Crónica «Palabras y botellas»: Acunar a la ciudad de Buenos Aires… y Pablo Neruda

El azar, la trascendencia y los encuentros urbanos plenos de símbolos y de significados, se suceden en este relato de nuestro colaborador argentino, y el cual describe los primeros descubrimientos de una vocación literaria y artística, nacida «recién» en su caso biográfico, a los 65 años de edad.

Por Alberto Ernesto Feldman

Publicado el 11.11.2018

A partir de la primera clase del Taller literario donde concurrí inmediatamente después de jubilarme, hace ya varios años, para escapar todo lo que fuera posible de las tensiones generadas por más de cincuenta años de dura labor, pero también para demorar lo más posible el encuentro con el Dr. Alzheimer y con el amigo italiano Franco Deterioro, como graciosamente se dice, me sucedieron una serie de hechos maravillosos relacionados con la Literatura.

El profesor nos puso en esa primera clase en contacto con un texto de Pablo Neruda, donde el poeta hace una  apología bellísima de nuestra herramienta, titulado “La palabra”.

El primer trabajo práctico a realizar debía ser totalmente libre, pero en relación a lo que ese texto nos hubiera sugerido.

Lo primero que se me ocurrió, fue relacionar las cosas hermosas que se pueden hacer con las palabras, con lo que hacía un viejo artesano trabajando en su local abierto al público, a pocas cuadras de mi casa, construyendo con pequeñas piezas de variados materiales, miniaturas de estatuas, edificios públicos, o monumentos históricos, que encerraba dentro de botellas, botellones o lámparas de vidrio de distinto tamaño.

Jugando a ser periodista, le pedí una entrevista, que aceptó gustoso, y un sábado por la mañana, munido de cuaderno, lápiz y entusiasmo, en la mesa de un café varios pocillos mediante, me contó lo que abajo transcribo en primera persona.

“Encierro en recipientes de vidrio de diferentes formas y  tamaños las miniaturas  que según mi mirada, cuentan la historia, la política o el clamor cotidiano de esta hermosa y siempre conflictuada Buenos Aires».

«El trabajo es arduo, son cientos de partecitas que se ensamblan una a una y que previamente he confeccionado con diversos materiales. Cada obra requiere bastante tiempo. Con la santa paciencia y mi tozudez vasca, suelo completarlas en ocho o diez  semanas de trabajo. A veces, la propia belleza del modelo, su historia o su tragedia me sacuden y me hablan, llevándome de la mano a su conclusión».

«Comenzando un camino imaginario, introduzco en una botella la pérgola de las Barrancas de Belgrano, donde parejas de toda edad bailan el Tango en nuestros días, pero muchos viejos vecinos recuerdan los sonidos y el brillo de los bronces de la Banda Municipal en soleadas tardes de domingo, varias décadas atrás».

«Desde allí desciendo hacia la avenida y me dirijo por Libertador hacia el Centro. Al rato de caminar me encuentro con la Facultad de Derecho y la encierro, blanca y fría, en un frasco tibio; la acuno entre mis brazos para darle más calor y pedirle que la Bella Durmiente salga de su letargo, se despoje de su venda y abra los ojos».

«Camino un corto trecho girando hacia la avenida Alvear y casi sin darme cuenta tengo atrapadas en el vidrio, primero la Iglesia del Pilar y luego el Centro Cultural Recoleta. Deposito delicadamente los dos botellones en el césped y sigo mi camino, un tanto más rápido ahora, porque aligeré mi peso».

«Por la 9 de julio llego a la avenida de Mayo y doblo a la izquierda. Por fin alcanzo la Plaza. Me planto frente a la Casa Rosada y la observo como un ave de presa. Ya llevo el Cabildo en mi mochila; lo introduje allí en un descuido de sus centinelas».

«¡Y ahora voy por ti, Casa de Gobierno!… Tengo problemas para introducirla en la botella. Cuatro frases entre muchas otras obstruyen el pico: ‘La casa está en orden’, ‘Síganme que no los voy a defraudar’, ‘Dicen que soy aburrido’, ‘El que puso dólares retira dólares’, trabajosamente, consigo mi objetivo y concluyo otro trabajo. Sigo mi camino hacia la Boca, pasando por Puerto Madero, donde embotello edificios y  grúas  y termino mi cosecha en el Riachuelo, apropiándome del viejo puente de hierro. Bueno…, no les cuento más. Tengo muchas obras terminadas y otras en preparación, pero… ¿saben una cosa?, mi deseo es que las descubran y las disfruten ustedes, que son sus destinatarios naturales. Soy un artesano enamorado de este país y del barrio de Belgrano, donde siempre viví y formé mi familia, y donde ejercí durante más de cuarenta años la Odontología».

«Me llamo Rafael Ceciaga Cortázar, vasco de Mondragón; Guipúzcoa, vine a la Argentina en 1949, a los 14 años, al encuentro del futuro y de mi padre, a quien no veía desde 1939, cuando huyó de España al término de la Guerra Civil».

«Años antes, desde esa misma Europa, pero en llamas, un diplomático chileno salvó a un militar republicano exiliado en Francia, proporcionándole refugio en la embajada y el pasaporte chileno que impidió que los ocupantes alemanes lo detuvieran y lo entregaran al gobierno franquista. Ese soldado era mi padre, y ese generoso diplomático a quien recuerdo con infinito agradecimiento, se llamaba Pablo Neruda…”.

Me estremezco… don Rafael no sabe que Pablo Neruda me trajo hasta aquí…

 

La pérgola de las Barrancas de Belgrano, en la ciudad de Buenas Aires, la capital de Argentina

 

 

Alberto Ernesto Feldman nació en Buenos Aires, en 1941, y abandonó estudios de medicina cuando cursaba cuarto año y a partir de allí se desempeñó como chofer en el transporte de pasajeros y de carga. En el año 2006, al jubilarse, tomó clases de clarinete y por sugerencia de su esposa y de su hija, quizás cansadas de escucharlo, se anotó en un taller literario municipal, lo cual a los 65 años le abrió las puertas del quehacer literario. Escribe cuentos cortos y relatos, algunos de ellos han sido premiados o mencionados en la Capital y en las provincias de Buenos Aires, Jujuy, Mendoza, Misiones, Chaco y Santa Fe. Intervino en las antologías El diálogo nos amontona de Editorial Dunken, y en la editada por el Centro Vasco Francés, ambas en Buenos Aires; Cada loco con su temaGula, e Ira editadas en México por el Grupo Editorial BENMA, y en España, participó en Escenarios editada a su vez por la Asociación Española de Neuropsiquiatría en 2013, y en las antologías Facer Españas editadas en 2014 y 2016, respectivamente por la Editorial Orola, de Madrid.

A comienzos de 2013 ha editado por primera vez en forma individual un volumen de cuentos y relatos titulado Castillos reales, castillos mentales; a principios de 2014 su segundo trabajo: Tango final en Saavedra y otros 36 cuentos y relatos, en febrero de 2015 su tercer volumen, Un caballito en el rincón y otros 33 cuentos y relatos. A fines de ese mismo año, su cuarta obra, Miss Alice al mediodía28 cuentos, relatos + un poquito de teatro. La obra Tomando café frente al Obelisco y otros 32 cuentos y relatos, en tanto, que es su quinto volumen, fue editado en agosto de 2016.

 

 

Imagen destacada: El poeta chileno Pablo Neruda (1904 – 1973).