«Un ladrón con estilo»: Imposible resistirse al encanto de Robert Redford

Esta es una cinta que remite, constantemente, a un pasado que se añora y en el cual su protagonista fue siempre un centro de atención. Una narrativa y una fotografía de ladrones y de policías que se vuelve una danza en que nadie quiere cazador ni cazado. Todo parece tan calmo: una filmación en 16mm con dominio total y absoluto del lenguaje cinematográfico en tomas y planos de una cámara que se sabe creativa y que logra los efectos deseados.

Por Alejandra M. Boero Serra

Publicado el 18.3.2019

 

“No estoy hablando de hacer algo para vivir. Estoy hablando de hacer algo por lo que vivir.”
Forrest Tucker

David Lowery (1980), cineasta conocido por En un lugar sin ley, A Ghost Story y sus cortometrajes, logra en Un ladrón con estilo (The Old Man & The Gun, 2018) una película cuyas virtudes son levedad y gentileza. Nada de falsa modestia. Una historia simple que puede parecer sencilla en la manera en que está contada: casi una fábula a la manera de los clásicos hollywoodenses. Pero ningún clásico está exento de complejidad. Lo que los define y transforma en eso es saber esconder las puntadas y mostrar el traje bellamente elaborado. Algo que este director logra sin inconvenientes.

Un ícono del cine de todos los tiempos como Robert Redford (El golpe, Dos hombres y un destino, Todos los hombres del presidente), un actor fetiche como Casey Affleck en su tercera colaboración con Lowery y una belleza intemporal como Sissy Spacek secundados por Danny Glover y Tom Waits hacen que un thriller policial se transforme en una comedia sobre la vida misma y el placer de disfrutarla antes del último suspiro.

La vida de Forrest Tucker (Redford) es adorablemente delictiva. Un halo romántico sostiene sus reiteradas entradas en la cárcel, sus 18 fugas que no contradicen lo de «la realidad supera ampliamente a la ficción» quizás por lo que se pone en pantalla sea una historia real y los sentimientos que de ella se desprenden: lo mejor y lo no tanto de una vida vivida con pasión, aunque esa pasión contradiga las normas de buena urbanidad. Estamos hablando de un ladrón de bancos que pasó la mayor parte del tiempo entre institutos correccionales y cárceles que no mellaron las ansias de aventuras dentro y fuera de ellos. Y que a sus 80 años, dos menos que el actor que lo encarna con talento y delectación, quiere ir por más para seguir sintiendo esa adrenalina que lo hizo y lo hace respirar una libertad que todo sistema bien aceitado impide o, al menos, disciplina.

Esta cinta es seductora desde varios ángulos. Se baten a duelo -con estilo en un juego de niños- actores sobresalientes. Robert Redford necesita su porte, sus gestos, sus pausas y esa mirada para cometer sus atracos -como Forrest Tucker- que cada víctima describe como amable, educado, sonriente y ¡feliz! Casey Affleck como el oficial John Hunt que juega al gato y al ratón y que tiene su escena clave en los lavabos –face to face-: toda una puesta de seducción y rendición ante el vitalismo y el coraje de quien ya se retira de este mundo frente a quien con todo el tiempo a su favor carece de energías para afrontar un devenir monótono.

La naturalidad con la que se desenvuelve Tucker desarma a quien debería atraparlo y elige no hacerlo porque le debe la gran lección que lo acompañará de ahora en más: sin pasión somos muertos en vida. Sissy Spacek perfecta en su rol de viuda que devuelve al amor pero no logra llevar calma a este veterano que no se rinde. Verlos juntos es asistir al disfrute de una historia de amor otoñal con miradas que todos quisiéramos recibir, con gestos que todos debiéramos replicar: ¡la química del amor!

Y los compañeros de juerga, porque eso son los robos para estos diletantes del delito, que lo dejan todo: Teddy (Danny Glover) y Walter (Tom Waits). Los guiños de Redford a todos sus personajes -parte de nuestro inconsciente colectivo- y que Lowery resuelve con escenas de cintas en flasbacks. Y otra escena para atesorar: Tucker disparando con su mano como pistola, ese pulgar en la nariz, Robert, eterno, luminoso, adorable.

Una cinta que remite, constantemente, a un pasado que se añora y en el Redford fue, siempre, protagonista. Una narrativa y una fotografía de ladrones y de policías que se vuelve una danza en que nadie quiere cazador ni cazado. Todo parece tan calmo: una filmación en 16mm con dominio total y absoluto del lenguaje cinematográfico en tomas y planos de una cámara que se sabe creativa y que logra los efectos deseados: mostrar desde distintas ópticas a sus personaje con empatía. Un guión que se funde con el gentleman-protagonista. Un logro mayor: no hay concesiones ante un criminal que lo es, pero al cual es tan difícil juzgar. En ese límite hay maestría: Tucker nos conmueve, nos seduce y Lowery, también.

Excelentes la banda de sonido y la ambientación que se suman a la atmósfera de fábula. El montaje final es un homenaje con todas las letras: al actor que fue y es Redford, al director que asume riesgos, al gestor de un Festival como el Sundance que ya es toda una institución en el medio, a un cine que siempre se va a extrañar. Quizás le falte «ritmo» a esta película, pero a esta altura estamos todos imbuidos en una reflexión que nos es propia: ¿qué es lo verdadero en este corto transcurrir que llamamos vida?

Sutil, divertida, emocionante. Comedia de suspenso. Qué más podemos pedir para salir de nuestra cotidianidad y entrar en la ficción para perder la angustia de lo contingente y ganar fuerzas para seguir. Apuesto a que nadie se va a arrepentir al pagar una entrada para dejarse asaltar por un ladrón de corazones.

Si esta es la manera en que se despide de Robert Redford de la pantalla grande, parémonos a aplaudir. Y aprendamos, de paso, la generosidad de un director que da estas chances. No abundan en los ambientes artísticos tales gestos.

 

Alejandra M. Boero Serra (1968). De Rafaela, Provincia de Santa Fe, Argentina, por causalidad. Peregrina y extranjera, por opción. Lectora hedónica por pasión y reflexión. De profesión comerciante, por mandato y comodidad. Profesora de lengua y de literatura por tozudez y masoquismo. Escribidora, de a ratos, por diversión (también por esa inimputabilidad en la que los argentinos nos posicionamos, tan infantiles a veces, tan y sin tanto, siempre).

 

Los actores Sissy Spacek y Robert Redford en una escena de «The Old Man & the Gun» (2018)

 

 

 

 

Alejandra M. Boero Serra

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: El actor Robert Redford en un fotograma de «The Old Man & the Gun» (2018), del realizador estadounidense David Lowery.