[Crítica] «Vera de verdad»: El norte de Chile y el Universo

La mejor conclusión que arroja el estreno local de la ópera prima del director italiano Beniamino Catena (en coproducción con la industria nacional), es que la aparición de una actriz chilena como Manuela Martelli en el reparto, está lejos de languidecer en comparación con el talento y las cualidades escénicas de sus pares europeos.

Por Enrique Morales Lastra

Publicado el 21.4.2022

El filme del realizador peninsular Beniamino Catena (conocido por un documental acerca del músico Franco Battiato), y pese a las reticencias iniciales y a las sospechas dramáticas que sugiere al comienzo de su visionado, concluye por transformarse en un plausible ejercicio audiovisual de ciencia ficción, con el elemento llamativo de que se trata, asimismo, de una coproducción de capitales y de esfuerzos artísticos chilenos.

Aunque la dirección de fotografía y la redacción del guion corresponden a los cánones de una obra cinematográfica de primer nivel, son las actuaciones, especialmente la chilena de Marcelo Alonso, la que nunca encuentra el registro adecuado a fin de personificar a un cuasi mendigo extraviado en el Desierto de Atacama, pero el cual también puede viajar por Europa, precisamente a la Liguria italiana, sin ningún tipo de dificultad e impedimentos de índole material, ni menos legal.

En efecto, Alonso no es un intérprete de cine, es solo un actor de teleseries nacionales (un rubro desaparecido, por lo demás) y spots publicitarios, el cual ni siquiera es capaz de impostar la voz o su acento idiomático de acuerdo a las necesidades argumentales del relato.

Pese a todo, y a la cuestionable y poco afortunada aparición de Alonso, es la intervención de la actriz nacional Manuela Martelli, el elemento escénico que aporta la novedad y las variantes emocionales que su rol dramático requerían, por lo menos desde el lado chileno.

Sin lugar a dudas, es el planteamiento existencial del libreto el mayor acierto de este largometraje de ficción. Pues aborda tópicos estimulados por la crisis climática y la conciencia de la fragilidad de la vida en el contexto de la inmensidad e incomprensión fundamental que siempre nos provocará el universo y sus límites casi eternos.

 

Ciencia ficción que seduce

Es cierto que la temática de Vera de verdad (2020) por pasajes puede resultar grandilocuente y en extremo pretenciosa, quizás fantasiosa y estamos lejos de ser exagerados, pero al fin y al cabo el desarrollo de su guion sostiene a esa singular historia, hasta finalmente obtener en su gestación diegética un desenlace redentor de cara a las falencias evidentes que exhibe la retórica fílmica de este crédito.

Así, y en ese punto en específico mencionamos —sin querer ser majaderos— a la malhadada interpretación de Alonso (el contraste de su deficiente registro con el de Martelli y el de sus colegas italianos, solo genera pudor) y también a esas algunas y menores incoherencias rastreadas al inicio del relato, aunque insistimos, resueltas con satisfacción en ese desenlace increíble pero correcto escogido por Catena para redondear la factura de su ópera prima.

Vidas marcadas por el absurdo, la marginalidad, la imposibilidad y la frustración, una pobreza irracional (la de los chilenos) y donde la muerte se ofrece al modo de un paso más en la categorización del tiempo, de la realidad y del fenómeno de la existencia, caracterizan la propuesta creativa de Vera de verdad y a la desmesura de su trama.

De fondo, encuadres impresionantes y bellísimos del norte de Chile, de acantilados y de la zona costera de la Liguria italiana, y las explosiones ese cosmos inentendible para cualquier espectador dispuesto a asomarse a los enigmas de la física cuántica.

 

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Tráiler:

 

 

Imagen destacada: Vera de verdad (2020).