Relato «Picho caluga»: El nacimiento del amor a cualquier vista

Perteneciente a un texto conformado de hasta ahora dieciséis cuentos inéditos, y los cuales serán publicados hacia un futuro próximo, en un libro todavía sin bautizo ni nombre ni prólogo ni señas de identidad verficables ni contables, ni menos condenables, la poeta y narradora chilena ha cedido el noveno de aquellos folios ignotos para ser conocido en este medio, el Diario digital donde se desenvuelve como una habitual y entusiasta redactora.

Por Alejandra Coz Rosenfeld

Publicado el 1.5.2018

Lo vió entrar. Y así sin previo aviso, como quien dice agua va, se enamoró instantáneamente, así, al instante.

Bastó un parpadeo de sus lindos ojos azules para saber que no soñaba.

Ella tenía el delantal bien sujeto a su esbelta cintura y una madurez en su mirada que lo hizo sentirse aún más niño y agachar la cabeza.

Preguntó sonrojado y con mucha dificultad en un español muy alemán, por el dueño del Café Riquet, que también era alemán, curiosidades de la vida.

Porque al final, el mundo es un pañuelo y si nos tenemos que encontrar con alguien, nos vamos a encontrar, nos guste o no nos guste, ya que todo tiene siempre un sentido. Aunque tengamos que atravesar mares y cordilleras.

Como bien decía Luca Prodán, hasta que choque China con África.

Ernst buscaba trabajo, el que fuera, ya que venía escapando de la Guerra con apenas 16 años y tenía por necesidad, educación  y espíritu, que hacerse de una vida.

Había llegado a Valparaíso en 1938, con sólo ese contacto, en ese desconocido puerto al fin del mundo. Después de haberse embarcado por meses en la inmensidad de aquel barco. No podía tener ni una pizca de duda, arrepentimiento, ni temor ni nada. Su asunto era un asunto de vida y muerte.

Apenas llegó se instaló en la casa de su hermana Frida, quien lo esperaba con un entusiasmo difícil de descifrar, él supo de inmediato que era debido a su esposo, que una vez desencadenada la guerra, mostró su faceta aria y maltratadora. La vida se encargó sabiamente de ajustar las cuentas a su favor.

Al día siguiente de haber llegado a puerto, antes de que abrieran el café, vestido de punta en blanco, estaba parado en la puerta.

Listo y bien peinado, con su gran estampa y ojos azul agua, presto a trabajar y tratando de dejar atrás lo imposible.

Ella abría todos los días el negocio. Bajaba rauda las largas escalinatas del cerro Mariposa que la llevaban al corazón de Valparaíso y que la hacían tener esas hermosas y contorneadas piernas.

Cada vez que caminaba por la calle Brasil, suspiraban los transeúntes. Porque ella tenía un no sé qué, tan cautivador.

Lo divisó a lo lejos y le sonrió.

Él sintió que lo recorría un calor de pies a cabeza, y que se instalaba definitivamente en su sonrojada cara .

Se agachó grácilmente, para poder abrir el candado de la reja que estaba a ras de piso, lo que hizo que su vestido subiera hasta los muslos  y que los ojos de Ernst se desorbitaran.

Le ayudó a levantar la pesada reja metálica,  para luego extender su mano y ponerla de pie, en un acto de caballerosidad muy europeo .

Ella lo hizo pasar con un gesto acogedor. Le ofreció una taza de té y le llevó un generoso sandwich de ave palta, porque por el estómago se conquista y porque ella también sabía lo que era pasar hambre y soledad.

Luego le explicó en qué consistiría su trabajo de garzón.

Mientras ella cocinaba pasteles, tortas y batía crema chantilly, Ernst atendía las mesas a la perfección.

Cada vez que se encontraban en aquel angosto pasillo, ella lo rozaba sutilmente. Él la miraba atónito y expectante.

Cada vez que intercambiaban órdenes y pasteles, ella tomaba su mano y le decía Picho Caluga.  

Estuvieron juntos hasta la muerte.

 

 

La escritora y licenciada en Estética de la UC, Alejandra Coz Rosenfeld

 

Alejandra Coz Rosenfeld nace en Santiago de Chile, en 1972. Poeta, artista y terapeuta transpersonal, estudió letras y estética en la Pontificia Universidad Católica de Chile, y arte en el Palazzo Spinelli, de Florencia, Italia. Ha publicado el poemario “Marea baja” (2017), y prepara su primer libro de relatos con el título tentativo de Las aguas de Neptuno y otros cuentos.

 

 

Imagen destacada: Los actores Claude Jade y Jean-Pierre Léaud en un fotograma del filme Baisers volés (1968), del realizador francés François Truffaut