[Ensayo] «Jusqu’ici, tout va»: Hacia la verdad de la expresión artística

El filme inaugural del realizador catalán Francesc Cuéllar y protagonizado por la actriz Lola Marceli —y el cual ha ganado el Premio Rizoma de Cine 2022—, se trata de una honesta crítica y autorreflexión sobre el oficio y la ética audiovisuales, en una historia en torno a una intérprete que se niega a personificar una escena de desnudo.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 7.12.2022

«El arte es sobre todo un estado del alma».
Marc Chagall

La ópera prima de este actor y autor teatral comprometido en lo político y social es un brillante retrato de la humanidad del creador artístico y una profunda reflexión sobre las motivaciones personales de su obra.

El barcelonés se encarna a sí mismo en pleno rodaje de su primer largometraje y se cuestiona a través del sentir de Lola (Lola Marceli) quien es la protagonista de la película, ambos actores están excelentes en sus interpretaciones.

Así, en Jusqu’ici, tout va se evidencia la esencia teatral de Francesc pues se desarrolla fundamentalmente en un solo escenario, el joven director y su veterana protagonista mantienen una conversación sentados —en simbólico cara a cara— en una mesa anexa al plató cinematográfico.

Dos amigos de generaciones distintas que hablan en tensión y emoción propia en medio de la complejidad de un rodaje difícil.

Ella le requiere sorpresivamente para comunicarle que ha decidido no desnudarse en la escena cumbre de la película, se lo explica en la confianza que les une y en su necesidad de ser entendida.

Ese requerimiento genera un sustancioso debate que transita por distintos ámbitos de la condición humana enlazando lo personal y lo artístico en ambos personajes, en ambas personas.

Un debate que más allá de la obra concreta —la película en rodaje— pretende ser una reflexión general acerca de la utilidad y la verdad de la expresión artística.

Debo advertir que el análisis que sigue contiene spoilers.

 

Honestidad

A partir de la honestidad que Francesc dice buscar en su trabajo se reflexiona sobre qué es lo que le mueve realmente a crear esa obra artística, si pretende el reconocimiento como tantos o ante todo busca exponer su diferencia más allá de este.

O el eterno debate del artista entre la pieza comercial en la que se enfoca más en el fuera de uno y la obra «de autor» en la que ahonda en su interior sin tanta preocupación por la recepción posterior.

Paralelamente aflora el papel del creador de una obra artística participativa como es el cine, del director que sabe trabajar en equipo versus al que en su recurrente ego le cuesta tener en cuenta la opinión de sus colaboradores. En este sentido, Lola le hace ver a Francesc cuánto de ego ha habido en el proceso y cómo se ha sentido ninguneada.

Ambos hablan de sus experiencias personales en la ambivalencia de los miedos propios y ajenos, ella con mayor bagaje por edad y experiencia. Es ese saberse el cual le permite a Lola mostrarse en verdad, la verdad de quien rechaza los disfraces de mentira tan comunes en el ser humano y quizás aún con mayor frecuencia entre el colectivo de los actores quienes por oficio están acostumbrados a esconder su persona en favor de sus personajes.

Lola rechaza desnudarse físicamente ante el público por una serie de problemas que reconoce en sí misma y que busca resolver. Pero por contra nada le cuesta desnudarse anímicamente ante un hombre amigo en el que confía para poder conseguir superar sus limitaciones gracias a su abrazo empático, un abrazo que Francesc ha obviado en su ciega y sorda fijación egoica: a él no le interesó entenderla cuando hablaron del tema antes de iniciar el rodaje, pasó y pasa todavía por encima de su sentir porque la escena «mola mucho».

Ante toda esa conmoción verbalizada por Lola, Francesc transita entre el cinismo defensivo y el reconocimiento sincero. Reconoce su abismo, confiesa que no puede parar de hacer, que de alguna manera crea para no encontrarse consigo mismo, crea para evitar que el silencio exterior le lleve a indagar en sus gritos: «Huyo haciendo, no sé quién soy si no hago», afirma en llanto.

 

El odio y la libertad

En ese buscar la honestidad, Lola recuerda a Francesc sus palabras a cerca del propósito real de la película: «querías hablar de una mujer con sexualidad plena porque tu madre nunca había sido dueña de su cuerpo, querías enseñar una mujer de verdad y hacerle este homenaje a tu madre, a su silencio».

Pero tras el diálogo entre amigos artistas comprobamos que la madre para nada busca ese resarcimiento. La madre no quiere hablar del padre (el monstruo según Francesc) refugiándose en su amor por su único hijo.

Lo explica ella mientras se nos muestran filmaciones caseras del pasado familiar común, en la última de estas y con la que concluye el largometraje vemos al padre invitando a cantar a su hijo y como un Francesc niño sonriente interpreta el mítico «Libre» de Nino Bravo, una canción que gustaba a sus progenitores.

De esta forma, la fuerza de esa letra que es todo un alegato a la libertad está en su ADN. Francesc cantaba y aún canta en su obrar artístico simbólicamente por ella, y entiendo que buscando la libertad de la madre se mantiene él preso en vida de un padre ya muerto.

A mi entender no se trata de resarcir a la madre ni de buscar superar al padre, se trataría de resarcirse a sí mismo dejando de luchar psicológicamente en un pasado que ancla a Francesc en odio.

En este sentido apunta el título en francés de la obra audiovisual cuya traducción viene a ser «por ahora todo va» y que hace referencia a la conocida cita de la película El odio, de Mathieu Kassovitz.

Sin ir más lejos, en ella se nos muestra la dureza de los suburbios del gran París a finales del siglo pasado. Es el retrato de tres jóvenes marginados de distintas etnias que se enfrentan al racismo, la discriminación y el abandono de la sociedad de esa injusticia en la cual estaban y lamentablemente aún estamos.

Al inicio y en el demoledor final de esta obra maestra se relata la historia de un hombre que cae de un edificio de gran altura y que en su caída fatal no para de decirse: «hasta ahora todo va bien».

Francesc suprime ese bien fugaz en su título, un quitar que bien puede interpretarse como la rendición ante la fatalidad o como un estoy en caída libre que de entrada no se siente como bien pero tal y como indica la misma expresión soy libre, soy libre de aprovecharla para bien, para liberarme del odio que me ancla. En esas parece estar él y en esas tiene a su lado a Lola.

Jusqu’ici, tout va estará disponible en la plataforma de streaming Filmin a partir del próximo 20 de enero de 2023.

 

 

 

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Jordi Mat Amorós i Navarro es un pedagogo terapeuta titulado en la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Jordi Mat Amorós i Navarro

 

 

Imagen destacada: Jusqu’ici, tout va (2022).