[Ensayo] «Las indignas»: A la deriva en un mundo intoxicado

El retrato que entrega la narradora bonaerense Agustina Bazterrica en su última novela, continúa las bases estéticas planteadas en su anterior obra «Cadáver exquisito» (2017), y vuelve a constituir una fuerte crítica y advertencia a la sociedad occidental, cuando pareciera que en su núcleo esencial se construyen las bases de nuestro propio derrumbe como civilización.

Por Martín Parra Olave

Publicado el 15.1.2024

El mundo tal cual lo conocemos hoy comenzó a transformarse de manera progresiva pero constante hace varias décadas atrás. Esto ha sido señalado desde diferentes puntos de vista, miradas y posiciones político y estéticas. La literatura no ha quedado ausente y ha producido una gran cantidad de obras que dan cuenta de las consecuencias que está ocasionando y va a generar la contaminación medioambiental en nuestro planeta.

La escritora argentina Agustina Bazterrica (1974, Buenos Aires) se hizo conocida a nivel latinoamericano con su primer crédito bautizado Cadáver exquisito (2017), una novela distópica donde los humanos se alimentan de humanos, cuya producción es tal cual la que se hace con el ganado vacuno.

Así, y luego de cinco años de silencio vuelve a la ficción con un texto que se adentra en un mundo arrasado por la contaminación ambiental, donde los seres humanos, o los que quedan de ellos, se encuentran recluidos en un monasterio abandonado que funciona como refugio.

«La niebla vino de las tierras arrasadas, del mundo aniquilado. Es fría, tiene la consistencia pegajosa de las telas que tejen las telarañas, pero se desarma en nuestros dedos cuando la tocamos. Algunas tuvieron reacciones en la piel, picazón, dolores fuertes. A una sierva la piel le cambió de color. No la vimos más» (p. 19).

En efecto, en esta obra, y al igual que en las delirantes páginas de Cadáver exquisito, nuevamente se encuentra presente el tópico estético de una niebla misteriosa y agresiva que genera muertes y alergias.

 

La prevalencia de la animalidad

En Las indignas (Alfaguara, 2023), un mundo devastado es simbolizado por una extraña fuerza que nadie recuerda claramente, se han abolido los ritos católicos y ahora solamente hay mujeres recluidas en un recinto que antiguamente parece haber sido usado por monjes.

Sea esta quizás una de las obras futuristas más interesantes del último año, pues a pesar que repite temas tratados en otras narraciones latinoamericanas (Mugre rosa de la uruguaya Fernanda Trías habla de la contaminación medio ambiental que afecta a un pueblo), el trabajo de Bazterrica incursiona en los mecanismos más oscuros de los seres humanos en una situación extrema, pues pareciera que en ese tipo de circunstancias la animalidad es lo que predomina por sobre el razonamiento.

Casi todos los hechos transcurren en La Casa de la Hermandad, esta suerte de monasterio recuperado por las sobrevivientes del mundo arrasado, el que se transforma en una especie de cárcel desde donde las que están en su interior deben cumplir de manera estricta las normas y leyes dictadas por Él, una figura masculina misteriosa, que nadie parece conocer, y que ostenta todo el poder para hacer lo que se le antoja dentro de ese lugar.

En este espacio heterotópico, donde todo funciona como en una secta, transcurre la acción dramática, mientras en el exterior se desenvuelven las con consecuencias del cambio climático:

«No distinguimos una estación de otra, en una semana podemos vivir las cuatro estaciones fundidas, unas atraviesan a otras, se destruyen, el frío del invierno congela un día primaveral, el calor derrite la paz otoñal, y todas ellas están enmarcadas por un silencio punzante que se extiende cada vez con mayor rapidez» (p. 89).

En definitiva, el retrato que nos entrega Agustina Bazterrica en su última novela es una fuerte crítica y advertencia a nuestro mundo actual, pues hoy en día pareciera que estamos construyendo las bases de nuestra propia destrucción en tanto especie y civilización.

No se trata solo de un cuestionamiento a nuestra forma de producir, sino que además se ponen en entredicho los pilares de la religión católica que ha imperado en el mundo occidental y que fue incapaz de detener el desastre natural:

«Los vitrales con las imágenes del Dios erróneo, del hijo falso, de la madre negativa, ese Dios que no supo contener la avaricia y la estupidez de su rebaño, que dejó que envenenaran el núcleo de lo único que importaba. No hay que mirar a ese Dios que nos dejó a la deriva en un mundo intoxicado» (p. 31).

Narrado de manera fragmentaria, pues la misma hablante se encuentra encerrada y debe escribir de manera que no la descubran, esta novela es una afilada advertencia de lo imposible, pero que parece está cada vez más cerca: la desaparición definitiva del mundo tal como lo conocemos hoy, por lo que la lectura de Las indignas es casi una obligación.

 

 

 

***

Martín Parra Olave es licenciado en gobierno y gestión pública de la Universidad de Chile y magíster en letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Actualmente cursa el doctorado en literatura impartido por esa última casa de estudios.

 

«Las indignas», de Agustina Bazterrica (Editorial Alfaguara, 2023)

 

 

 

Martín Parra Olave

 

 

Imagen destacada: Agustina Bazterrica (por Martín Rosenzveig).