«Descubriendo a mi hijo»: El dolor imposible

El galardonado largometraje del realizador israelí Savi Gabizon -el cual se acaba de estrenar en la cartelera local- es un filme dramáticamente contundente que en su factura artística recuerda a la inolvidable «La habitación del hijo» (2001), de Nanni Moretti.

Por Alejandra Boero Serra

Publicado el 3.11.2019

«Que el duelo sea llevado a su estatuto de acto. Después de Duelo y melancolía de Freud, el psicoanálisis tiende a reducir el duelo a un trabajo: pero hay un abismo entre trabajo y subjetivación de una pérdida».
Jean Allouch

Premiada en los festivales de Venecia y Jerusalén, Descubriendo a mi hijo (Longin/Ga’agua), la película israelí de Savi Gavizon nos sitúa en el punto límite de cómo gestionar los duelos, cómo inscribir las pérdidas, cómo seguir después de la muerte del hijo.

Ariel (Shai Avivi) y Ronit (Asi Levi) tuvieron un affaire 20 años atrás siendo universatarios. Ronit lo cita para darle dos noticias: la primera, que aún sabiendo que él no quería ser padre ella al enterarse que estaba embarazada eligió ser madre; la segunda, que Adam -hijo de ambos- tuvo un accidente y murió. La vida de Ariel, ante esta última revelación, será la reconstrucción de los vínculos: con su hijo que ya no está, con su ex, con quienes conocieron a Adam y consigo mismo en su rol de padre y de hijo.

¿Cómo se «duela» el dolor de una doble pérdida? ¿Cómo se vive una paternidad póstuma? ¿Cómo se conoce al hijo que nunca estuvo pero, de ahora en más, estará como fantasma y pérdida? Y la pregunta clave: ¿qué se pierde cuando se pierde a (E)L SER QUERIDO?.

Savi Gavizon -guionista y director- monta una película de autor clásica en los recursos narrativos y nos incomoda sin caer en la sensiblería del lugar común lacrimógeno de un drama impronunciable, antinatural, imprevisible. Imprevisible también en los giros narrativos en donde lo onírico, lo absurdo y algún que otro momento que se puede prestar al humor -sólo para descomprimir tanta tensión-, descubren y reponen los fragmentos de unas vidas atravesadas por la violencia y el desamor.

Descubriendo a mi hijo es un viaje de introspección: las rutinas y obsesiones del hijo, las heridas de los padres, la ambigüedad de los vínculos entre los cuales resalta el de Adam y Yael (Neta Riskin), la profesora de francés idealizada, exaltada, deseada, acosada. Una búsqueda desesperada para posicionarse ante lo inevitable e intransferible de toda pérdida. Y el tránsito del duelo para reposicionarse y continuar con lo que ya no es. Situarse en el vacío para habitar el descalabro emocional.

Una dirección cuidada, diálogos que son apuntalados por acciones e imágenes que nos hablan en los registros de lo sensible. Esta cuarta película del director israelí proyectada en la sección Contemporary Word Cinema del Festival de Cine de Toronto 2017, nominada al Premio Oprhir a la mejor película y ganadora en dos festivales (Venecia y Jerusalem) no defrauda: buen cine tradicional u otra manera de vér(se)las con lo irreparable del «ser querido» perdido.

 

Alejandra M. Boero Serra (1968). De Rafaela, Provincia de Santa Fe, Argentina, por causalidad. Peregrina y extranjera, por opción. Lectora hedónica por pasión y reflexión. De profesión comerciante, por mandato y comodidad. Profesora de lengua y de literatura por tozudez y masoquismo. Escribidora, de a ratos, por diversión (también por esa inimputabilidad en la que los argentinos nos posicionamos, tan infantiles a veces, tan y sin tanto, siempre).

 

El actor Shai Avivi en la cinta israelí «Descubriendo a mi hijo» (2017)

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: Un fotograma de Descubriendo a mi hijo (2017), del realizador israelí Savi Gabizon.