«Masacre en el estadio»: Víctor Jara, la banda sonora de la Unidad Popular

El largometraje documental producido por Netflix y dirigido por el realizador estadounidense Bent-Jorgen Perlmutt, reconstruye con material de archivo y entrevistas inéditas el calvario sufrido por el compositor nacional en el Estadio Chile, pocos días después de ocurrido el Golpe de Estado de 1973 que derrocó a Salvador Allende.

Por Miguel Alvarado Natalí

Publicado el 15.1.2019

Convertido en el símbolo del poder de un pueblo, una mezcla entre Bob Dylan y Martín Luther King, así cataloga a la figura de Víctor Jara el documental que Netflix le dedica al compositor chileno, que dirigido por el cineasta norteamericano Bent-Jorgen Perlmutt, en un metraje de 64 minutos logra situarnos en el contexto histórico y social en los cuales el cantautor llegó a ser el artista más innovador e influyente al terminar la década del ’60 y el comienzo de los ’70, donde no solo le cantó al amor y a la paz sino que llevó la voz de los pobres y campesinos en sus canciones. “Era la banda sonora de ese pedazo de historia y su música era esencial para el triunfo de Allende”, aclara Eduardo Carrasco de Quilapayún.

Con intervenciones de grandes figuras internacionales como Bono y Bruce Springteen, además de fragmentos de una entrevista que le hiciera a Víctor Jara un canal de televisión peruana, se va hilando esta tremenda historia, donde su esposa Joan Jara cumple un papel fundamental en su lucha y perseverancia para el esclarecimiento del asesinato del músico ocurrido en el Estadio Chile el 16 de septiembre de 1973 y que solo luego del retorno de la democracia y junto con la detención de Augusto Pinochet en Londres, se abrieron las posibilidades de llevar este caso a la justicia. Aquí, los relatos de los prisioneros -muchos de ellos estudiantes y académicos de la Universidad Técnica del Estado (hoy Universidad de Santiago)-  son cruciales para construir las últimas horas de Víctor Jara, a fin de relatar las torturas que recibió luego de ser reconocido por los militares  entre ellos un oficial de la Fuerza Áerea, el cual le rompió una de sus manos.

A pesar de su asesinato, de la destrucción de archivos y grabaciones. De todo el esfuerzo que el gobierno militar realizó para censurar y opacar su obra, la imagen de Víctor Jara fue creciendo no sólo es la retina de un país que a finales de los ’70 y comienzo de los ’80 veía que casi todos los artistas y compositores del canto nuevo se encontraban en el exilio, como Eduardo Carrasco de Quilapayún, quien hace un alcance de las letras de Víctor poniendo el ejemplo de la canción “El arado”, la cual era un retrato del campesinado. Mientras Horacio Salinas de Inti-Illimani subraya que de todos los artistas que apoyaban a Allende el que llevaba la bandera de la Unidad Popular era Víctor Jara.

El documental hace un notable rescate de grabaciones de imágenes desde el grado de polarización en que se encontraba Chile en 1973 y el bombardeo a La Moneda, mostrando lo cruel y sanguinario que fue el Golpe de Estado  y cómo Richard Nixon y Henry Kissinger enviaron a la CIA para derrocar a Allende y llevar al general Pinochet al poder, haciendo referencia al aporte económico que EE.UU. le otorgaba al diario El Mercurio.

“Me quieren en Chile como un trofeo político”, indica un confuso y alterado Pedro Pablo Barrientos sindicado y declarado culpable por el asesinato de Víctor Jara por un tribunal norteamericano. Sorprende lo que señala en la entrevista para el documental, la cual dio con el requisito de someterse al detector de mentiras. Barrientos egresado de la Escuela Militar y que en ese tiempo era teniente dice no conocer a Víctor Jara, que votó por Allende y que nunca estuvo en el Estadio Chile durante los sucesos. Sin embargo hay conscriptos que lo sitúan en ese lugar, pero curiosamente sus dos escoltas han jurado que ni ellos ni el teniente Barrientos pisaron dicho recinto. El reportaje muestra como clave al conscripto José Navarrete que después de 1978 fue guardaespaldas de Barrientos, el cual le habría confesado al momento de mostrarle una pistola de su propiedad, que con esa había asesinado a Víctor Jara. Por su parte los resultados del polígrafo salieron inconclusos, según el técnico que lo realizó por los movimientos y los distintos grados de respiración del paciente.

Masacre en el estadio es un capítulo de la producción de Netflix que es necesario ver, por su contenido histórico, su vigencia y el gran trabajo de recopilación. El director fue cuidadoso en contrastar argumentos  de unos y otros en el caso del juicio al teniente Barrientos. Es un documental con buen ritmo, que no aburre y que a ratos emociona.

“Víctor era muy pobre se lavaba los pies en una acequia junto a la casa y tenía que ir a buscar leña para calentar el agua”, relata Joan Jara. Y me quedo con una frase que aparece por ahí: «Una canción de Víctor Jara es más peligrosa que cien metrallas juntas”. No hay dudas de que fue un tipo humilde y generoso con su talento. Entró al seminario para ser sacerdote, pero después de dos años se retiró. Estudió teatro en la Universidad de Chile, se casó con su profesora de expresión corporal, Joan Turner, mantuvo amistad con Violeta Parra, participó en obras exitosas como “La Remolienda” y con el grupo folklórico Concumen, realizó un gira por Europa, que lo acercó al estudio más profundo de las raíces del folklore, para luego adquirir una importancia trascendental dentro de la escena musical nacional como compositor y cantante popular, que lo llevaron a vincularse al canto de agrupaciones como Quilapayún y Los Inti-illimani.

Su muerte, emblemática para muchos y trofeo para los militares que lo asesinaron aquel 16 de septiembre de 1973 se fue convirtiendo en la voz y la guitarra inspiradora de lucha y justicia social para las bases militantes de la izquierda chilena hasta nuestros días, en que después de casi 45 años de su muerte, por fin se ha logrado definir la participación de ocho ex uniformados del ejército que fueron condenados el 3 de julio de 2018 a 15 años de cárcel por su participación en la tortura y la muerte de Víctor Jara.  El teniente Pedro Barrientos no fue incluido en el proceso ya que reside en EE.UU.

Víctor que nos enseñó el derecho avivir en paz, de hacernos un cigarrito, de defender la tierra, que nos dejó su huella en el viento y en el recuerdo de su Amanda, ahora su paloma puede volar en libertad.

 

 

 

 

 

Tráiler: