Gonzalo Rojas, un defensor de la belleza

El creador literario analizado en este texto corresponde a un poeta completo y maduro, que expresa en la totalidad de su obra una energía vital desbordante, la cual estremece al lector, en un autor que refleja a través de sus versos, el sentir propio e interior suyo más profundo: el goce de los sentidos, el erotismo, la necesidad de trascendencia y el compromiso social.

Por Ignacio Cruz Sánchez

Publicado el 27.2.2018

 

SU VIDA

Gonzalo Rojas Pizarro fue un connotado poeta y educador chileno, ampliamente reconocido a nivel nacional e internacional.

Nace en Lebu, puerto minero de la provincia de Arauco, en 1916. Es el sexto hijo del matrimonio entre Juan Antonio Rojas y Celia Pizarro.

En 1921, a sus cuatro años de edad, su padre fallece, por lo que se traslada con su madre y hermanos a vivir en el norte del país.

En 1926 regresa a los parajes de su infancia, instalándose en la ciudad de Concepción, donde termina sus estudios escolares, tras frecuentes cambios de ciudad y de establecimiento educacional.

Lleva a cabo sus estudios de literatura en el Instituto Pedagógico en la Universidad de Chile, en Santiago. Para financiar sus estudios trabaja por algunos años como inspector en el Internado Nacional Barros Arana.

 

SU TRAYECTORIA DOCENTE

En 1941, tras la muerte de su madre, deja atrás la capital y se traslada a trabajar como profesor al norte del país.

En la Sierra de Domeyko, provincia de Atacama, a tres mil metros de altura, trabaja como maestro. Además se dedica a la alfabetización de los trabajadores.

En 1944 regresa a la ciudad de Santiago, donde se desempeña en la Dirección de Cultura del Gobierno de Juan Antonio Ríos.

Después de esto, entre 1946 y 1952 permanece en la ciudad de Valparaíso, donde se desenvuelve como profesor de castellano en diversos establecimientos educativos. En este período dedicado de lleno a la docencia, no deja de lado el escribir y publicar.

Entre 1953 y 1970 ejerce la docencia en la Universidad de Concepción. Paralelo a ello participa continuamente en todo tipo de  iniciativas culturales en Chile y en el extranjero. Su inquietud y vitalidad son enormes, y se relaciona continuamente con connotados personajes del mundo cultural y literario. Desde la Universidad  participa activamente en la vida cultural de esa ciudad.

Durante su permanencia en la Universidad de Concepción, Gonzalo Rojas fue responsable de varias importantes convocatorias a gran cantidad de escritores de América y Europa. Entre ellos muchos latinoamericanos. Se congregó a más de un centenar de intelectuales reconocidos, en torno a variados temas de la vida cultural de la época, sin dejar de lado la lectura de sus trabajos. Entre ellos se cuenta a Nicanor Parra, Ernesto Sábato, Volodia Teitelboim, Carlos Fuentes, Mario Benedetti, Alejo Carpentier, Augusto Roa Bastos, José Miguel Arguedas, Jorge Millas y muchos otros. Algunos escritores han declarado que dichos encuentros podrían haber sido el inicio del boom latinoamericano.

 

El poeta Gonzalo Rojas Pizarro

 

SU PARTICIPACIÓN POLÍTICA

El gobierno de Salvador Allende lo designa como agregado cultural en la embajada nacional en la República Popular China, y posteriormente como encargado de negocios en la embajada de Chile en Cuba.

Al producirse el golpe de estado, en 1973, es separado de sus funciones diplomáticas y académicas, y es enviado al exilio, que transcurre en Alemania, Cuba y Venezuela. En este período se desempeña como docente, tanto en Alemania como en Venezuela.

Posteriormente, al término de su exilio, trabaja en algunas universidades en los Estados Unidos.

En otoño del 2011, al cabo de una prolífica vida, fallece en Santiago de Chile, a la edad de 94 años. El poeta fue velado en el hermoso palacio que alberga el museo de Bellas Artes, y posteriormente fue trasladado a Chillán, donde fue sepultado en el paseo de los artistas, junto a otros connotados, entre ellos Claudio Arrau.

Rojas recibió, entre muchos otros galardones, el Premio Nacional de Literatura,  el Premio Altazor, el Premio de Poesía Octavio Paz, en México, el Premio José Hernández en Argentina, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana  (España), y el Premio Cervantes (2003).

Además, fue nombrado miembro honorífico de la Academia Chilena de la Lengua.

 

LA TEMÁTICA DE SU OBRA

La temática de la poesía de Gonzalo Rojas gira en torno al goce de los sentidos, el erotismo, la necesidad de trascendencia y el compromiso social.

Este poeta es miembro de la generación literaria de 1938. Manifestó su cercanía con la estética surrealista, y situó su obra en una línea de continuidad con las vanguardias latinoamericanas del siglo XX.

En cuanto a su línea creativa, según él mismo cuenta, recibió influencias  surrealistas; también las recibió de los poetas grecolatinos y de los poetas místicos españoles.

