[Crítica] «El sol que abrasa»: Toda la luz de una vida

El filme del realizador taiwanés Mong-Hong Chung —disponible en Netflix— es una obra audiovisual inspirada, sobria, y por momentos desoladora. Una narración cinética que pese a su longitud (2 horas y 40 minutos) se siente precisa y redonda, y como un ejemplo de que en el streaming también es factible de encontrar pequeñas joyas que emocionan de verdad.

Por Cristián Uribe Moreno

Publicado el 19.1.2021

La película El sol que abrasa (2019) del taiwanés Chung Mong-hong, presente en el catálogo Netflix, es un drama que sigue las vidas de una familia con sus dos hijos. La cinta se centra en la vida de estos personajes en una contemporánea ciudad de Taipei y los disimiles caminos que toman sus hijos.

La narración se inicia como un thriller, a la manera del mejor cine asiático de acción. Luego, A-ho, el hijo menor de la familia, es internado en un centro de reclusión para menores por sus acciones y a instancia de su padre.

En contraste, A-hao, el hermano mayor, responsable, introvertido y estudioso, se prepara para la carrera de medicina. En síntesis, el orgullo familiar. Así el contraste de los caracteres de los hermanos domina el devenir de la familia.

Después de los acontecimientos iniciales, el relato se ralentiza y la película va construyendo de manera paulatina a los otros personajes. Las imágenes se deslizan por sus vidas, mostrando los conflictos que detonan la detención del hijo menor.

El padre, A-wen, y su madre, Qin, cada uno va sobrellevando a su modo, esta desgracia familiar, que será la primera de varias. De este modo, la narración cinética se divide en los distintos espacios que frecuentan en el diario vivir los miembros de la familia, comparándolo con la dureza de la vida carcelaria que comienza a vivir A-ho.

El gran logro del filme es mostrar sin grandes estridencias, sin efectismo y con moderación de recursos narrativos, como la familia se va desmoronando ante estas adversidades y como sus convicciones van mutando. Por lo que en primera instancia, donde todos se muestran firmes en sus ideas, las acciones de los hermanos van haciendo mella en los personajes y la película va girando de manera gradual.

Las certezas establecidas en un principio, se van diluyendo para tratar de encontrar alguna respuesta (o salida) a la opresiva situación en la que los personajes se van sumiendo (o ya están sumidos sin darse cuenta).

Las imágenes y la música van creando un atmósfera que se filtra en unos impenetrables personajes. La narración adquiere un tono melancólico que a veces es interrumpido por ciertas situaciones insólitas, que develan un humor negro, relacionado a las acciones del padre.

No obstante, lo notable de la narración es que nos introduce en un drama, que va desnudando las emociones de los personajes y lo que va quedando en el centro son las preguntas sobre la maternidad, paternidad y el sentido de la vida que afligen a los personajes.

Asimismo, cuando el relato se vuelve más reflexivo y las tomas se van estilizando, debido a la elección de colores e iluminación, irrumpe la violencia que el mismo relato nunca abandona del todo. Produciendo una extraña sensación de que la belleza de la vida tiene aparejada la brutalidad del ser humano. Por esto, es importante la iluminación a la cual hace alusión la película.

“La cosa más hermosa en el mundo es el sol”, en palabras de A-hao, el hermano mayor. Y continúa diciendo que la mayoría de la gente trata de ocultarse de su luz, buscando vivir en “sombras”. Sombras que se extienden durante largos períodos sobre los personajes.

El sol que abrasa, en definitiva, es una película inspirada, sobria, y por momentos, desoladora. Filme que muestra que el cine taiwanés está en gran forma. Una narración que pese a su longitud, 2 horas y 40 minutos, se siente precisa y redonda.

Un ejemplo de que en el streaming también es factible de encontrar pequeñas joyas que emocionan de verdad.

 

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Cristian Uribe Moreno (Santiago, 1971) estudió en el Instituto Nacional «General José Miguel Carrera», y es licenciado en literatura hispánica y magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile, también es profesor en educación media de lenguaje y comunicación de la Universidad Andrés Bello.

Aficionado a la literatura y el cine, y poeta ocasional, publicó en 2017 el poemario Versos y yerros.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Cristián Uribe Moreno

 

 

Imagen destacada: El sol que abrasa (2019).