[Crítica] «Seis días corrientes»: Las diferencias como valor social

La directora barcelonesa Neus Ballús nos ofrece una ficción en la que tres hombres que encarnan una diversidad cultural comparten casi una semana de trabajo en común como operarios de una empresa de lampistería y electricidad.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 30.12.2021

«Nos igualan las diferencias. Nos enriquecen las diferencias, Nos liberan las diferencias».
Horacio Ramírez

Vivimos tiempos de creciente radicalización política y social, tiempos de preocupante resurgimiento de ideas y de prácticas autoritarias excluyentes en las que las diferencias —etnia, nacionalidad, idioma— son vistas como problema en democracias que creíamos ostentaban valores y derechos inalienables.

Y por otra parte afortunadamente crece la empatía social entre gran parte de la población que entiende la condición humana como diversa y aprecia como gran valor esa diversidad.

Se dan cuenta de que una raza, una nacionalidad, un idioma distintos no es una amenaza, no es una competencia, no es un abismo sino que son un regalo, una riqueza para quien lo acepta, lo entiende y lo integra.

No hay “enemigo” externo, el “enemigo” está en nuestro interior no reconocido que solemos proyectar al exterior (al otro).

 

Arquetipos y diferencias

Así lo entendemos muchos y así lo entiende la directora barcelonesa Neus Ballús, quien nos ofrece una ficción en la que tres hombres que encarnan esas diferencias comparten seis días de trabajo en común como operarios de una empresa de lampistería y electricidad. Se da la circunstancia de que ellos son realmente profesionales instaladores, para nada actores ni tan siquiera amateurs.

Ballús en una entrevista concedida a la revista Cinemanía considera que la película es: “un híbrido en la que hemos provocado situaciones ficticias con una base real muy fuerte. Les hemos enseñado (a los tres protagonistas) a salir del terreno de lo confortable”.

Una apuesta muy arriesgada que engrandece la obra, ellos actúan como conocedores de su oficio con total naturalidad y encarnan con convicción arquetipos humanos que van más allá de su día a día como fontaneros:

Valero (Valero Escolar), un español algo bruto y racista que entiende pero no habla el catalán, un hombre que entra en las casas sin respeto alguno por los moradores y sus pertenencias.

Pep (Pep Sarrà), un catalán de pura cepa muy tolerante en lo social —aunque no en el oficio, exige mucho a los demás— y quien siempre ha trabajado con Valero y que está a punto jubilarse.

Y Moha (Mohamed Mellali), un marroquí que está en periodo de pruebas para sustituir a Pep. El árabe es un hombre muy sensible que observa todo en respetuoso silencio y se convierte en narrador del día a día en común de este insólito trío que atiende todo tipo de trabajos en todo tipo de ambientes del área metropolitana de la capital catalana.

Son acertados esos comentarios de un hombre acostumbrado a observar ya desde pequeño, así lo hacía en su hogar marroquí con sus vecinos y así lo hace de adulto. Comentarios a modo de reflexiones filosóficas: “No conozco a mis vecinos aunque estamos muy cerca”, se dice en su humilde vivienda compartida.

Es de resaltar que cada uno de ellos habla primordialmente en su idioma, el catalán y el castellano se alternan con la naturalidad que se hace en nuestra tierra. Y el marroquí lo emplea Moha en sus reflexiones personales y en la interacción con sus compañeros de piso.

Pero no son los únicos retratos humanos. Transitando de lo cómico a lo dramático, la realizadora catalana nos adentra también en la vida de los clientes de este trío, quienes son también personajes arquetípicos.

Es el caso de un anciano que vive solo en su humilde piso, y que se muestra satisfecho por conocer las recetas de la salud y la longevidad que ostenta. O el afamado psicólogo y su imponente casa domótica, psicólogo que acaba interviniendo en el conflicto entre Valero y Moha…

Variedad de personajes que son encarnaciones de las ricas diferencias que conforman una sociedad como la catalana hoy en día, una sociedad que acogió hace más de medio siglo a emigrantes de otras zonas de España y que en las últimas décadas ha hecho lo propio con gentes de todo el mundo, este mundo globalizado económico que esperamos lo sea en humanidad.

 

Humanismo

Quizás se le pueda criticar a la película de poca profundidad en sus diálogos, pero entiendo que su grandeza está en que bajo esa apariencia ligera transmite un mensaje realmente hondo y que por su presentación puede llegar a todo tipo de públicos.

Un mensaje humanista muy necesario, necesitamos historias que transmitan valores e iluminen oscuridades que a menudo parecen insalvables, necesitamos recordarnos humanos.

Así que no se pierdan esta entretenida joya cinematográfica que ha sido galardonada en las últimas ediciones del Festival de Valladolid, del Festival de Loncarno (significativo el premio a los mejores actores para Valerio Escolar y Mohamed Mellali) y así mismo merecedora del premio Feroz.

 

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Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Jordi Mat Amorós i Navarro

 

 

Imagen destacada: Seis días corrientes (2021).