Cine trascendental: «Entre la razón y la locura» («The Professor and the Madman»): De las palabras y la condición humana

Basada en la historia real del filólogo James Murray, el guionista y realizador iraní Farhad Safinia dirigió en 2019 esta película en torno a la elaboración de un nuevo diccionario de la lengua inglesa a finales del siglo XIX. Dos actores consagrados encarnan a los protagonistas: Mel Gibson dando convincente vida al investigador autodidacta y Sean Penn en una brillante interpretación como el atormentado doctor William Chester Minor. Del resto del reparto sobresalen Natalie Dormen (Eliza) y Eddie Marsan (Muncie).

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 12.6.2020

«Todo gran y bello trabajo ha venido de la primera mirada sin encogerse en la oscuridad. He estado muy familiarizado con la oscuridad. Juntos reduciremos la oscuridad hasta que sólo quede la Luz. Cada palabra en acción se vuelve hermosa a la Luz de su propio significado».
Minor a Murray

 

La obra

A partir de la novela The Surgeon of Crowthorne de Simon Winchester basada en la historia real del filólogo James Murray, el guionista y realizador iraní Farhad Safinia —colaborador habitual de Mel Gibson, impulsor del proyecto— dirigió en 2019 esta película aparentemente “fallida”. El rodaje se demoró en el tiempo y surgieron discrepancias entre sus dos productoras —una de ellas propiedad de Gibson— que acabaron en los tribunales. Tanto Safina como Gibson se declararon decepcionados por el resultado final hasta el punto de que el director firmó con el seudónimo P.B. Sherman. El filme no ha tenido una buena acogida por gran parte de la crítica, pero aun así —a mi entender— es una buena película cuya principal virtud es el de tratar con humanidad distintos temas de interés y trascendencia.

The Professor and the Madman nos muestra como Murray —hombre autodidacta que hablaba multitud de idiomas— acometió a finales del siglo XIX la faraónica tarea de elaborar un nuevo diccionario de la lengua inglesa bajo el auspicio de la prestigiosa Oxford University. Pero su equipo de ayudantes fue muy reducido debido a los recelos de algunos miembros de la institución que no veían con buenos ojos que alguien sin titulación dirigiera tan magno proyecto.

Así que pidió la colaboración desinteresada a lectores y estudiosos que colapsaron la oficina de correos local. Entre sus colaboradores destacó William Chester Minor un cirujano estadounidense internado en un sanatorio mental diagnosticado como esquizofrénico tras asesinar a un padre de familia. Y gracias a ese “loco” el proyecto de “locos” fue un éxito, el diccionario se publicó.

El análisis que sigue en torno a los aspectos trascendentales tratados en la obra contiene spoilers, así para aquellos lectores que no hayan visto este filme y quieran hacerlo quizás sea mejor leerlo tras su visionado.

 

Sabiduría

Un autodidacta sin titulación alguna versus académicos de la prestigiosa Oxford University. Murray les demuestra que conoce al dedillo la literatura y la lengua inglesa. Es un hombre que sabe más allá del conocer porque ama apasionadamente las letras escritas, mucho sabe de las palabras desde su etimología a sus diversos usos. Sabe más que muchos de esos ilustres que lo examinan y que a regañadientes aceptan su liderazgo. Murray nos recuerda a todos con su ejemplo que no es el título lo más importante, mensaje este que creo muy importante en nuestra actualidad donde cada vez se exige y valora más el tener títulos.

Él es un sabio en el sentido amplio de la palabra, más allá del conocer académico sabe aplicar ese conocer en algo tangible, sabe apreciar y valorar el habla del pueblo (no sólo la del erudito como les ocurre a algunos de esos académicos) que incluirá en su diccionario, sabe buscar soluciones creativas a los problemas como el pedir la colaboración desinteresada de lectores y estudiosos… En definitiva Murray es un verdadero sabio por su dedicación sentida, por su autenticidad y humildad, por su amplitud de miras e incluso por su liderazgo colaborativo frente a los egos excluyentes de tantos “sabios”.

En Murray está la pasión del explorador, del que busca conocer los orígenes del nombrar humano, los orígenes o el antes de la con-fusión de Babel, la búsqueda de la fusión de todas las lenguas en la primordial. El filólogo busca llegar a ese Edén —simbólicamente el libro del que más referencias obtiene es El paraíso perdido de John Milton— en su Amor a todas las lenguas, en su conocimiento de muchas lenguas, en el reconocimiento a la riqueza de cada una de ellas como reflejo de la diversidad humana. Un hombre así de grande sin duda era el indicado para acometer tan magna obra.

 

Sean Penn en «The Professor and the Madman» (2019)

 

Trabajo versus familia

El trabajo para la Oxford University implica trasladarse a vivir a esa población lo que supone un contratiempo para su familia. Ada (su mujer, interpretada por Jennifer Ehle) le apoya en todo, acepta el cambio de domicilio, tolera con gran empatía las ausencias de un Murray totalmente entregado al trabajo. Porque el hombre está absorbido por el proyecto, trabaja en un estudio construido para ese fin en su jardín, allí pasa las horas mientras los niños crecen con poco contacto paterno. En favor a Murray cabe apuntar su facilidad para conectar con sus hijos, la misma Ada reconoce que él tiene un don que ella no tiene, la esposa le confiesa que compensa esa falta con la dedicación plena que él no les puede dar.

