«En tránsito»: Tan lejos, tan cerca

Compleja de resumir, difícil de asimilar, la obra de Christian Petzold es conceptual en su ética y en su estética. Un filme humanista que atraviesa los conflictos de Europa -y no sólo- con coherencia narrativa hacia un final que conmueve, todo el elenco emociona en esta, también, mezcla de melodrama y cine de espías.

Por Alejandra M. Boero Serra

Publicado el 29.3.2019

 

«Estamos en camino a ninguna parte
Ven con nosotros
En este viaje a ninguna parte
Vamos a hacer ese camino».
Talking Heads

En tránsito (Transit, 2018), del director Christian Petzold, es una película dramática, última parte de la trilogía comenzada por Bárbara y Ave Fénix. Las tres cuentan historias de amor en sistemas donde la opresión es ley. La cortina de hierro en la RDA es el escenario para Bárbara, el nacionalsocialismo para Phoenix, un espacio enrarecido entre dos tiempos y en una geografía que es la misma y no, encontramos a Georg (Franz Rogowski), huyendo de una Francia en plena guerra, pero, tampoco y también. Un limbo, ese tránsito ambiguo, angustiante.

Hay un reconocimiento primero a Harun Farocki (1944-2014) quien le da a conocer al director la novela de Anna Seghers, Transit Visa (publicada en 1944 y basada en las experiencias de la autora bajo el régimen nazi) sobre la cual se basa este filme.

Un hombre en un bar, otro que entra con una carta y una misión para el primero: entregarla e ir a Marsella, obtener una visa y escapar. Esa es la recompensa. Una mujer, Marie (Paula Beer), entra y sale de la escena, se acerca al protagonista como si lo confundiera o conociera y, después, desparece. ¿Cuál será la confusión? ¿Qué depara el conocimiento?

Sirenas, polícías uniformados, helicópteros. ¿Nos encontramos ante la ocupación alemana? Petzold nos sitúa en la Segunda Guerra Mundial… en 2018. Hay ecos que vienen del pasado. Y un drama que no deja de representarse. Refugiados de guerra. Refugiados magrebíes, árabes que buscan y no encuentran asilo y si lo encuentran la acogida no es amistosa. Europeos que ven en América la tranquilidad y la salvación ante la amenaza del Tercer Reich. ¿Realidades paralelas? ¿Los fantasmas nunca se fueron y nos acechan?

Y una historia de amor -un triángulo amoroso, también- que, poco a poco, va desdibujando el contexto de ocupación, no de guerra que sigue alertándonos. Georg y Marie, de ellos se trata, se mueven en 1940, sus diálogos, sus ropas lucen esa temporalidad. Y sin embargo…

En tránsito es un dispositivo que explota a medida que Georg huye de París a Marsella, se hace pasar por un escritor muerto, casi sin querer – las contingencias así lo deciden sin que se pueda hacer demasiado- , y los encuentros que lo llevarán a Marie en esta extraña mezcla de épocas. Hay tensión en cada secuencia, en cada plano, en un equilibrio de ficción juguetona. Tensión que acompaña el guión: novelesco, romántico, trágico e inquietante. Aquí todos los aciertos del director: las vidas en fuga -hoy- no están dentro de la estética hitleriana pero el monstruo, disfrazado, se cuela. Y una voz en off (muy al final descubriremos de quién se trata y dónde se camufla) que se filtra en muros y calles y que intenta acoplarse a las imágenes y, a veces, nos hace trampa: lo que vemos y lo que oímos no coincide. Un limbo más en tránsito… Hasta que esa voz nos dice -cuando están por deportar a algún «nadie»- que la inmovilidad de quienes lo ven todo y todo lo oyen es vergüenza propia que nunca será ajena. Una voz que pone la potencia en la memoria de una historia escindida. Voz que los personajes ya no sostienen sin pasado y sin presente.

El clima de melancolía que impregna toda la cinta nos deja vagando, como en el estribillo de la la canción que cierra –Road to nowhere de Talking Heads– junto a los perseguidos de siempre. «Los puertos son lugares en que se cuentan historias», dice un personaje. En tránsito las hace alma contándose y contándonos quiénes somos, quiénes fuimos, quiénes -muy a nuestro pesar- continuaremos siendo.

Compleja de resumir, compleja de asimilar, la obra de Petzold es conceptual en su ética y en su estética. Un filme humanista que atraviesa los conflictos de Europa -y no sólo- con coherencia narrativa hacia un final que conmueve. Todo el elenco conmueve en esta, también, mezcla de melodrama y cine de espías.

Una película necesaria e incómoda.

Ayer, hoy, mañana. En tránsito.

 

Alejandra M. Boero Serra (1968). De Rafaela, Provincia de Santa Fe, Argentina, por causalidad. Peregrina y extranjera, por opción. Lectora hedónica por pasión y reflexión. De profesión comerciante, por mandato y comodidad. Profesora de lengua y de literatura por tozudez y masoquismo. Escribidora, de a ratos, por diversión (también por esa inimputabilidad en la que los argentinos nos posicionamos, tan infantiles a veces, tan y sin tanto, siempre).

 

Los actores Franz Rogowski y Paula Beer en una escena de «En tránsito» (2018)

 

 

 

 

Alejandra M. Boero Serra

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: Los actores Paula Beer y Franz Rogowski en Transit (2018), del realizador alemán Christian Petzold.