[Ensayo] «The Half of It»: El amor romántico desde una mirada femenina

El largometraje de ficción de la realizadora estadounidense Alice Wu —actualmente disponible en la plataforma de streaming Netflix— es una profunda e íntima reflexión audiovisual acerca de la pasión, la soledad y la fragilidad de la belleza.

Por Alejandro González-Degetau

Publicado el 3.2.2021

“El amor no es paciente, ni amable ni humilde. El amor es caótico, horrible, egoísta y audaz. No es encontrar tu mitad perfecta, es intentarlo, lograrlo y fracasar.”
Ellie Chu

Ellie Chu (Leah Lewis) es una brillante e introvertida alumna que escribe los ensayos de sus compañeros a cambio de dinero. Un día recibe un encargo de su vecino Paul Munsky (Daniel Diemer), quien le pide una carta de amor para Aster Flores (Alexxis Lemire), la niña que le gusta. Mediante esta dinámica a lo Cyrano de Bergerac, se establece un triángulo amoroso donde todas las combinaciones y desenlaces son posibles.

The Half of It (Alice Wu, 2020) es una película que subvierte varias convenciones del género de la comedia romántica en forma inteligente y sutil. En la misma estela de To All the Boys I’ve Loved Before (Susana Johnson, 2018), se trata de una representación del amor romántico desde la mirada femenina que da aires nuevos al género. La riqueza específica que aporta The Half Of It no reside en innovaciones de temática o montaje, sino en su modo sereno y honesto de representar las relaciones humanas.

A primera vista, The Half of It parece un típico romance adolescente. Comienza con un relato acerca de la búsqueda de la «otra mitad» o alma gemela, y nos instala en el escenario high school de un pequeño pueblo estadounidense.

Sin embargo, la película rápidamente descoloca nuestras expectativas con la elección de la protagonista: Ellie Chu. Las comedias románticas suelen presentar mujeres increíblemente atractivas, sin problemas reales, cuya única preocupación parece ser encontrar el amor verdadero. No es el caso de Ellie.

A diferencia de tantas protagonistas femeninas (desde la misma Lara Jean hacia atrás), Ellie Chu no ha sido intoxicada como Madame Bovary por las historias o películas románticas. Si bien es capaz de escribir seis versiones distintas del amor en el Simposio de Platón, desconoce la gramática elemental de lo que es ser adolescente. Ellie no sabe muy bien cómo usar emojis, ni entiende expresiones básicas como salir (hang out) con amigos. Está más preocupada por ayudar a su padre viudo que en “encajar” socialmente.

En la secuencia inicial, la cámara nos la muestra fragmentada, y la primera vez que vemos su rostro es en la reflexión de un vidrio empañado. No tenemos una imagen completa ni clara de Ellie Chu. Ella misma tampoco sabe quién es ni qué busca; la película es, entre otras cosas, la crónica de esta autoexploración.

Ellie, sin embargo, no es para nada consciente de su protagonismo. Ella se percibe a sí misma como una actriz de reparto en función de la trama principal de otros (Paul y Aster). A partir de las primeras escenas, en el coro del colegio y en el órgano de la iglesia, Ellie ya se sitúa al margen de los acontecimientos.

Desde una perspectiva solitaria, observa todo sin involucrarse. Incluso, a ratos, su aislamiento metafórico se vuelve literal cuando se recluye en la cabina ferroviaria (cuya iluminación y color fueron inspirados en Edward Hopper, el gran pintor de la soledad moderna).

Este aislamiento terminará gracias al puente que tienden Paul y Aster con su amistad. Ellos, de modos diversos, le enseñarán a Ellie en qué consiste amar a otra persona. Paul es torpe, distraído, tímido, malo con las palabras, pero con un corazón enorme, y Aster es mucho más que un interés romántico que entra en escena en razón de su belleza física. Es culta, inteligente, sensible, artística y con una honda interioridad.

