«El hombre en busca de sentido», de Viktor Frankl: Un rayo de luz de resiliente belleza

El neurólogo y psiquiatra austríaco se yergue triunfante por encima del sufrimiento inenarrable como ejemplo de esperanza para toda la humanidad. Sobreviviente de un campo de concentración, nos ofrece este admirable y ya clásico relato de superación y de coraje (publicado originalmente en 1946), y el cual es una verdadera lección existencial.

Por Brenda Mezzini

Publicado el 1.4.2018

“Leche negra del alba la bebemos de tarde
la bebemos al mediodía y de mañana la bebemos de noche
bebemos y bebemos
cavamos una tumba en los aires allí no hay estrechez”
Paul Celan, en “Fuga de la muerte”

Fue el multifacético filósofo alemán Theodor Adorno, quien dijo, y con justa razón, que después de Auschwitz ya no se podría escribir poesía.

Y luego apareció el poeta rumano Paul Celan para refutar eso.

Plasmó versos de increíble belleza, aunque atravesados por el dolor y la desolación. Inevitablemente.

Más tarde las aguas del Sena se llevarían trágica y prematuramente su preciosa lírica.

Sin embargo, hubo alguien que fue más allá e hizo poesía de su propia vida.

Viktor Frankl (1905 – 1997) se yergue triunfante por encima del sufrimiento inenarrable como ejemplo de esperanza para toda la humanidad.

Sobreviviente de un campo de concentración, nos ofrece este admirable relato de superación y coraje.

A través de un recorrido de anécdotas y diversas circunstancias nos brinda la historia de su experiencia en el campo. Y lo notable es que, lejos de recurrir a la victimización, nos cuenta de qué manera tomó las riendas de su vida en ese estado de desesperación extrema.

Lejos de ponerse en el lugar del padeciente, se supera a sí mismo y cambia la perspectiva, empoderándose.

Y encima trasciende el sufrimiento para lograr entregarnos con enorme valor su propia experiencia.

Lo hace por medio de la aceptación de los hechos, del presente… no mediante la lucha o resistencia.

Y con una entrega que tiene que ver con el amor y con una fuerza de voluntad inquebrantables.

El hombre en busca de sentido (1946) es una lección existencial.

Y la logoterapia, método psicoterapeútico creado por el propio Frankl, se centra precisamente en el sentido de la existencia y en la búsqueda de ese sentido por parte del hombre, que asume la responsabilidad ante sí mismo, ante los demás y ante la vida. La pregunta fundamental que se hace entonces es: ¿Qué espera la vida de nosotros?…

 

“El amor es la única vía para llegar a lo más profundo de la personalidad de un hombre. Nadie conoce la esencia de otro ser humano si no lo ama. Por el acto espiritual del amor se contemplan los rasgos esenciales de la persona amada; incluso su potencialidad, lo que aún no ha sido revelado. Aún más: mediante el amor, la persona que ama capacita al amado a actualizar sus posibilidades ocultas. El amor consigue que el otro realice su potencialidad personal”.

“Cuando hay que enfrentarse a una situación inevitable, inapelable e irrevocable (una enfermedad incurable, un cáncer terminal), la vida ofrece la oportunidad de realizar el valor supremo, de cumplir el sentido más profundo: aceptar el sufrimiento. El valor no reside en el sufrimiento en sí, sino en la actitud frente a él, en la capacidad de soportarlo”.

Viktor Frankl, en su ensayo El hombre en busca de sentido

 

El neurólogo y psiquiatra austríaco, Viktor Frankl (1905 – 1997)

 

Viktor Frankl (1905-1997) es uno de los referentes más destacados de la psicología del siglo XX. Doctorado en Medicina y Filosofía por la Universidad de Viena, fundó la logoterapia, denominada por los estudiosos y especialistas como la “tercera escuela vienesa de psicoterapia”.

 

Imagen destacada: Niños prisioneros en el campo de exterminio nacionalsocialista de Auschwitz en Polonia, cerca de Cracovia, durante la Segunda Guerra Mundial