[Crítica] «Karnawal»: El discutible filme que ganó la competencia nacional de SANFIC 17

El largometraje de ficción del director colombiano Juan Pablo Félix y coproducido por capitales chilenos, argentinos, brasileños, bolivianos y mexicanos, obtuvo el galardón a la mejor película en la disputa local del Santiago Festival de Cine versión 2021.

Por Enrique Morales Lastra

Publicado el 23.8.2021

Había filmes mejores para premiar, y los cuales en su totalidad artística y audiovisual se perfilaban mucho más novedosos tanto a un nivel dramático como cinematográfico, que el crédito del realizador bogotano Juan Pablo Félix. Por ejemplo, Gran Avenida, de Moisés Sepúlveda.

Quizás la presencia del famoso actor chileno Alfredo Castro en el elenco de esta obra, aunque reiterativo y unívoco en la profundidad de sus roles, pesó en la decisión del jurado, pero salvo la sucesión de eventos trepidantes, con el vértigo casi de un género de serie policial, y un par de logrados planos (méritos de un superlativo trabajo fotográfico) eran pocas las cualidades técnicas de Karnawal (2021) para quedarse con el galardón mayor.

La apuesta por un thriller fronterizo, donde la droga y las asociaciones ilícitas son la cadencia de cada seca y calurosa jornada, además de entregar una imagen de Sudamérica bastante cliché, ya es un formato gastado y atemporal a esta hora del debate cinético, más aún si los hay mejores y mayores en sus resultados finales, como los tantos que la industria mexicana ha producido por decenas en lo que va de este siglo.

Víctima de una violencia desmedida y gratuita, por secuencias, inclusive, la propuesta argumental de Karnawal hasta parece poco creíble diegéticamente: una madre que ha rehecho su vida afectiva (con un gendarme), desde la nada misma concurre con el hijo fruto de una relación fallida, a recibir en su salida de la cárcel, luego de siete años de prisión efectiva, al ausente cabeza de familia y padre de ese rebelde joven.

Ese mafioso made in Chile pero que se desenvuelve en el altiplano, en la frontera entre Bolivia y Argentina (drogas, mercado negro y dólares al doquier) es Alfredo Castro (apodado El Corto), quien por lo que se deduce no ha tenido mucho éxito en el ejercicio de su arriesgado oficio, ante tamaños reveses judiciales y de privaciones de su libertad.

En esa caracterización, el intérprete chileno es una enésima versión de su escasa variedad compositiva y de su precaria capacidad de impostar nuevos registros vocales a su timbre, ya una marca registrada de cualquier coproducción chilena, en los cinco continentes. Salvo la frondosa melena, y la seguridad psicológica que se desprenden de sus movimientos en «libertad», el personaje del actor nacional se difumina a través de una errancia argumental que roza con la confusión y el absurdo.

Versiones dramáticas tanto más satisfactorias ofrecen el joven Martin Lopez Lacci (como Cambra) y Mónica Lairana (en el rol de Rosario), víctimas de un derrotero inexplicable, que gira abruptamente luego de casi los primeros veinte minutos del metraje.

Insistimos que la elección de las locaciones, los detalles preciosistas de la dirección de arte, el trabajo de sonido, y la composición fotográfica —y su formulación de los contrastes— resaltan al modo de constituir los principales baluartes formales de esta obra audiovisual. Se rastrean un par de encuadres, en efecto, que extasían la mirada del espectador, con cielos de colores casi marcianos en su asombro.

Aquello, sin embargo, deviene en lo mínimo que se le puede exigir a un equipo de producción profesional y de primer nivel creativo como lo es el grupo técnico y encargado del rodaje de este filme.

Pero esos esfuerzos artísticos, disociados de una trama coherente, y quizás un poco menos fantasiosa en el negativo sentido del término que acá se esbozan —debido a las opciones surrealistas que escoge el desarrollo argumental del largometraje—, distan de ser suficientes para que Karnawal se haya quedado con el codiciado reconocimiento, en contraste con las demás cintas en competencia: la ya citada Gran Avenida, y hasta el compromiso político de Dominio vigente, sin ir más lejos.

En definitiva, se puede escoger una odisea de mayores resonancias y significados simbólicos, de acuerdo al contexto diegético propuesto —casi de denuncia institucional y política en contra del tráfico de drogas, y de la corrupción subyacente, entre dos países sudamericanos—, versus el inverosímil viaje de una familia que ya no es tal, armada por jirones y breves pasajes de comunión, y su llegada y destino contra viento y marea a un ensayo de baile, y luego a su apoteósica exhibición musical posterior, por parte del hijo adolescente.

 

***

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: Karnawal (2021).