“Su poesía, según ha señalado el crítico Marcelo Coddou, también en los momentos aciagos se atrevió a defender la belleza, a enfrentar los maniqueísmos, a gritar el goce de los sentidos y denunciar con nobleza las múltiples formas de miseria del hombre”.(«Memoria Chilena»)

A manera de Arte Poética, Gonzalo Rojas escribe un breve texto que nos deja entrever el enfoque de su trabajo artístico. Dice lo siguiente:

“No soy David, ni San Juan de la Cruz, ni Baudelaire, ni ese sagrado alcohol de Dylan Thomas, ni los volcanes libres de la Mistral, Neruda o De Rokha; ni Vallejo, ni el océano, ni Vicente, ni nadie. Apenas uno más en el coro invisible.

Pero oigo con urgencia que me llaman y llaman: OIGO VOCES Y ESCRIBO”. (Gonzalo Rojas)

Como bien dice en las últimas líneas, su voz interior le dicta lo que debe escribir. Un sentimiento primitivo y urgente.

Revisten gran importancia en la producción poética de Gonzalo Rojas los tres primeros libros que publicó: “La miseria del hombre”, “Contra la muerte”, y “Oscuro”, escritos entre los años 1948 y 1977. Fueron tres libros en un período de 29 años.

 

«La miseria del hombre» (1948)

Su primer libro de poemas, llamado “La miseria del hombre”, salió a la luz en 1948. En él encontramos una fuerte carga existencial y un gran cuestionamiento sobre la existencia. Esta publicación tiene un gran eco en el ambiente literario de la época.

Sobre este libro, Enrique Lihn comenta: “La aparición hace más de treinta años de “La miseria del hombre” fue una explosión de vitalidad poética que no tuvo entonces ni tiene ahora un correlato crítico suficiente, una respuesta que asumiera ese desafío”.

Este poemario provocó variados comentarios. Miguel Arteche y Gabriela Mistral alabaron este trabajo. En una carta dirigida a Rojas, Mistral le comenta:”Me ha tomado mucho, me ha removido y, a trechos, me deja algo parecido al deslumbramiento de lo muy original, de lo realmente inédito. Lo que sé, a veces, es recibir el relámpago violento de la creación efectiva, de lo genuino, y eso lo he experimentado con su precioso libro”.

Con ocasión de un premio recibido por el mexicano Carlos Fuentes, éste  comentó: “Gonzalo Rojas forma parte del gran arco lírico, junto a Rubén Darío, Leopoldo Lugones, Vicente Huidobro, Pablo Neruda, José Goroztiza, César Vallejo, José Lezama Lima y Octavio Paz”. Con este comentario dio a Rojas un gran espaldarazo.

 

Reedición facsimilar del poemario «La miseria del hombre» (1948)

 

«Contra la muerte» (1964)

Después de dieciséis años de lanzado su primer libro, nace su segundo poemario, que tituló: “Contra la muerte”, en el que el autor muestra su urgencia por vivir,  coger la existencia y exprimirla hasta la última gota. Un libro vivencial e intenso, en el que cada verso destila deseos de vivir y de gritar los apremios de la existencia.

 

«Oscuro» (1977)

“Oscuro”, es el nombre del tercer libro de Gonzalo Rojas, editado y publicado en Venezuela, mientras se encontraba asilado en ese país. Con este nuevo libro, el poeta logra sembrar esperanza e iluminar los aciagos días del destierro, orientando su mirada hacia la patria natal.

 

Otra vez “Contra la muerte”

Me enfocaré en adelante en el segundo libro de poemas publicado por Gonzalo Rojas: “Contra a muerte”, del cual repasaremos algunos poemas. Basándome en éstos abordaré las constantes temáticas presentes en su obra.

Quizá el asunto más reiterativo en su obra sea la necesidad de la trascendencia, de saber y sentir que hay algo más allá en esta vida que perdura después de la muerte. Rojas se pregunta constantemente en sus versos sobre cómo escapar de la levedad de la vida cotidiana.

El poema que inicia el libro “Contra la muerte”, cuenta con una fuerza expresiva impresionante. Más allá de sus angustias, ve una fuerza inmensa más allá de él y la invoca, reconociendo su poderío:

“Oh voz, única voz: todo el hueco del mar / todo el hueco del mar no bastaría / todo el hueco del cielo / toda la cavidad de la hermosura / no bastaría para contenerte / y aunque el hombre callara y este mundo se hundiera / oh majestad, tú nunca / tú nunca cesarías de estar en todas partes / porque te sobra el tiempo y el ser, única voz / porque estás y no estás, y casi eres mi Dios / y casi eres mi padre cuando estoy más oscuro”. (“Al silencio”)

Rojas siente el rápido paso de los días y la vertiginosa velocidad con que la muerte se aproxima:

“…los días van tan rápidos / al invisible océano que ya no tengo donde nadar seguro./(…) / Vuelvo a mi origen, voy hacia mi origen, no me espera nadie allá, , voy corriendo a la materia hondura / donde termina el hueso, me voy a mi semilla”. (“Los días van tan rápidos”)

