[Crítica] «Tribu de la palabra»: El misterio poético y su alquimia

Este homenaje lírico es la memoria del autor a aquellos creadores que lo influenciaron desde la trascendencia atemporal de sus obras: chilenos y extranjeros convocados por la pluma ancestral, densa, honda, y fatua de Theodoro Elssaca.

Por Natasha Valdés

Publicado el 14.3.2024

Honrarás padre y madre, qué más noble que honrar a aquellos que nos iluminaron. Maravillosa es la asociación inmediata a la idea de un libro que no deje morir la memoria de los que compartimos el oficio de escribas, como dice Theodoro Elssaca (1958), aquellas obras que han encontrado un eco en él: para plasmar ese «algo» como parte inefable del misterio poético y de su alquimia en el proceso creativo.

Este tributo a la tribu a la cual pertenecemos es la memoria del autor a aquellos que lo tocaron desde la trascendencia atemporal de sus obras. Chilenos y extranjeros convocados por la pluma ancestral, densa, honda, significativa de Elssaca. Jamás un lugar común, jamás una frase hecha, todo su quehacer es único e irrepetible.

Por nombrar a pocos y señeros: Jorge Teillier, Gabriela Mistral, Armando Uribe, Vicente Huidobro, Delia Domínguez, Marta Colvin, a quien besas con un poema, Gonzalo Rojas, Miguel Arteche, Emma Jauch, Humberto Díaz-Casanueva, Matías Rafide, Gastón Soublette, Efraín Barquero, Renato Cárdenas, Pablo Neruda, Erick Pohlhammer, Armando Uribe, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Constantino Cavafis, Thiago de Melo, Shakespeare, Edgard Allan Poe, Cervantes, César Vallejo, André Breton, Ernesto Cardenal, Julio Cortázar, Nicolás Guillén, Rubén Darío, Hesíodo, Platón, Tales de Mileto, Heráclito de Éfeso.

Titánica tarea aún para antologadores y cronistas, Elssaca nos regala con los más señeros.

Muchos de ellos conocidos por sus expediciones a otros continentes, a otros tiempos, a mundos secretos, a logias sólo develadas para los elegidos, tertulias de amantes de variadas artes: pintores, escultores, fotógrafos, filósofos, antropólogos, cronistas, narradores y los más locos: poetas.

En ese mundo el autor chileno desarrolla sus intensas ofrendas de palabras, su impronta única que combina artes visuales con el sonido ancestral de su idioma de arenas, ríos, música, danza y vuelos.

Derrocha conocimientos y desafía a «Funes el memorioso» en la claridad de la huella fresca y rediviva. Su poema «Círculo polar» trasciende los espacios y es parte del universo, pues será enviado a nuestra luna este 2024.

Difícil es enumerar lo que nuestro artista ha hecho, sale más breve decir lo que no ha hecho, o dejado de hacer, pero eso queda pendiente para algunas inquietudes que todos tenemos sobre él y su trayectoria.

 

Un ciudadano del mundo

Se podría decir que la obra poética de Theodoro Elssaca nace en España donde dirige un taller de letras y otras artes, en los años 80. Sus versos llegan al gran Rafael Alberti, quien notó la profundidad de su poesía y la calificó como «intensa y poblada de imágenes».

En algún momento, Elssaca ha señalado a Madrid como su hogar, donde vivió intensamente por años, en una época en la que aún estaban circulando por ese paisaje los grandes poetas, a los que conoció, visitó en sus talleres y hogares, retrató e incluso grabó conversaciones en cintas magnéticas:

Rafael Alberti, Gerardo Diego, Rosa Chacel, Dámaso Alonso, Luis Rosales, Gabriel Celaya, Amparitxu Gastón, José María Valverde, la filósofa María Zambrano, el Premio Nobel Vicente Aleixandre, y en las últimas décadas Manuel Quiroga Clérigo, Ángel Guinda y tantos otros creadores gigantes que ya partieron, pero que habitan inmortales en estas páginas eternas.

Aunque Theodoro Elssaca también vivió en París y otros lugares edénicos, es un ciudadano del mundo.

El poeta Emilio Neira señala que: «Elssaca nos invita a surcar mares, océanos, desembarcar constantemente, para luego volver a sumergir la memoria en búsqueda ardiente del ayer lejano y cercano a la vez, larga peregrinación de la palabra, con pequeños remos y brújula algo borracha, de tanto beber diferentes paisajes».

Notable, entre los 70 notables poemas inéditos, me parece el poema para Alexander: «Jaguar del Sol» (p. 188), escrito antes del nacimiento de su talentoso hijo compositor y músico. Es de una dulzura extraordinaria en la casi científica obra del poeta.

Innumerables son los galardones del poeta, pero hay dos que me parecen únicos: su obra Celebración del instante, 365+1 Haiku, inspiró al renombrado pintor japonés Roberto Hayashi a realizar más de 50 obras visuales. La muestra de cada pintura será expuesta con una placa conteniendo el Haiku respectivo de Elssaca, en español y japonés, en una larga itinerancia por: Chile, Corea, China y Japón.

Y esto es de fuera de este mundo: su poema «Círculo Polar – Polar Circle» (p. 234), fue premiado a partir de una selección mundial publicada en enero de este año para la edición terrestre del proyecto The Polaris Trilogy, disponible en Amazon y otras plataformas. Será enviado en una cápsula a la luna y puesta en vuelo espacial durante estos meses.

Escuchemos al extraterrestre poeta entre poetas: Theodoro Elssaca, «parido a orillas del río Maipo, una noche de granizo y tormenta», un enigmático 25 de julio, en Tzolkín. Un día que, según la sabiduría del Calendario Maya, está fuera del tiempo.

 

 

 

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Natasha Valdés (Santiago, 1956) es una destacada escritora y poeta nacional, profesora de castellano titulada en la Pontificia Universidad Católica de Chile, y quien actualmente reside en la ciudad de Viña del Mar.

 

«Tribu de la palabra», de Theodoro Elssaca (Fundación IberoAmericana, 2023)

 

 

 

Natasha Valdés

 

 

Imagen destacada: Theodoro Elssaca.