Los nuevos carceleros de un país en cuarentena

Los vocingleros, embaucadores por antonomasia, abundan en Chile. ¿Nombrar a los más destacados? Bien podría llevarme años de mi vida, pero aquí va una pista: se distinguen por querer convencernos de las bondades del modelo neoliberal.

Por Walter Garib Chomalí

Publicado el 4.5.2020

De las actividades más favorecidas en estos aciagos días de pandemia, se encuentra el charlatán. Personaje amigo de hablar hasta por los codos y sin provecho. Si logra hacerlo hasta por los codos, son infinitas sus posibilidades de expresarse. En contraposición a la desatada verborrea, también se puede hablar utilizando los ojos, lo cual es la más bella forma de comunicarse. Una furtiva mirada de quien nos ama, de los hijos, hijas, nietos y nietas, constituye un bálsamo. La oportuna caricia. Ese guiño como sutiles pestañadas, constituyen palabras de silencio. Bellas expresiones que no necesitan expresarse. A menudo el silencio, mientras alguien nos toma de las manos, nos transporta a comprender mejor a quienes nos rodean. Ahora es el tacto que comunica los latidos del corazón.

Me refiero en cambio a quienes ignoran el efecto de mirar a los ojos y pululan en la política, en el arte, en los medios de difusión y se quieren convertir en iluminados. Hablan, escriben, pontifican, mientras predicen y opinan, dominados por la incontinencia verbal. Ningún asunto le es ajeno, pues creen manejar cualquier tema. Y si no lo dominan, tratan de engañar, escudados en su desatada verborrea. Ni la Enciclopedia Británica los supera en sabiduría. Me refiero al personaje bullicio, desmesurado y grandilocuente, porque hay también charlatanes divertidos, dueños de alguna información, que en Chile se le dice: “tarro con piedras”. A troche y moche quieren endulzar nuestras orejas, vestidos de Mesías, augurando tiempos mejores.

A este grupo de selección espontánea, deben unirse ciertos escritores —no digo escribidores, pues estos poseen cierta dignidad y reconocen sus limitaciones— amigos de blasonar de su oficio. Cualquiera puede escribir sin necesidad de ir a la universidad o frecuentar una academia donde imparten talleres. Cacarean, lanzan proclamas y anuncian, provistos de una bocina, el inicio de la temporada de circo. Que la cesantía es hoy de un 8,2% es una minucia, que se va a resolver con trabajos de emergencia, ya sea recogiendo piedras de una orilla del río, para trasladarla a la otra orilla o retirar la basura de un contenedor para ponerla en otro.

El arte en general, nace bajo distintas miradas, y diferentes gustos, propuestas y se cultiva con absoluta libertad. Libertad que empuja a los genuinos artistas a ejercer el oficio, sin cortapisas, cuyas propuestas abren debates, críticas y se polemiza. Situación que aprovechan los parlanchines avispados, para inmiscuirse de contrabando en el tema y tratan de dictar cátedra.

Ajeno al grupo se halla el vendedor callejero, que anuncia a voces su mercancía. Alejado de su oficio en estos meses de convulsión social. Admiro su trabajo, pues a menudo se trata de inmigrantes analfabetos, expulsados de sus países de origen o que han debido emigrar, empujados por la miseria. Como lo he expresado en otras columnas de opinión, todos somos hijos, nietos o bisnietos de inmigrantes. Que nadie trate de exhibir apellidos extranjeros de compleja pronunciación, junto a pergaminos, escudos de armas o historias de antepasados patricios, pues en su mayoría, son antecedentes falsificados. A América venían a refugiarse después de escapar de la justicia, corsarios, estafadores y ladrones de bancos, que desde luego, vinieron a fundar bancos.

Los vocingleros, embaucadores por antonomasia, abundan en Chile. ¿Nombrar a los más destacados? Bien podría llevarme años de mi vida, aunque a estas alturas son escasos, en cumplir semejante odisea. Como se vive un encierro de amor, fidelidad conyugal, reunidos junto a la familia, al gato, urge distraer las horas, mientras los nuevos carceleros, nos quieren convencer de la bondad del sistema.

Regresemos a la historia del charlatán. En la televisión, por ejemplo han aparecido émulos de Nostradamus y provistos del desparpajo del lenguaraz incontinente, hablan de pandemias, conspiraciones internacionales, acabo de mundo, invasión de alienígenos, quienes vienen a apoderarse de la tierra.

 

***

Walter Garib Chomalí (Requínoa, 1933) es un periodista y escritor chileno que entre otros galardones ha obtenido el Premio Municipal de Literatura de Santiago en 1989 por su novela De cómo fue el destierro de Lázaro Carvajal, y el premio de novela Nicómedes Guzmán en 1971.

 

Walter Garib Chomalí

 

 

Imagen destacada: Hernán Larraín Matte, presidente de Evópoli.