Sin embargo, no deja de reconocer lo duro que le resulta, al igual que le sucede a todos, reconocer la dureza y el rigor que la vida nos impone a veces: “Si eres mujer te pones la máscara más bella / para engañarte. / Si eres varón pones más duro el esqueleto, pero por dentro es otra cosa”. (“Los días van tan rápidos”)

El poeta nos convoca a abrir los ojos, y a ver la vida en su integridad: “…no hay nada, no hay nadie, sino tú mismo en esto: / así es que lo mejor es ver claro el peligro”. (“Los días van tan rápidos”)

Gonzalo Rojas restriega ante nuestros ojos la evidencia más dura. Nos grita a la cara la finitud de nuestra vida, la fugacidad de la vida que tenemos y lo rápido que desaparecen quienes para nosotros han significado mucho: “Qué eres tú? ¿Qué soy yo / sino un cuerpo prestado que hace sombra?.(…)  Yo tuve padre y madre / pero ya no recuerdo / sus cuerpos ni sus almas”. (“El sol es la única semilla”)

A continuación Rojas aborda otro tema constante en su poesía: el significado del bien y del mal, relativizando esta lucha que la tradición católica pone en un lugar importante: “Tú haces el bien o el mal. / Tú eres causa de un hecho. / Pero eres tú la causa? (“El sol es la única semilla”)

Y recalca duramente la idea para quitar los últimos velos que nos puedan tapar la realidad: “Peleas. Duermes. Comes. / Engendras. Envejeces. / Pasas al otro día”.  / Los demás también mueren / como tú, gota a gota / hasta que el mar se llena…”  (“El sol es la única semilla”)

Pese a ver claramente la realidad cotidiana y la innegable fragilidad de la vida, sus poemas dejan ver un enfoque constructivo de lo que para algunos es nada más que una aplastante realidad, haciendo un imperativo llamado: “Estemos preparados. Quedémonos desnudos / con lo que somos, pero quememos, no pudramos / lo que somos. Ardamos. Respiremos / sin miedo. Despertemos a la gran realidad de estar naciendo ahora…”  (“Los días van tan rápidos”)

Los últimos versos llaman a vivir intensamente, transformando cada minuto en un triunfo, dando sentido y trascendencia a nuestros días. En estos versos queda en evidencia lo que el mismo Gonzalo Rojas confiesa, pues éste reconoce la gran influencia que tuvo en él la literatura mística española del siglo de oro en su obra. Entre ellos recordemos a Santa Teresa y a San Juan de la Cruz.

Pese a la gran violencia que ejerce en el ser humano la idea de la muerte, en la obra de Rojas se le encuentra un cierto sentido, pues pese a reconocer su constante amenaza y presencia, la toma como una posibilidad de surgir, de  aceptarla y con ello lograr el paso a una vida más plena.

El poema “Contra la muerte”, que da el nombre a este libro, resulta central dentro del conjunto de poemas. Este poema en particular muestra de manera transparente el alma del poeta. Se nota, además de un inmenso reclamo a Dios, el absurdo de la vida, el deseo de disfrutar todo lo que cada día nos ofrece, y la esencial fragilidad de los bienes que gozamos:

“Dios no me sirve. Nadie me sirve para nada. / Pero respiro, y como, y hasta duermo / pensando que me faltan unos diez o veinte años para irme de bruces / como todos / a dormir en dos metros de cemento allá abajo”. (“Contra la muerte”)

Los versos anteriores son un puñetazo. El poeta, interpretando el sentir de muchos, reclama lo que quiere conservar:

Toco esta rosa, beso sus pétalos / adoro la vida / no me canso de amar a las mujeres /  me alimento de abrir el mundo en ella / pero todo es inútil”. (“Contra la muerte”)

Rojas siente la presencia divina, tal como aparece más arriba. Pero vitalmente le cuesta encontrar consuelo divino al ver que la vida se le irá en algún momento:

“Me hablan del Dios o me hablan de la historia. / me río de ir a buscar tan lejos la explicación del hambre que me devora / el hambre de vivir como el sol en la gracia del aire, eternamente”. (“Contra la muerte”)

El poeta se resiste con enorme fuerza a aceptar que algún día será arrebatado de la vida, de abrir los ojos a un nuevo día. Sin embargo vislumbra, aunque con dificultad, a un Dios que lo abarca todo. Tiene la certeza de su fuerza y espera que éste pueda calmar sus ansias.

Gonzalo Rojas, un poeta completo y maduro, que expresa en su obra una energía vital desbordante; estremeciendo al lector, que ve reflejadas en estos poemas su sentir interior más profundo.

Su obra ha ganado sin duda alguna un lugar de privilegio en la poesía chilena, pues aborda temas esenciales en la vida humana, y los transmite de una manera legítima y potente.

Rojas logra crear un mundo expresivo propio, un estilo, una manera de sentir, y encuentra la vía correcta para entregarlo a los lectores, que se estremecen con la lectura de sus versos.

Que esto sirva como una sincera invitación a coger la obra de Gonzalo Rojas, pues sigue siendo la mejor manera de conocerlo y sentirlo.

 

Portada de «Contra la muerte» (1964), por la Editorial Universitaria de la época

 

Crédito de la imagen destacada: Cincuentopía.com