«Noches mágicas», de Paolo Virzì: El tiempo de la belleza

El filme del realizador italiano que se estrena este jueves en Chile es un homenaje audiovisual y dramático a la industria cinematográfica de un país que con su arte inspiró a generaciones de seres humanos durante la segunda mitad del siglo XX.

Por Alejandra Boero Serra

Publicado el 13.11.2019

 

«… lo más importante en una historia es el inevitable paso del tiempo…»

El director italiano Paolo Virzì (La prima cosa bella, Loca alegría, El capital humano, entre otras) nos lleva a una época, los 90: un parteaguas social, cultural, derrotas que se conjugan en el «calcio», se ruedan en un set nostálgico y se abren a las miradas -a veces inocente, otras cínicas, siempre múltiples- del cinéfilo. Y allí el cine dentro del cine: un melodrama «all’italiana» donde confluyen una investigación policial, los sueños de tres jóvenes escritores, un homenaje a lo mejor del cine italiano de autor y un reconocimiento a los espectadores como partícipes necesarios de una industria que supo ser, también, arte.

Todo empieza junto al Tíber, la noche de la semifinal de la Copa del Mundo en donde Argentina-Italia -penales mediante- se disputan el triunfo. Italia pierde, suena la canción que da el titulo a la película, una Maserati cae al río y con ella un famoso productor cinematográfico venido a menos muere. La policía comienza a indagar a los tres sospechosos. Los flashback despliegan la trama.

Estas «noches mágicas» -reconocidas con La Palma de Oro Especial en el Festival de Cannes- sacan a relucir los acontecimientos que terminaron en la muerte de Leandro Saponaro (Giancarlo Giannini) gracias a los testimonios de quienes estuvieron junto a él en los últimos días: Antonino (Mauro Lamantia), Luciano (Giovanni Toscano) y Eugenia (Irene Vetere). Tres sospechosos, tres modos de ser italianos -un siciliano, un toscano y una romana-, un sueño: el de ser parte de la industria del cine que los lleva al Concurso Nacional de Guiones Cinematográficos y la realidad de una maquinaria que hace de la ficción un «Buona notte, va’ fanculo» y muchos sentidos guiños a los legendarios escritores/realizadores/actores de un mundo que muta. Nostalgia, decadencia y desilusión.

«Sólo un confuso, absurdo recuerdo de aquellos días en Roma. Tal vez haya sido un sueño. Pero el guión que escribí fue una experiencia oníroca», dice un Antonino ya famoso, al final del filme. Creo que fue lo que se propuso y logró Virzì como director junto a sus guionistas en esta muestra de lo que puede el mejor cine: una gran película en la cual los actores son el epítome de un país, de una industria, de una de las manifestaciones del arte que hicieron de Italia un centro en donde Fellini, Bertolucci, Pasolini deplegaron sus particularidades. Y un set que invita a la nostalgia, al ocio, a los desbordes, a todos los sueños y fantasías, a la decadencia y al cinismo, a la buena mesa y a las malas lenguas: Roma que se eterniza en vistas diurnas y nocturnas bañadas por las luces y las sombras de los cuerpos/voces/almas que la habitan. Un relato que se pliega y se bifurca. Delirante de a ratos. Con un ritmo vertiginoso hasta el final.

«Ser espectadores es maravilloso. Mirar, comprender, encariñarse con los personajes… En esas historias de crímenes que ustedes aman… todo sigue una lógica. La lógica del autor. Pero en la vida las cosas sólo suceden. Sobre eso deberían tratar sus películas. ¿Son capaces de eso, jóvenes aspirantes a guionistas?», les recrimina el investigador a los jóvenes que serán recambio de un mundo que se cae, como cayó Italia en la final del campeonato o el auto del productor. Lo que se sostiene, en estas casi dos horas -quizás otro exceso en tiempos de urgencias-, es la pasión y el respeto hacia los hacedores -espectador incluido- de lo que seguimos llamando cine de autor. Y sí, maravilloso ser espectadores de «noches mágicas».

 

Alejandra M. Boero Serra (1968). De Rafaela, Provincia de Santa Fe, Argentina, por causalidad. Peregrina y extranjera, por opción. Lectora hedónica por pasión y reflexión. De profesión comerciante, por mandato y comodidad. Profesora de lengua y de literatura por tozudez y masoquismo. Escribidora, de a ratos, por diversión (también por esa inimputabilidad en la que los argentinos nos posicionamos, tan infantiles a veces, tan y sin tanto, siempre).

 

«Noches mágicas» (2018), de Paolo Virzì

 

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: Un fotograma de Noches mágicas (2018), de Paolo Virzì.