratara, nos gastamos el presupuesto en libros que se acumulan en los estantes, nos apropiamos de lugares y tiempos insólitos para leer y cumplir con nuestros propios retos tiránicamente autoimpuestos.

Lectora somática divide el Ulises de Joyce en tres: 315 páginas el primer día y así… el desafío es tan satánico como ineludible. Lectora somática sufre, se revuelca, toma café, divaga, anota en sus cuadernos, es atacada por el hastío y la conjuntivitis. Sus horarios se encuentran completamente alterados. Su vida se detiene en pos de la meta. Las necesidades básicas y mundanas se postergan. El impulso por devorarlo todo es más fuerte.

Precisamente, el peligro de todo vicio es ese: que la vida puede quedar incapacitada, más que postergada. Así de simple, así de fuerte.

Cuando te arrojas en los abismos de una buena historia verosímil o entrañable, en una identificación exhaustiva con algún personaje, cuando sientes que algún escritor ya lo ha puesto todo por escrito y la separación entre ficción y realidad se vuelve cada vez más nebulosa, la comparación con tu propia existencia que has logrado forjar, medio acorralada por el miedo a vivir, medio víctima de las circunstancias, puede resultar, al menos, desmotivante.

El conjuro a lo anterior es ser una aventurera sin escrúpulos. Pero eso trae otros costos aparejados. La vida como una novela no puede quedar impune.

Tampoco me entrometeré solo en el lado oscuro. La lectura es una suerte de encantamiento. (Cuidado con lo que lees porque se puede cumplir). Se lee para liberarse. Si bien los riesgos de la enajenación mental que conlleva la literatura se deben no tanto al amor por los libros como a la indiferencia hacia la vida, se puede leer como una mujer del universo que no es indiferente hacia la gracia, ni hacia la imaginación, ni hacia la vida.

Esta idea brilla como la Luna misma en las noches de mi infancia en que me parapetaba en el sillón o en mi cama a leer por horas. Cuando no existían las responsabilidades ni las aventuras de hoy. Cuando las letras eran la salvación en un mundo hostil para una tímida pequeña asomada a los complejos de la adolescencia.

Pero también, vienen a mi mente los complejos momentos vividos en mi adultez que logré soslayar a ratos gracias a los libros. Acomodados en la almohada, acompañando desde el velador, alentando con su presencia mientras el tiempo transcurría en repasar palabras y palabras llenas de aburrimiento.

En efecto, podría estar horas comentando este ensayo. A pesar de la brevedad, dejó en mí una serie de reflexiones y sensaciones. Agradecí la gran cantidad de referencias, notas al pie, ideas poéticas y amorosamente fabricadas. Decidí ser la lectora obediente.

Por primera vez, rompí una de mis máximas: jamás rayar un libro, jamás maltratarlo ¿Acaso el libro no deja también una especie de lesión irreparable en quien lo lee? Me atreví a atentar contra las páginas con la tinta verde de antaño, como sugiere la autora.

Y me gustó hacerlo.

 

 

 

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Melissa Morales Bonich es una abogada y licenciada en ciencias jurídicas de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, y actualmente cursa la carrera de pedagogía en castellano en la Universidad de Santiago de Chile.

 

«Leer mata», de Luna Miguel (Los Libros de la Mujer Rota, 2022)

 

 

 

Melissa Morales Bonich

 

 

Imagen destacada: Luna Miguel (por Laura Rosal).