[Novedad] «Detector de metales»: La soledad y el amor en la Viña del Mar de los años 2000

La escritora y periodista Carmen Duarte consigue realizar en esta novela —su ópera prima— un trabajo delicado, cuyo oficio narrativo agrada al lector, pues a través de una estructura de capítulos breves, relata la historia de dos jóvenes de la Quinta Región de principios de este siglo, y los cuales experimentan un complejo momento de sus vidas, al arrastrar una carga familiar difícil de soslayar.

Por Martín Parra Olave

Publicado el 6.11.2020

En su primer y auspicioso trabajo (Emecé, 2020), la narradora chilena Carmen Duarte (1980), construye una historia de amor entre dos jóvenes metaleros de Viña del Mar. Mónica y Ramón “se conocieron haciendo la cimarra”, tal cual lo hacen infinidad de muchachos que en su afán de escapar de las monótonas clases del colegio, buscan refugio en plazas o espacios abandonados, donde pueden reunirse con sus pares a conversar libremente, fumar marihuana y tomar alcohol.

Aunque también esos lugares son para disfrutar de la soledad que tanto anhelan los jóvenes a cierta edad, pues todo su entorno les parece algo vacío y sin importancia, tal cual le sucede a Ramón, este chileno con pinta de sueco, que siente que “el resto de la gente era la escenografía de un teatro ordinario, con las cortinas de terciopelo raídas, y sus compañeros, sus profesores, todo Viña, figuras de cholguán”, lo realmente importante para él es el metal, esa música que funcionaba como una suerte de motor en su vida.

Mónica en cambio, acusa una soledad y desprecio a su entorno, que perfectamente podrían entenderse como una forma natural de exteriorizar la problemática relación que tuvo con su madre y la ausencia del padre, quien murió cuando ella era aún pequeña.

“Mi vieja estaba tan ida esos años, entre los antidepresivos, los pitos y los álbumes de fotos donde salía mi viejo, que nunca se dio cuenta de que yo a veces me quedaba sola”, produciendo entonces un quiebre que la lleva a odiar su entorno, y a asumir una postura de aislamiento y agresividad.

Ambos jóvenes son dos fuerzas que se encuentran y empiezan una relación amorosa que les sirve de compañía. Sin embargo, los deseos o aspiraciones de cada uno son diferentes, pues mientras él escoge viajar a Estocolmo por dos meses, ella está imposibilitada de hacerlo y se queda en esa ciudad que tan poco le gusta, anidando un deseo que la perturba, pues de alguna manera siente que su libertad se encuentra totalmente restringida.

Las perspectivas personales de cada uno se alejan y se produce la fractura, sobre todo para ella, “porque con eso me empezaba a hundir en un socavón enorme que se ha abierto tras ese terremoto grado diez”, por lo tanto, el dolor se instala y comienza un errático deambular para intentar cubrir el vacío que ha dejado la partida de Ramón.

Por su parte, el joven viñamarino, a pesar de extrañar a Mona, siente algo de alivio al estar en Estocolmo, pues “al fin no iba a ser el único hueón rucio de los carretes, el gringo que camina por Valparaíso, el cabeza de pichi del curso. Éramos todos iguales”, su deseo de ser parte de cierta normalidad lo consigue en el país de sus antepasados, llegando incluso a sentirse como en casa.

Carmen Duarte consigue realizar un trabajo delicado, cuyo oficio narrativo agrada al lector, pues a través de una estructura de capítulos breves, cuenta la historia de estos dos jóvenes, que pasan por un complejo momento de sus vidas, arrastrando una carga familiar difícil de soslayar.

A pesar que la juventud es un tema recurrente en las primeras novelas, Duarte sortea con habilidad los lugares comunes y los estereotipos que tanto abundan en este tipo de trabajos, desmenuzando con bisturí los dolores que se esconden en el alma de estos dos personajes.

Sin puntos débiles y con una simpleza que hipnotiza, esta novela puede perfectamente instalarse como uno de los trabajos más interesantes de este golpeado 2020.

 

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Martín Parra Olave es licenciado en gobierno y gestión pública de la Universidad de Chile y magíster en letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

 

«Detector de metales», de Carmen Duarte (Emecé, 2020)

 

 

Martín Parra Olave

 

 

Imagen destacada: Carmen Duarte.