El triángulo establecido entre estos personajes es entrañable, divertido y original. Mención especial requiere Mr. Chu (Collin Chou), quien imprime un tono insuperable de ternura y humanidad a la película. (Probablemente, las escenas más notables son aquellas donde Ellie y su papá se acompañan en un común entendimiento que no requiere de palabras).

The Half Of It no es una comedia romántica tradicional, llena de mágicas coincidencias en un mundo idealizado donde todo está dispuesto para que los protagonistas se enamoren irremisiblemente, se besen bajo la lluvia, y la audiencia pueda suspirar satisfecha en sus hogares: “¡Ah! El amor verdadero sí existe”.

The Half Of It está llena de silencios, pausas y vacilaciones. No se presenta como una historia invasiva, frenética ni estridente. Propone, más bien, una meditación a media voz acerca del amor, la soledad y la fragilidad de la belleza.

Las referencias filosóficas, literarias y cinematográficas son un acierto y una delicia. La cita sartreana («el infierno son los otros») no solo apunta al escaso atractivo del pueblo («Hell-Quamish»), sino, sobre todo, a la dificultad para conectar con los demás.

La referencia literaria a Ishiguro encierra una doble significación. Al igual que el autor de Los restos del día, Ellie Chu también es una inmigrante asiática que deja su país a los cinco años para insertarse en un mundo anglosajón. Además, las obras de Ishiguro abordan centralmente las preguntas incoadas al inicio de la película: la búsqueda de la «otra mitad» o «verdadero amor».

En el plano de las referencias cinematográficas, Alice Wu rinde justo homenaje a His Girl Friday (posiblemente la comedia romántica que mejor ha representado la igualdad entre mujeres y hombres). Las alusiones a City Lights y Philadelphia Story resultan igualmente apropiadas: Aster (como la ciega vendedora de flores) desconoce la verdadera identidad de su admirador(a), y también busca (como Tracy Smantha Lord) ser amada, y no alabada.

Incluir la última escena de Casablanca (otro triángulo amoroso que no termina según lo esperado) tampoco es algo accidental. La icónica frase «me parece que este es el inicio de una bella amistad» refleja precisamente lo que ocurrirá entre Ellie y Paul.

La película reevalúa la concepción de romance hollywoodense como aquel puerto al que se llega —luego de algunos afortunados infortunios— en el clásico happy end. Desde la cita platónica que marca el rumbo indagatorio de la película, el amor en The Half Of It se nos describe como búsqueda, camino, proceso, aprendizaje, intento… y se compara oportunamente con la confección de un cuadro hecho a base de cuidadosos tanteos y trazos audaces.

La redefinición de la comedia romántica pasa, en definitiva, por una redefinición del amor que finalmente queda abierta. Hay infinitas maneras de amar, aunque todo amor comienza siempre con la aceptación de uno mismo, y se desarrolla en el esfuerzo por alcanzar el bien de la persona amada.

Por eso de The Half Of It es una comedia romántica como jamás había visto antes. La experiencia que viven sus personajes se siente muy íntima, sincera y profundamente humana. Deja el alma pensativa y con una sensación cálida de esperanza.

No me parece accidental que la película haya sido escrita y dirigida por Alice Wu, protagonizada y narrada por Ellie Chu, y cuente además con la cinematografía de Greta Zozula. Es decir, el guión, la cámara, la voz y los ojos del filme son femeninos.

Eso se nota, se agradece y se necesita más que nunca.

 

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Alejandro González-Degetau (México, 1994). Estudió filosofía con minor en literatura en la Universidad de los Andes (Chile), y es magíster en filosofía por el King’s College London.

Sus áreas de investigación son los estudios iconológicos aplicados al arte y al cine. También ha escrito artículos sobre poesía como: “La via negationis en San Juan de la Cruz y Rainer Maria Rilke” en la Revista Hipogrifo (2018) y “Los pájaros en la obra de Gerard Manley Hopkins y Joaquín Antonio Peñalosa» (RiL 2021). Sus áreas de interés son el cine de géneros y la obra de realizadoras femeninas.

 

 

 

Tráiler:

 

 

Alejandro González-Degetau

 

 

Imagen destacada: The Half of It (2020).