Aún así, es duro para un hijo no tener la suficiente atención paterna (sea hombre o mujer), a menudo esa carencia tiene consecuencias en su vivir adulto, no es lo mismo el sentir de una esposa madre (o un hombre padre) —que puede hasta cierto punto aceptar esa ausencia— que el sentir de un hijo que tiene que “tragar” esa decisión de uno y esa aceptación del otro. Lamentablemente en aquella época —y a menudo aún hoy en día— no se tenía en cuenta la necesidad de conciliar trabajo y familia.

En este sentido es significativa la escena en que lo vemos trabajando una Nochebuena. Ante su ausencia Ada decide salir con los hijos a jugar con la nieve del jardín y para que Murray los vea le tiran bolas a la ventana del estudio. En una bella escena vemos como el profesor sale y juega con ellos, disfruta y los hace disfrutar, ¡qué menos que estar por su familia en una celebración tan importante para los niños de todas las edades!

 

De traumas y locura

El doctor Minor cumple su condena ingresado en un sanatorio mental. Se nos muestra cual es la causa de su desequilibrio: sirvió en la guerra y allí se vio obligado a marcarle la cara a un desertor. Esa imagen le atormenta, allá donde se encuentre cree ver a ese hombre persiguiéndole. Creyó verlo la noche que asesinó al padre de familia. Y lo ve recurrentemente también en el sanatorio.

Las indeseables guerras que tanto daño han hecho a tantísimas gentes a lo largo de los tiempos. Muertes, invalideces, traumas… dolor en demasiadas familias, en multitud de personas. Dolor muy difícil de transmutar, traumas que calan hondo en todas las personas afectadas y especialmente en aquellas que han vivenciado en sus carnes el horror de la guerra.

Entiendo que ante ese dolor, ante ese trauma se hace necesario empatizar con la persona que lo sufre. Empatizar con la víctima, meterse en la piel de su sufrimiento, ahondar en las causas de su dolor, estar a su lado, apoyarlo pacientemente. No es fácil que familiares y amigos puedan con tanto, de ahí la creciente necesidad de ayuda especializada.

Pero desafortunadamente en Psiquiatría suele privar la medicalización al alza del paciente con poco interés empático. Y la Psicología no siempre es eficaz, a menudo en la obsesión por el control del tiempo de las sesiones se dejan cortadas a las personas en su desnudez anímica. Tratar a alguien con problemas psíquicos o psiquiátricos requiere mucho por parte del profesional, la frialdad y distancia con la que algunos se protegen impide —a mi entender— la verdadera sanación.

Minor está solo, nadie lo conoce, nadie cerca que pueda entender su trauma, su estado mental y anímico Inicialmente en el sanatorio recibe un buen trato lo que parece extraño teniendo en cuenta la época. Sin duda influye el hecho de que él es médico, el director del centro lo trata como “colega” interesándose en ese hombre brillante sumido en la oscuridad, se muestra amable haciéndole —haciéndonos— creer que es su amigo…

 

La actriz Natalie Dormer en «The Professor and the Madman»

 

El valor de la amistad

Pero el gran amigo en esa institución no es el director, el gran amigo es Muncie el segundo de a bordo que agradece el que el cirujano salve la vida a un compañero. Muncie hace todo lo posible para mejorar el día a día de ese peculiar paciente. Vemos como se ofrece para hablar con Eliza, la visita en distintas ocasiones con el encargo del hombre que truncó su vida: Minor quiere compensarla entregándole todos sus bienes. Grande el corazón de ese hombre doblemente traumatizado (la guerra y ese asesinato involuntario), grande también el corazón de Muncie que con delicadeza y entrega busca ayudar a su amigo y a la viuda y sus hijos. Hay mucha belleza en esos hombres unidos por la amistad con mayúsculas.

Muncie le regala a su amigo —en nombre de todos los demás empleados— un libro en cuyo interior está la carta de solicitud de ayuda para el diccionario que Murray redactó para que llegara a todos los lectores del país. A Minor le agrada esa propuesta y con entusiasmo se dedica a investigar palabras gracias a los libros que le facilita el director, esa tarea hace que salga del pozo en el que se encontraba. Y paralelamente sus brillantes contribuciones conseguirán que el proyecto del filólogo salga del crítico estancamiento en el que se hallaba.

Así, Murray se persona en el sanatorio con un ejemplar del primer volumen editado como agradecimiento a ese doctor que tanto le ha ayudado. Es bellísima la escena en que se conocen: Murray se presenta creyendo que Minor es el director (Muncie lo ha acompañado al jardín donde se encuentra sin desmentirlo), sentados en un banco conversan en erudición cómplice hasta que el filólogo comprende su situación y con naturalidad lo acepta, acepta su “locura” («¿quién es el loco?», afirma en su sabiduría) y promete volver llamándole hermano. Grande el corazón del filólogo.

