[Crítica] «Tornar a casa»: Ante el desmoronamiento del hogar

El cortometraje de la audiovisualista catalana Ariadna Pastor ha sido galardonado con tres reconocimientos —a la mejor dirección, realización, y también al guion de mayores logros artísticos— en la reciente edición de los Premios SGAE Nueva Autoría celebrados en Sitges, a raíz del ya famoso Festival de Cine Fantástico.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 28.10.2022

«El hogar siempre eres tú
Siempre fuiste tú».
Cantado en la película

La joven Ariadna Pastor Sanegre —alumna de La Casa del Cine Barcelona y el alma de la obra— nos ofrece un excelente «haiku» audiovisual en el que apunta muy buenas maneras en su triple faceta artística como guionista, realizadora y actriz.

El cortometraje ha sido galardonado con el premio a la mejor dirección y realización, y también al mejor guion en la reciente edición de los Premios SGAE Nueva Autoría celebrados en Sitges coincidiendo con el Festival de Cine Fantástico.

Así, el jurado se los concede: «por la sutileza con la que aborda un conflicto dramático muy común en la sociedad actual; por la sensibilidad con la que sabe describir a los personajes y sus emociones sin caer en el dramatismo ni en diálogos explícitos, y por el trabajo que realiza con los objetos cotidianos, que se convierten en imágenes poéticas de gran valor cinematográfico».

Así es, en Tornar a casa hay mirada de luz…

 

Luz en la negra noche

Luz en la negra noche que vivencian sus protagonistas por el desmoronamiento del hogar. La simbólica iluminación solar que inunda el espacio interior y exterior retratado —muy bellas las imágenes captadas en ese baño de luz— que es la casa en la que van a vivir ahora Maia (Ariadna Pastor) y sus dos pequeñas Alba y Nit (las hermanas Clara y Olivia Armengol, excelente la interpretación de la mayor de ellas) sin la convivencia del padre de familia.

Y en esa luz solar omnipresente, la luz humana en el mirar de Nit que es la protagonista principal del relato; Nit (noche en catalán) un nombre que junto al de su hermana Alba transmiten la ambivalencia del sentir de las tres mujeres y por extensión del mundo en general en el que se mueven y al que de alguna manera representan.

Nit no acepta la nueva vivienda porque «hace mala olor, tenemos una casa más bonita», así se lo dice a su madre Maia; no es la casa en sí, es la nueva situación la que no acepta, no acepta que el padre ya no forme parte del hogar, no acepta —como todo niño— la ruptura de sus progenitores.

Allí Nit se siente fuera de lugar, se siente forzada como el preso en una cárcel; en este sentido es potente la imagen inicial de la niña tras la artística reja de esa casa repudiada a pesar de su belleza y calidez.

La pequeña Alba no es tan consciente de lo que ocurre pero Nit sí que lo es y lo exterioriza al proclamar al negro —el negro que ha caído sobre ella, sobre ellas— como su color favorito y especialmente lo exterioriza en la constante rebeldía contra su desbordada madre que a pesar de todo la abraza en amor.

Ese inmenso amor de madre que —entiendo— Pastor simboliza en la omnipresente luz de nuestra estrella solar que inunda una vivienda ajena pese a pertenecer a los bisabuelos maternos.

Debo advertir que el análisis que sigue contiene inevitablemente spoilers.

 

La cineasta Ariadna Pastor

 

Mujeres entrelazadas

Todo sucede pues en una casa antigua de la familia materna, una casa que fue hogar para diversas mujeres —y hombres— de las que ellas son herencia, generaciones que las precedieron e impregnan esas paredes que ahora las albergan.

Allí en esa casa fundamentalmente femenina se unen tres mujeres de dos generaciones actuales, allí una madre joven y sus dos pequeñas hijas lidian con una situación dolorosa y difícil. Allí a pesar de tanto estrechan lazos.

En la a mi entender mejor escena de la película las vemos juntas en el patio exterior. Maia es ayudada por sus hijas en el cuidado y lavado de su larga cabellera trenzada en un bello compartir que es todo un ritual.

Un ritual de feminidad ancestral, de feminidad originaria; un ritual liberador y a la vez unificador, un ritual de identidad y hermandad en el que las trenzas simbolizan el destino que las entreteje a ellas tres y a todas las que les precedieron, y les seguirán.

En esa libertad que «huele» a flores eternas, en esa belleza de luz y agua primordiales, surgen las sonrisas cómplices que logran que Nit mute a risa vital.

 

En proceso

Algo empieza a cambiar en Nit, un cambio que Pastor ilustra bellísimamente en un objeto —la poética de los objetos cotidianos presente en la obra que el jurado del SGAE destaca— en blanco (el buzón postal) como símbolo del nuevo hogar, como símbolo de todo lo nuevo que está por escribir y por vivir.

Pero habrá que seguir compartiendo, habrá que seguir hablando para disipar la negrura que tanto pesa. Ellas están en proceso de adaptación a la nueva situación, en proceso de reconstrucción.

Y entiendo que en ese proceso no exento de vaivenes es fundamental mantener la luz de amor, de respeto, de empatía y de no agresión a una misma y a las otras (las hijas) que Maia encarna. Es necesario mantener esa luz en el nuevo hogar y por extensión proyectarla —en lo posible— hacia el hogar que construya el padre a pesar de lo que pueda haber ocurrido.

Sabemos que lo más difícil en las rupturas familiares suele ser el saber diferenciar entre lo que siente y necesita el adulto y lo que sienten y necesitan los hijos, ese va a ser el mayor reto para Maia.

Maia, otro nombre con carga simbólica cuya etimología nos remite a la feminidad que cuida y protege en amor. Maia, una joven madre que como tantas mujeres a pesar de tanto vivenciado y de tanto desmoronamiento sufrido es en sí misma hogar. Así nos lo recuerda Pastor a través de la música que suena en el baño ritual reparador, una canción interpretada por Andrea Mir:

Calma salvaje en tu cuerpo
El olor de tu sueño
Y a fuera ya llueve
El hogar siempre eres tú
Siempre fuiste tú.

El hogar siempre eres tú, siempre fuiste tú. Sabias palabras que son legado de la feminidad que alumbra, de la naturaleza femenina de la que provenimos y que somos tanto las mujeres como los hombres.

 

 

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Jordi Mat Amorós i Navarro es un pedagogo terapeuta titulado en la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Jordi Mat Amorós i Navarro

 

 

Imagen destacada: Tornar a casa (2022).