[Crónica] Ricardo Lagos, el estadista experto en coaching de filosofía mercantil

El expresidente hizo una carrera política meteórica (valgan juntas las esdrújulas), hasta encaramarse al sillón de O’Higgins, ayudado por el oportuno ademán de un dedo índice esgrimido contra el dictador, como un justiciero civil que opusiera la pluma a la espada.

Por Edmundo Moure Rojas

Publicado el 12.7.2022

Mucho se ha repetido, hasta transformarse en una suerte de lugar común de nuestra política aldeana, que: «Ricardo Lagos ha sido el mejor presidente de izquierda para la derecha chilena y sus insaciables empresarios».

En apariencia, un oxímoron, un contrasentido, que se fue afirmando tras el desarrollo de su política económica neoliberal y concesionaria, a través de la cual se replicó el modelo pino-chicaguense de privatizarlo todo. Así, las sanitarias, las empresas viales y cuanta oportunidad especulativa se ponga en el «carrito de compras» del Estado, atraerán al llamado «inversor extranjero».

A la postre, las inversiones fueron modestas o aún cicateras respecto a los pingües y prolongados beneficios de empresarios, foráneos o nacionales, que en esto del sentimiento patrio, la faltriquera suele reemplazar al más puro certificado de nacimiento (jus solis), o a la mejor prosapia familiar (jus sanguinis).

La estabilidad del gobierno de Ricardo Lagos ha llevado a muchas y muchos a considerarlo un auténtico estadista, atributo que se le prodiga en las redes y en los medios periodísticos al servicio del conservadurismo y la reacción.

Ricardo Lagos Escobar, académico de economía y finanzas, profesor en ciencias políticas y administrativas de la Universidad de Chile (lo recuerda el cronista en el vespertino de fines de los 60), hizo una carrera política meteórica (valgan juntas las esdrújulas), hasta encaramarse al sillón de O’Higgins, ayudado por el oportuno ademán de un dedo índice esgrimido contra el dictador, como un justiciero civil que opusiera la pluma a la espada (influjo cervantino del cronista).

Tan rápido como medró su civismo ejecutivo, se incrementó su peculio y el de sus familiares, por medio del ejercicio de un calculado y hábil nepotismo.

 

Los golpecitos en la espalda de Boric

Ha engordado Lagos, como otros ilustres concertacionistas de la contemporización. Ya no juega tenis ni practica trekking; ahora reflexiona, aconseja y pregona, como un experto coaching de filosofía mercantil.

Dio golpecitos en la espalda a Boric, le recomendó que reconociera en sus discursos la «herencia democrática», el «legado» de las administraciones precedentes, como si viviéramos en Francia o en Suecia.

Quebró de manera abrupta, como una sandía que cae desde la carreta ferial, la expectación por la postura que asumiría frente al plebiscito de la nueva Constitución.

Lagos Escobar no se comprometió por el «Apruebo», más bien se inclinó por el «Rechazo», adhiriéndose, con sinuosidad reptilesca, a la falaz «tercera vía» propuesta por Evelyn Matthei, alternativa poco creíble, surgida entre quienes se opusieron a todo cambio estructural de la espuria Carta de 1980.

La ecuanimidad es imposible ante una crucial disyuntiva histórica, como es el proceso constituyente para dotar a Chile de una carta magna de origen democrático y de restructuración igualitaria.

Pero triunfó en Lagos Escobar su espíritu conservador y asaz autoritario, reforzado por el exitismo subyugante del sistema, esa perversión de la felicidad consumista (american way of life) a la que adscribió, la misma que embriagara a los comandantes del Ejército y a la oficialidad corrupta de Carabineros y de otras instituciones «respetables» de nuestra República de cartón.

¿Habrá perdido el norte Ricardo Lagos?

Estimo que no.

Su brújula siempre estuvo clavada en el mismo punto cardinal. Debemos tenerlo en cuenta el 4 de septiembre de 2022. En cuanto a la categoría de estadista, hace mucho que brilla por su ausencia en el ejercicio de la política pública, dirigida hoy en día por burócratas y funcionarios más o menos arrogantes.

 

 

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Edmundo Moure Rojas, escritor, poeta y cronista, asumió como presidente titular de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech) en 1989, luego del mandato democrático de Poli Délano, y además fue el gestor y fundador del Centro de Estudios Gallegos en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile, casa de estudios superiores en la cual ejerció durante once años la cátedra de Lingua e Cultura Galegas.

Ha publicado veinticuatro libros, dieciocho en Sudamérica y seis de ellos en Europa. En 1997 obtuvo en España un primer premio por su ensayo Chiloé y Galicia, confines mágicos. Su último título puesto en circulación es el volumen de crónicas Memorias transeúntes.

En la actualidad ejerce como director titular y responsable del Diario Cine y Literatura.

 

Edmundo Moure Rojas

 

 

Imagen destacada: Gabriel Boric y Ricardo Lagos.