«Cincuenta años después»: La conmemoración del octubre revolucionario en el Chile de 2069

La imaginación literaria de nuestro escritor se traslada medio siglo en el futuro, para describir las celebraciones del estallido social que cumplen más de un mes en ese país hipotético, a la vanguardia de las conquistas populares, y gobernado en el espejismo del vaticionio por la Presidenta Guacolda Lincoyán.

Por Walter Garib

Publicado el 25.11.2019

Hoy en Chile se cumplen 50 años de la revolución de octubre de 2019, donde el país cambió de golpe. Así se convirtió en uno de los hechos históricos más relevantes y emblemáticos de nuestra historia moderna. En esa fecha se dan inicio a las protestas, que significaron un antes y un después y finalizan a fines de ese año. Al mirar en perspectiva aquella jornada revolucionaria de principio de siglo, que se extendió por meses y obligó a renunciar a Sebastián Piñera, un oscuro presidente miembro de la oligarquía, quien se exilió en Anguila, un paraíso fiscal, se obtienen enseñanzas que sirven de ejemplo.

Nadie puede detener los cambios sociales a los que aspira un pueblo en alerta. Nadie lo ha logrado y este principio es un dogma. En esa época, la desigualdad social e injusticia había llegado a tal extremo, que infinidad de analistas anunciaban un estallido social, otros lo llamaron revolución iconoclasta, que bien podía desintegrar al país. Como cualquier historia, comenzó con un hecho nimio, aunque los hechos de esta naturaleza, están sujetos a lo impredecible. El gobierno alzó el pasaje de la locomoción y la juventud se sintió timada. En días, varias estaciones del Metro fueron destruidas y se inició la pesadilla.

La sorpresa cundía y la clase política, inmersa en la vorágine y el desconcierto, donde siempre parece hallarse, buscaba alianzas, incluso con sus enemigos acérrimos de siempre, para sortear el cataclismo. La velocidad de cómo escalaba el malestar social, unido a la violencia, sorprendía al país. Lo que al comienzo parecía una protesta más, de las tantas que se habían desarrollado al concluir la dictadura cívico-militar de 1973-1990, adquiría ahora, una fuerza demoledora junto al caos. Día a día las manifestaciones se multiplicaban y el lumpen organizado en bandas, realizaba saqueos e incendios, infiltrado en las protestas. La capacidad y sincronización de cómo actuaba, sorprendía por su eficacia e infinidad de analistas sugirieron, que detrás de ellas se hallaba una potencia extranjera. Incluso se creyó que alienígenos venidos del planeta Marte, invadían la tierra.

En aquellos meses, las protestas lograron reunir en torno a la Plaza Italia, hoy la plaza de la Dignidad, alrededor de un millón 500 mil participantes. Esa multitud pacífica, solicitaba la abolición de la Constitución de 1980 —grillo impuesto por la dictadura— el fin inmediato de las AFP, la condonación de las deudas del CAE entre otras demandas, y en breve, realizar la nacionalización del cobre, del litio, del agua y de las carreteras. Entregar a los pescadores artesanales, parte significativa del litoral, explotado por cinco familias.

El caos de la época, anunciado por agoreros, mercachifles, funcionarios de gobierno y brujos que realizan las encuestas de opinión, no ocurrió, sin embargo, las estructuras del país sí cambiaron de golpe.

Hoy nuestra presidenta, la médico y poeta Guacolda Lincoyán, ha llamado al pueblo a conmemorar con alegría estas efemérides en las plazas de las ciudades y pueblos, en cada rincón del Chile, pues en 2019, el país conseguía borrar de una plumada el estigma de una época de injusticias. Aquellas movilizaciones de hace 50 años, que la oligarquía observaba con terror, lograron abrir un camino de dignidad y convertir al país en una república modelo en nuestro continente.

No es de extrañar que hoy tengamos la red ferroviaria más moderna del continente, que recorre nuestro geografía de Arica a Puerto Montt, incluido una veintena de ramales hacia la cordillera y el litoral. Nuestras escuelas públicas, universidades e institutos técnicos, acogen hoy por hoy a cientos de miles de estudiantes, donde la gratuidad es general. Que los hospitales hayan crecido al triple desde 2020, unido a las guarderías infantiles y hogares para ancianos, constituye uno de los mayores logros a partir de los gobiernos de la época. Dentro de la cultura, es legítimo destacar la supresión del IVA a los libros, a partir de 2023 y la instalación en las Municipalidades de bibliotecas con libros en soporte de papel y digital, junto a talleres de literatura, pintura, danza, teatro y música. Debe destacarse que en 2024, se logró crear un país multicultural, pues se incorporó el mapudungún como lengua oficial, idioma cuya enseñanza es obligatoria.

Ahora, mirados a la distancia aquellos hechos históricos de 2019, donde al comienzo se observaba a la rebelión popular, como una situación social aislada, sin gravitación alguna, quienes escribimos y analizamos los acontecimientos, debemos entender que Chile despertó, aunque con dolores de parto o de una modorra que lo mantenía obnubilado. Mérito para nuestra juventud de aquella época, que ahora son abuelas y abuelos querendones, y recuerdan con nostalgia, los lejanos días de octubre y noviembre de 2019.

 

Walter Garib Chomalí (Requínoa, 1933) es un periodista y escritor chileno que entre otros galardones obtuvo el Premio Municipal de Literatura de Santiago en 1989 por su novela De cómo fue el destierro de Lázaro Carvajal.

 

Walter Garib

 

 

Crédito de la imagen destacada: AP Photo/Esteban Felix.