[Ensayo] «Todo a la vez en todas partes al mismo tiempo»: Las claves de la existencia

El filme escrito y dirigido por los realizadores estadounidenses Daniel Kwan y Daniel Scheinert, fue el ganador del premio Oscar a la Mejor Película en 2023, entre otros siete galardones en total, que obtuvo en el principal evento de la industria cinematográfica a nivel internacional.

Por Cristián Uribe Moreno

Publicado el 6.4.2023

La última edición de los premios Oscar, coronó como la mejor película del año a Todo a la vez en todas partes (Everything Everywhere All at Once, 2022) un largometraje de ficción que durante el año pasado dio que hablar pues su propuesta recoge uno de los temas que han puesto de moda los filmes de fantasía (o de superhéroes): la idea de existencias paralelas en distintos universos que coexisten al mismo tiempo, reconocidos como multiversos, llevándola a niveles no explorados hasta ahora.

Así, la historia se inicia cuando Evelyn Quan (Michelle Yeoh), una inmigrante china que trabaja en una lavandería familiar, entregada en cuerpo y alma a mantener el negocio, debe lidiar con su esposo, Waymond Wang (Ke Huy Quan), con su anciano padre Gong Gong (James Hong) y su rebelde hija Jobu Tupaki (Stephanie Ann Hsu).

Entonces, lo que se inicia como un melodrama sobre la difícil vida de Evelyn, da un giro en el momento que descubre que su realidad, no es como ella la pensaba y otras realidades semejantes se le manifiestan ante sus ojos y su comprensión intelectual y sensitiva.

Desde ese momento, comienza una frenética carrera de Evelyn por sobrevivir en este nuevo espacio que se abre con fuerza destructora y, de paso, debe salvar al mundo.

Es aquí que la narración se esfuerza para explicar cómo funcionan las distintas realidades (o universos paralelos) y la explicación del por qué ella tiene la clave para saltar de un lugar a otro, logrando que las habilidades que posee en un tiempo y lugar determinados, se traspasen al momento que las necesite.

La narración se transforma en una secuencia de combates, uno tras otro, sin que entendamos bien de qué va la cosa. Las peleas son espléndidamente coreografiadas y hay una que otra que entretiene. Pero el desarrollo termina cansando y se siente estar en medio de un loop donde cada vez que se va a avanzar, vuelven los combates.

Como si estuviera prohibido aburrir al espectador, las secuencias lo atiborran de imágenes que se suceden una tras otra en una acción sin fin.

 

Los nuevos rumbos del cine

De lo que se puede entender de la avalancha de instantáneas que colman la pantalla, es que Evelyn en otras realidades, es una gran cocinera, cantante y experta en artes marciales, entre otras actividades. Todas esas cualidades le servirán para enfrentarse a las fuerzas malignas que quieren destruir el universo.

Tras toda esta pirotecnia visual, se percibe que la vida de una mujer (como la de cualquier individuo) es el resultado de sus elecciones. La idea de que cualquier decisión que se tome en la vida repercute en nuestro futuro con resultados completamente distintos, no es nueva. Pero en este caso, se extrema la premisa llevándola al paroxismo.

Para poder encargarse de todo lo que ocurre, Evelyn deberá hacer una introspección de su vida y decisiones que no solo la afectaron a ella sino también a sus familiares más cercanos. En el fondo hay una mujer adulta que debe enfrentar un momento clave de su existencia, aceptándose a sí misma y aceptar a los demás. Es decir, ella debe madurar. Y en esa maduración, la familia será un factor clave para sobrellevar la vida que eligieron.

Todo esto en un mar de combates e imágenes. Todo ocurriendo a la vez y en todas partes y el pobre espectador tratando de retener detalles medianamente destacables para comprender la historia.

La verdad es que se siente igual a como los chicos ven sus pantallas celulares. No le dan más de un segundo a la imagen antes de saltar a la siguiente. Tal vez sean los nuevos rumbos del cine. Tal vez la película sea más de lo que se alcanza a percibir. No obstante, ese frenesí compulsivo por bombardear con imágenes, termina agotando. O, por lo menos a mí, me terminó agotando.

En cambio, a gran parte de la academia, la película le interesó al punto de premiarla de una manera inusual: siete estatuillas. De las cuales obtuvo cuatro de los principales premios: película, dirección, actriz y guion original.

Pero también obtuvo el de actriz secundaria, actor secundario y montaje. Con sus premios quedó a la altura de cintas como Patton, El puente sobre el río Kwai, Lawrence de Arabia o El golpe, por nombrar a algunas obras que lograron los siete galardones.

Y quedó por sobre largometrajes como El padrino II, Forrest Gump o Un americano en París, por mencionar a créditos audiovisuales que fueron premiadas con seis congratulaciones.

 

Solo queda esperar

Si Todo a la vez en todas partes amerita la cantidad de premios que se ganó, solo el tiempo lo dirá. Una obra no se hace mejor por recibir una gran cantidad de reconocimientos, ni tampoco es menos por no recibir el merecido Oscar en su momento.

Hay decenas de películas que fueron ignoradas en su época pero que el Padre Tiempo ha puesto en el sitial que se merece.

Es la institución que premia la que tiene la intuición o el tino de ennoblecer a ciertas obras o tendencias. En este caso, pareciera que lo que premiado fueron las cintas de género, como las de fantasía, terror, artes marciales, etcétera.

Así se explican los merecimientos que se llevó la película y sus actores, todos reconocidos en distintos géneros como Jamie Lee Curtis, la reina del terror de los 80, o Michelle Yeoh, famosa por cintas de artes marciales en Asia.

O Ke Huy Quan, que en sus inicios fue el niño asiático de Los Goonies o que acompañó a Indiana Jones en El templo de la perdición, devenido en entrenador y coreógrafo de escenas de artes marciales.

Todo a la vez en todas partes no es una cinta que uno espere como revolucionaria o única en su género, pero tiene algo que recogió del ambiente de películas de fantasía o ciencia ficción o de artes marciales o de viajes en el tiempo.

Puede que con el paso de los años, su planteamiento sea el inicio de un nuevo tipo de largometrajes de ficción y que gane fuerza a medida que estos transcurran. Pero puede que no, y que toda esa parafernalia audiovisual sea una golondrina que no hace verano y solo sea una cinta más de esas que a los días se suele olvidar.

Solo queda esperar.

 

 

 

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Cristián Uribe Moreno (Santiago, 1971) estudió en el Instituto Nacional General José Miguel Carrera, y es licenciado en literatura hispánica y magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile.

También es profesor en educación media de lenguaje y comunicación, titulado en la Universidad Andrés Bello.

Aficionado a la literatura y al cine, y poeta ocasional, publicó en 2017 el libro Versos y yerros.

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Cristián Uribe Moreno

 

 

Imagen destacada: Todo en todas partes al mismo tiempo (2022).