Los cuentos de «El inmenso desvío», de Juan Carlos Cortázar: La asimetría homoerótica de lo sacro

Si bien a veces la temática que propone el autor puede resultar repetitiva en cuanto a su conjunto literario textual, quizás una de las mayores virtudes de este volumen -respecto a la construcción formal de los nueve cuentos compilados por el escritor peruano- radica en su aprovechamiento estético y enunciador del silencio.

Por Francisco García Mendoza

Publicado el 3.9.2018

Juan Carlos Cortázar (Lima, 1964) publica este año, por el sello editorial Animal de Invierno, el conjunto de relatos titulado El inmenso desvío, título que reúne nueve cuentos y que cruzan las temáticas del deseo contenido de sujetos mayores hacia jóvenes con el homoerotismo vinculado a las figuras de la religiosidad judeocristiana. Es habitual encontrar entre las líneas escritas por el peruano cierta sensualidad asimétrica al límite del desborde, contenida apenas por la misma pulsión de la distancia que generan los personajes con la finalidad de no romper con ese sagrado halo del deseo reprimido.

El texto que abre el volumen, “Darío detrás de la puerta”, se sumerge –a ojos del encargado de la limpieza– en el lado B de los moteles: “(…) ellas no necesitan que les lleven papel a la cama; los hombres sí, después de los jadeos uno le dice al otro: tráeme papel, él los ha escuchado” (15). A veces el protagonista tiene que ir recogiendo los despojos que deja la gente mientras va elucubrando las relaciones posibles entre los sujetos que acuden al lugar: “El mayor tenía pinta de casado, era canoso, quién sabe, con niños y esposa esperando en la casa” (17). El voyerismo de Darío se da con las parejas conformadas por hombres maduros junto a muchachos jóvenes, quizá pensando siempre en Saúl, su hijo de 23 años, la misma edad de los chicos que acuden al lugar con los mayores. A Darío le genera zozobra, cierta inquietud al pensar en su hijo. En este primer relato, Cortázar cultiva la prolijidad del detalle, porque allí se encuentra el morbo, en el ojo que observa y que registra minuciosamente cada objeto, cada cosa. Este relato habla, sobre todo, acerca de las relaciones fugaces, sin un lazo emocional más que el contrato tácito de un par de horas de efímero amor y proyecciones que se saben ilusorias.

En el segundo relato, “Era el pistaco”, el peruano aborda el deseo de una monja por los sutiles asomos de piel bajo el hábito de una joven novicia llegada al convento, tema que volverá a surgir en el texto que lleva por título “Epifanía”; luego, en “Ocho metros”, trabaja la disputa del cuerpo entre una madre y un muchacho de 21 años, última pareja –fugaz, dice el abogado– de quien escogió ser enterrado, finalmente, lejos de su familia biológica que, hoy ya muerto, lo reclama como último trofeo de una batalla perdida en vida contra la libertad y el amor homosexual. El trabajo hecho por Juan Carlos Cortázar en el cuento titulado “Restauradores” es quizá el de mayor prolijidad, pues es un texto en donde la transubstanciación poética y literal es posible, un cuerpo esculturizado de un mozuelo narrado con la sensibilidad del deseo y el asombro de una persona consagrada y que solo la exposición a un milagro puede provocar.

En El inmenso desvío finalmente el rol fundamental lo juega el silencio, arrastrando de ese modo a los gestos, roces y miradas hacia un lugar en donde potencian las significaciones narrativas de los cuentos. Cortázar explora ese otro lenguaje, lo que no se dice y que el lector se ve en la necesidad de completar a partir de la sugerencia y de la sutileza de sus descripciones. Si bien a veces la temática puede resultar repetitiva en cuanto conjunto textual, quizá una de las mayores virtudes del volumen respecto a la construcción formal de los nueve cuentos compilados por el peruano radica justamente en su aprovechamiento del silencio.

 

Francisco García Mendoza (1989) es escritor y profesor de Estado en castellano y magíster en literatura latinoamericana y chilena de la Universidad de Santiago de Chile. Como creador de ficción ha publicado las siguientes novelas: Morir de amor (2012) y A ti siempre te gustaron las niñas (2016), ambas por Editorial Librosdementira.

 

El narrador peruano Juan Carlos Cortázar (Lima, 1964)

 

 

 

 

 

Crédito de la imagen destacada: Diario La República (https://larepublica.pe/).