[Crítica] «Moscas sobre el mármol»: Los amores absurdos y extraños

El montaje dirigido por Álvaro Viguera y protagonizado por un elenco integrado por las actrices Paulina García y Antonia Santa María (en la imagen destacada), ofrece una versión remasterizada en torno al clásico dramático escrito por el autor chileno Luis Alberto Heiremans en 1958.

Por Enrique Morales Lastra

Publicado el 30.4.2024

En el tránsito ensordecedor de la vida actual, la obra teatral de Luis Alberto Heiremans Despouy (1928 – 1964), de alguna manera ofrece un remanso existencialista, en una detención creativa que ofrece una reflexión estética y donde la hipersensibilidad de su autor, profundiza en una problemática que se vislumbra también personal, por lo menos en su caso: un sentimiento de pérdida y de abandono, rastreable en la totalidad de su truncada bibliografía, a causa de un sarcoma mortal.

La puesta en escena del director Álvaro Viguera —que se presentó durante el mes de abril en el Teatro Municipal de Las Condes— refleja con fidelidad esa poética de rasgos filosóficos del autor chileno, azuzada por la singular personalidad de Heiremans, que escapa un tanto a la crítica social y economicista emprendida por el teatro chileno durante las décadas de 1950 y 1960, anterior a la Unidad Popular.

Y ha sido justamente esa peculiar identidad artística, la que le ha posibilitado tener un segundo aire en estos días a la dramaturgia escrita por Luis Alberto, debido al entusiasmo de jóvenes realizadores nacionales como el mismo Viguera y antes por Jesús Urquieta.

En efecto, la de Heiremans es una propuesta argumental que si bien se encuentra contextualizada por la cotidianidad local del siglo pasado, pervive en su auscultamiento emocional, a través de senderos escénicos que con distinto calificativo, como el de «existencialista» —guardan entre líneas, asimismo—, una profunda y lograda meditación en torno al ser humano y a su misteriosa interioridad psicológica.

 

El enorme nivel de las actuaciones femeninas

La Moscas sobre el mármol de Viguera, se apoya en un fundamentado diseño escenográfico (a cargo de Rodrigo Ruiz), y en el vestuario (de época), confeccionado bajo la responsabilidad de Andrea Carolina Contreras.

En la generosa territorialidad de la escena sobresale una notoria profundidad de campo que permita simbolizar sin demasiado esfuerzo, esas hectáreas de fundo previos a la Reforma Agraria, en las cuales transcurre la acción y el conflicto de gran tensión, que enfrenta a los diversos personajes: Enrique (Nicolás Pavez), Julián (Jorge Arecheta), Amalia (Paulina García), Segundo (Felipe Zepeda) y Teresa (Antonia Santa María).

En las superlativa calidad escénica de las interpretaciones femeninas de García y de Santa María, descansa en gran medida el desarrollo dramático del montaje, y quizás el mayor instante artístico de la obra, se evidencia en ese dialogo que enfrenta a la madre y a la esposa del atormentado Julián, y en cuyas palabras, enunciadas mediante la sinceridad femenina de una inaudita sororidad surgida entre ambas; es que termina por entenderse el absurdo, la fuerza emocional y el compromiso moral de ciertos vínculos, más allá de la pasión erótica y de la comprensión propia de los asuntos cotidianos.

Asimismo, tanto el histrionismo exagerado y por momentos molesto de Aracheta (entendemos que un personaje al borde de la desesperación introspectiva, se aleja un poco de su versión a ratos excesiva de Julián), como la parsimonia casi apagada de Pavez, contrastan ante la excelente gesticulación facial y corporal de Zepeda, quien personifica al empleado de un terruño solariego, aterrorizado por las apariciones y fantasmas (tanto espectrales como sentimentales), que pueblan a esa casona y a sus dependencias añejas y casi abandonadas.

Por último, la composición musical creada para la ocasión por Niña Tormenta se aprecia fuera de sincronía y de conjunción estética, con la intimista poética dramática de Moscas sobre el mármol, en una idea de contemporización sonora efectuada, creemos que de manera errónea, por el equipo artístico en funciones.

Ahora, si los diseños escénicos y de vestuario mantenían las prerrogativas limitantes y espaciales de la segunda mitad de la década de 1950, ¿por qué no se optó por pistas o canciones propias del imaginario popular de esa época? El repertorio era amplio a fin de elegir: menciono de entrada a Lucho Gatica.

Esta coproducción realizada entre el Teatro Municipal de Las Condes y La Santa se presentará en una nueva función este sábado 4 de mayo, a las 19: 00 horas en el Teatro Biobío de la ciudad de Concepción.

 

 

Ficha artística:

Dramaturgia: Luis Alberto Heiremans. | Dirección: Álvaro Viguera. | Elenco: Paulina García, Jorge Arecheta, Antonia Santa María, Nicolás Pavez y Felipe Zepeda. | Diseño, escenografía e iluminación: Rodrigo Ruíz. | Diseño vestuario: Andrea Carolina Contreras. | Composición musical: Niña Tormenta. |Diseño sonoro: Marcos Salazar. | Asistencia de dirección: Pascale Zelaya. | Asistencia de producción: Francisca Moreno. | Asistencia de escenografía y utilería: Viviana Araya. | Producción general: Antonia Santa María.

 

 

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«Moscas sobre el mármol» tendrá una nueva función este sábado 4 de mayo en el Teatro Biobío de Concepción

 

 

Imagen destacada: Moscas sobre el mármol (2024).