[Entrevista] Carmen Pérez Meyer: «En ‘Centinelas de piedra’ se impone el tema del cuidado del planeta»

La narradora y artista visual chilena acaba de lanzar su tercera novela (HB Editores, 2021), un descriptivo y cuidado texto de ficción en su técnica escritural, y el cual se encuentra ambientado en la llamada Isla de Pascua e inserta en el contexto de los valores patrimoniales de la cultura Rapa Nui.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 17.3.2021

Centinelas de piedra (HB Editores, 2021) es la última novela de Carmen Pérez Meyer (luego de Pensión Leonor y La isla donde las casas navegan), una ficción que toma por escenario principal la isla de Rapa Nui, un espacio que adopta las características de lo maravilloso, y en el que confluyen mitos, leyendas, tradiciones en conflicto y una pareja protagonista (Manuel y Victoria).

Carmen es también pintora y eso es claro en su modo de narrar, que presta atención al detalle y a los juegos que produce la luz al iluminar u oscurecer sus descripciones.

“Mientras las olas se sacuden incesantes reventando en una avalancha de espuma blanca, para luego arrastrarse sigilosas sobre la superficie áspera del mar, los centinelas de piedra, con sus ojos de coral y pupilas de obsidiana, se mantienen inmutables de espalda al océano custodiando una isla de ensueño”.

Así comienza la novela, con un tono lírico que, luego, se va alternando con diálogos que espesan un conflicto (y un misterio), que va más allá de las discusiones en torno a civilizaciones en pugna ancestral.

El aura sagrada de la isla es aterrizada en la pareja protagonista, con sus conflictos que contrastan por su quehacer doméstico y predicamentos terrenales, ciertamente denominados como “amor”.

 

«Descubrí un mundo de misterios, tradiciones ancestrales y rituales maravillosos»

—Victoria y Manuel forman una pareja conflictiva, desigual. ¿Cómo enlazas su relación dentro del contexto más amplio e indomable de esta isla?

—Una investigación científica los lleva a la tierra de los moais y a un escenario que jamás imaginaron. El mar que rodea a la isla es testigo de lo cruel y despiadado que puede llegar a ser el afán de venganza, como también del inconmensurable amor que siente una gitana por el hombre que la descubrió bailando alrededor de una fogata cuando recién comenzaba a despertar en la adolescencia.

 

—Rapa Nui es un espacio mágico, remoto, en el que confluyen distintas costumbres y etnias. Se explica que “este lugar era un punto privilegiado en un mar despiadado y hermoso, tan cruel como es la belleza”. ¿Por qué escogiste este escenario para tu novela?

—Viajé a la isla con la intención de inspirarme para una nueva novela y descubrí todo un mundo lleno de misterios, tradiciones ancestrales y rituales maravillosos. Gente sorprendente que ha tenido que luchar para mantener vivas sus costumbres y su dialecto, debido a la gran afluencia de turistas que, de alguna manera, han ido influenciando en las nuevas generaciones.

 

En Centinelas nos enfrentamos a mitos, saberes, supersticiones. Asimismo, convocas la tradición gitana en tu novela. ¿Qué te permite la aproximación a estas culturas?

—En ambas culturas existen un sinfín de mitos, rituales y creencias, lo que los hace distintos al común de la gente.

La gran diferencia es que los gitanos se mueven de un lugar a otro, buscando siempre distintos destinos, y los rapanuis viven anclados en una pequeña isla que se encuentra inmersa en el Océano Pacífico.

Tanto los gitanos como los rapanuis aman el baile y la música, valoran a sus ancestros y luchan por mantener vivas sus tradiciones.

 

—El personaje de Marahoro representa a la cultura Rapa Nui en su estado más “puro”. Él nos informa de su identidad, de la cual se siente orgulloso: “Sabe Dios cuántos somos los afortunados que llevamos en nuestras venas el cien por ciento de sangre rapanui”. Él se queja de la “mezcolanza de razas” que ha poblado la isla. ¿Cómo ves este complejo choque entre identidad, apropiación cultural y discriminación?

—Tuve la suerte de conocer a un nativo de nombre Marahoro. No es exactamente el personaje de mi novela, pero sí tienen en común varias cosas. Ambos están orgullosos de sus raíces pascuenses y conocen cada rincón de la isla como la palma de su mano.

Hacen hasta lo imposible por mantener intactas sus costumbres y por proteger las famosas cuevas que, para ellos, son lugares sagrados, los sitios donde descansan sus antepasados, los restos de los primeros arikis.

Descienden de aquellos que supieron de invasiones, de violaciones y todo tipo de maltratos que en algún tiempo sufrieron los isleños.

De Marahoro nunca escuché la palabra discriminación, pero sí el deseo de controlar el flujo de turistas que llega a Rapa Nui.

A pesar de que los habitantes de la isla dependen en gran parte del turismo, no dejan de resentir el hecho de que junto con los visitantes viene una enorme cantidad de basura que, lamentablemente, ha ido contaminando los pastizales y las hermosas playas.

 

«Esta novela es un llamado a cuidar del océano, de los peces, de los bosques milenarios»

—La novela hace recurrente mención a distintas creencias. Vemos discusiones en torno a la religión, los milagros, Dios. En un momento álgido con Victoria, Manuel la critica: “¡Deja de nombrar a Dios, mujer! ¿Hablas de ese Dios que iba a ser testigo de nuestro matrimonio?”. Él se está refiriendo a un evento muy duro que sufrió…

—En la novela existen distintas culturas, unas más que otras se aferran a Dios y también a sus creencias. No obstante, la reacción de Manuel después de haber sufrido un secuestro y un ultraje, hace que reniegue de Dios.

No así Victoria, que se aferra a él y a la virgen de los gitanos, a los sabios consejos de Marahoro y al inconmensurable cariño de su abuela.

 

—Otro tema de Centinelas es la conservación. Hablas de algas endémicas, especies submarinas, biología, estudios botánicos. ¿Qué rol le adjudicas a esta conciencia respecto a nuestro ecosistema (visto a través de Victoria)?

—Victoria es una gitana enamorada del mar y de cada ser que lo habita. Ella lucha por encontrar un alga que significa la preservación de algunas especies que están en peligro de extinción. Es algo que la unió a Manuel desde que se conocieron en plena adolescencia. De alguna manera esta novela es un llamado a cuidar del océano, de los peces, de los bosques milenarios.

También de mantener ricas tradiciones, a cuidar los pequeños poblados, sus dialectos, sus bailes, su música, su gente. En Centinelas de piedra se impone de alguna forma el tema del cuidado del planeta.

El grupo de científicos que viaja a la isla va con la idea de estudiar las especies que corren peligro de extinción y con el afán de descubrir la forma de controlar esa inminente debacle. Manuel en su calidad de botánico también lucha por rescatar el famoso toromiro, un árbol endémico de Isla de Pascua.

 

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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).

Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, y Dame pan y llámame perro, y los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, y la novela bilingüe En la isla/On the Island.

Traducciones de sus textos han aparecido en The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).

Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«Centinelas de piedra», de Carmen Pérez Meyer (HB Editores, 2021)

 

 

Nicolás Poblete Pardo

 

 

Imagen destacada: Carmen Pérez Meyer.