Los dos amigos (Murray y Muncie) demostraran que lo son en la recaída que sufrirá Minor. Recaída producida por los sentimientos contrapuestos en su acercamiento a Liza y a sus hijos. Recaída en la que se hará patente el verdadero interés del “amigo” director  y la autenticidad de la amistad de Murray y Muncie. Es sabido que la grandeza de una amistad y un Amor se evidencia en los momentos críticos, así es con esos dos buenos amigos y será también con Eliza quien mutará su odio en Amor.

 

Jennifer Ehle en «The Professor and the Madman»

 

Odio y amor

Eliza acepta comida ofrecida por Minor para sus hijos una noche de Navidad, se nos muestra como Muncie comparte la mesa familiar y consigue que ella abra la posibilidad de aceptar también su dinero, irá a visitar a Minor para ver qué siente al mirarle a los ojos.

Lo hace en el despacho del director donde un Minor cabizbajo saca valor para mirarla, pero Eliza no puede con ese mirar y su sentido “gracias Sra. Merett”, aún no puede con el doloroso recuerdo de la muerte de su esposo, aún lo odia y en su autenticidad no quiere su ayuda. Lo hará de corazón tras sucesivos encuentros en los que irá conociendo a ese hombre atormentado descubriendo su gran humanidad, Minor le enseñará a leer y ella le agradecerá tanta ayuda. Encuentros en el jardín del sanatorio en los que se irá forjando una sólida amistad que desencadenará en Amor.

Ese Amor creciente será la causa de la recaída de Minor. Queda tocado al recibir la bofetada de la hija mayor en una visita familiar en la que conoce a los niños, ella es la única de ellos con conciencia de lo ocurrido, ella ha vivenciado el dolor y la carga materna, ella lo sabe responsable y descarga su justificada ira en esa bofetada. Decae el interés de Minor por todo, ni el trabajo de investigación para el diccionario de su amigo le sirve para salir a flote.

Y cae al fondo del pozo tras el beso de amor de Eliza que le sigue visitando, el beso de Amor mutuo que él no puede asumir en su carga de culpabilidad. A partir de ahí vuelve el tormento, ahora el esposo de su amada es el fantasma que le persigue como antes hiciera el hombre al que marcó en la guerra: “lo maté de nuevo”, se dice el cirujano antes de cortarse su pene. Murray lo visita, se nos muestra su impotencia y dolor al ver a su amigo en semejante estado, al sentir su agresivo rechazo.

Es entonces cuando Minor acepta que el director experimente con él, “terminemos con esto” le pide y tras los “tratamientos” queda como un vegetal. Y así hubiera acabado sus días de no ser por sus amigos, Muncie que se enfrenta a su jefe para que el filólogo y Eliza puedan ver su lamentable estado. Emociona ver a la mujer hablar y tocar a su amado con dulzura logrando que le mire a los ojos, emociona su sentido: “Si hay Amor, entonces más Amor”, que lo saca de su pozo.

Paralelamente se nos muestra otro gran Amor de mujer. El Amor de Ada que va a ver a los académicos de la Oxford University tras la renuncia de su esposo, Murray se niega a seguir ante su exigencia: suprimir la referencia a la colaboración de Minor al saber de su “locura”. Ella les suelta:

«Algunos de ustedes piensan que mi esposo es un ‘tonto’, pero no lo es. Él ve al mundo con sus múltiples opciones y elige ser lo que es. Dos de esos hombres (auténticos) se encontraron en nuestro tiempo: él y su amigo el asesino loco. Juntos nos han dado algo extraordinario. Estoy aquí para pedirles que hagan una excepción a nuestra naturaleza predominante (la no empatía del rigor), para pedirles que no los castiguen por ello».

Y Murray —con el apoyo de Ada y Eliza— mueve cielo y tierra para que revisen el caso de su amigo consiguiendo que lo deporten a su país. Minor sacó a Murray de la ciénaga en la que se encontraba su faraónico proyecto, y ahora él saca a su estimado amigo de esa cárcel física y mental. Vemos cómo en su salida del sanatorio los dos se despiden más en miradas que en palabras, cómo Minor le pregunta por Eliza al partir la diligencia que le lleva al puerto para su regreso a su tierra natal.

Amistad y amor que vencen duros obstáculos, Minor es libre. Y los académicos ceden, Murray recupera su proyecto reflejando en él la colaboración de su amigo. Liza confiesa en la revisión del caso que su esposo no fue siempre un buen esposo y padre, lo confiesa estando presente en la sala su hija mayor. Un caso real que refleja la realidad: se puede salir de los pozos si hay amor.

 

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Entre la razón y la locura: La libertad audiovisual de las palabras.

 

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Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Jordi Mat Amorós i Navarro

 

 

Imagen destacada: Un fotograma de The Professor and the Madman (2019).